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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: octubre 2016

Cuentos para la noche de difuntos y otras reflexiones

28 viernes Oct 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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Bécquer, Cuentos, Edgar Allan Poe, Halloween, Lisa Tuttle, Lou Reed, Noche de difuntos, NoExpliqueu, Nollegiu

Se acerca una fecha que, últimamente, ha alzado algunas voces críticas con esta curiosa globalización de las fechas. Muchos critican que se haya adoptado Halloween en un país, el nuestro, en el que tenemos otras maneras de celebrarlo, como la «castanyada» o el peregrinaje a los cementerios el día de Todos los Santos. Pero, como circula por las redes… Jesucristo tampoco nació en Burgos… Y, de hecho, el origen de esta celebración parece ser más pagana que religiosa, como tantas otras. De hecho, debemos recordar que la noche de difuntos y el día de Todos los Santos se celebran de formas muy distintas en muchos países. Hay algunos que prefieren el recogimiento y otros que lo celebran con mucho más color. Todo depende de cómo queramos entender la muerte, como tabú o como algo natural que nos acompaña desde que nacemos y de la que quizás tendríamos que hablar más y con más naturalidad. Pero ese es otro tema…

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Se dice que, de hecho, esa idea de corretear con calabazas convertidas en calaveras es más antigua que la religión católica. Según cuentan, los celtas dedicaban una noche a sacar las calaveras de los enemigos iluminadas para ahuyentar a los malos espíritus en la época del año en que la oscuridad se hacía más presente. Dicen que de ahí nació lo de las calabazas. No lo sé. No soy experta en el tema. Pero sí que es cierto que en las culturas celtas existían diversas noches en las que era mejor no salir, como cuando se rompe el velo entre el mundo humano y el otro mundo, no el de los muertos únicamente, sino el de las hadas, pues si éstas te encontraban… no era para concederte deseos precisamente.

Lo cierto es que la cohabitación de tradiciones es algo que ha ocurrido siempre. Es curioso que se ponga el grito en el cielo por esta festividad y no por haber adaptado el fast food, algo que va muy bien para la salud, o los programas de televisión, que también van muy bien para la salud…

Personalmente, una de las consecuencias de esta nueva manera de vivir la noche de difuntos que más me gusta es la posibilidad de encontrar narradores de cuentos por doquier, relatando historias de brujas, de muertos, de cementerios… El gran Bécquer tiene entre sus leyendas una historia maravillosa, «El monte de las ánimas», que se adentra en esa noche en la que los muertos se levantan. Hay otros autores, como Edgar Allan Poe o Henry Kuttner que se adentran más en ese mundo de los cementerios, donde se entierran a personas que no están muertas, consiguiendo que, durante un tiempo, se atara una campanita al ataúd, por si el muerto se despertaba y necesitaba llamar para que lo sacaran de allí.

Las leyendas, los cuentos, son magníficas maneras de comprender la manera en que el ser humano se enfrenta a ciertos temas a lo largo de la historia. Cada uno lo plantea desde su universo, desde la realidad que vivía y, por supuesto, desde su mundo interior. Poe era un maestro en hacer temblar, pero siempre desde el interior, desde el miedo psicológico.

Y precisamente con Poe quiero acabar este post, por dos razones distintas. La primera es que, el mes que viene, los cuentos de Poe y los cuentos de Lisa Tuttle se encontrarán en la segunda sesión del #NoExpliqueu que llevo a cabo en la librería Nollegiu. La segunda es que, en 2013, un día como ayer, 27 de octubre, moría Lou Reed. Y ya que hablamos de muertos y de Poe, creo que es interesante recordar una de sus obras más conceptuales: The Raven, basada en textos de Poe. La idea nació de una propuesta del director teatral Robert Wilson, y pudo contar con las voces de Williem Dafoe o Steve Buscemi…

Así que… aquellos que no quieran leer en esta noche de difuntos, pueden escuchar algún cuento o escuchar a Lou Reed y su Raven: https://youtu.be/rrys8knY53I

¡Feliz viernes y felices lecturas!

Inés Macpherson

Baltasar (Una autobiografía), de Slawomir Mrozek (Acantilado)

24 lunes Oct 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos, Lecturas y reseñas

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Autobiografía, Baltasar, Cuentos, Editorial Acantilado, Nollegiu, Slawomir Mrozek

Slawomir Mrozek es único. Durante años, ha formado parte de mis sesiones de cuentos y, de hecho, durante algún tiempo, fue rebautizado en un programa de radio en el que colaboraba porque mis compañeros eran incapaces de pronunciar correctamente su nombre, por lo que acabaron llamándole Swarovski. No sé si al autor polaco semejante brillo en su nombre le hubiese gustado, pero reconozco que, gracias a su difícil pronunciación, conseguí que los componentes del programa se acordaran de él, que ya es mucho. No sé si conseguí a su vez que se interesaran por sus cuentos, pero si hay algo que un enamorado del relato corto debe hacer una vez en su vida es leer a Slawomir Mrozek.

La editorial Acantilado ha publicado sus relatos en distintas recopilaciones. Si me detuviera a analizar cada una de ellas, probablemente necesitaría un libro, y no una entrada de blog. Todos y cada uno de sus textos son recomendables: por su inteligencia, por su juego con el lenguaje, por su ironía y sarcasmo, por su sentido del humor y, sobre todo, por esconder tras esos pequeños retazos de historias una crítica brutal a la sociedad, a los sistemas totalitarios y al ser humano y su incapacidad de mirar un poco más allá.

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En enero de 2014, Acantilado publicó una obra fascinante de Mrozek. Se trata de Baltasar (Una autobiografía), escrita por el autor tras sufrir un ictus y una afasia que le obligó a volver a aprender a utilizar el lenguaje. Se publicó unos meses después de su muerte, pues Mrozek murió en agosto de 2013, aunque él estaba convencido de que moriría en mayo, porque durante toda su vida, las cosas terribles siempre sucedían en mayo. De hecho, el ictus le sobrevino en mayo de 2002.

Cuando recuperó el habla, su logopeda le propuso, como parte de la terapia, escribir un libro donde intentara plasmar sus recuerdos. Baltasar es fruto de ese nuevo descubrimiento de su capacidad de expresarse. Quizás por eso se cambió el nombre. Como dice al principio del libro: «Me llamo Slawomir Mrozek, pero a causa de las circunstancias que se produjeron en mi vida hace cuatro años mi nuevo apelativo será mucho más corto: Baltasar».

Podría hacer un resumen histórico de su vida, pero entonces estaría eliminando el placer del descubrimiento, por parte del lector, de la vida de este extraordinario hombre. Sí puedo decir que vivió la Segunda Guerra Mundial, la ocupación nazi y la convivencia con el estalinismo. Según él, los cambios que vivió le causaron una enfermedad, una inadaptación general que lo marcó de por vida.

Lo cierto es que recorrer la historia de su mano es interesante, porque más allá de mencionar los acontecimientos, nos deja ver ese pequeño universo que fue su hogar, su vida, sus dudas… Cómo saltó de una carrera a otra; cómo acabó trabajando como dibujante satírico y como periodista para ganarse la vida; cómo se dedicó al teatro… y cómo decidió abandonar Polonia por voluntad propia.

Aquí no se encuentran grandes nombres ni grandes acontecimientos. Es la vida misma. Una vida narrada en serio, con apuntes ácidos y cierto regusto a crítica en algunos momentos. Los que busquen cotilleos, no los encontrarán. Esta es una ventana a un hombre extraordinario con un estilo propio increíble que fue capaz de escribir relatos como «La revolución» (La vida difícil, Acantilado, julio de 2002), donde en poco más de una página nos da una bofetada memorable. Y como buena ventana a la vida, está llena de pequeños momentos, anécdotas personales, familiares y hechos comunitarios con el telón de fondo de una serie de hechos históricos dramáticos que todos conocemos.

Baltasar es un libro serio y en serio. Con esto no quiero decir que sea aburrido, sino que, entre sus páginas, no encontramos el humor y sarcasmo habitual de la obra de Mrozek. Sí encontramos su mirada aguda y su capacidad de lanzar un dardo casi sin que uno se dé cuenta. Y sobre todo sí encontramos una escritura limpia, elegante, llena de observaciones  que destilan su toque personal, pero sin llegar al universo de sus cuentos. Como él mismo explica, su amigo Jan Blonski, crítico literario, decía que Mrozek escribía como si no fuera capaz de afrontar ningún tema en su estado natural y que, para decir algo importante, tenía que recurrir a un estado sobrenatural, elevarse al nivel de lo esperpéntico, de lo absurdo y lo grotesco; sólo entonces sabía hablar del mundo, del hombre o la historia. No es el caso de Baltasar, donde escribe de forma sincera y directa. Quizás por eso se cambia el nombre, porque es otro quien escribe, o al menos la forma en que escribe.

Aprovecho el comentario de este libro para decir que el miércoles 26 de octubre se inicia el ciclo #NoExpliqueu, un ciclo que una servidora realizará en la librería Nollegiu (http://www.nollegiu.cat/), donde cada sesión estará dedicada a dos autores, de los que descubriremos la vida y, sobre todo, los cuentos. Este miércoles 26 está dedicada a los extraordinarios Pere Calders y Slawmoir Mrozek. Así que si os apetece saber un poco más de ellos o descubrir algunos de sus relatos de viva voz, ya sabéis…

caldersfacebook

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

Helarte de amar, de Fernando Iwasaki (Páginas de Espuma)

10 lunes Oct 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos, Lecturas y reseñas

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Cuentos, Fernando Iwasaki, Festival de Narración Oral, Munt de Mots, Páginas de Espuma

Se acerca el 7º Festival de Narración Oral Munt de Mots en Barcelona (del 17 al 22 de octubre) y la ciudad se va a llenar de cuentos. Así que el blog también va a llenarse de libros de cuentos. Y no con un libro de cuentos al uso, sino, en palabras del propio autor, con un libro de ciencia-fricción. Se trata de Helarte de amar, de Fernando Iwasaki.

978849564273

Descubrí a Iwasaki hace algunos años con su extraordinario Ajuar funerario. Si en esa obra demostraba dominar el relato corto, aquí demuestra que es capaz de unir, en un relato, las dos acepciones del concepto «cachondo»: el erotismo y el humor. El título, un sugerente juego de palabras entre «el arte» y «helarte», nos da a entender que no estamos ante el típico libro de cuentos eróticos, sino ante algo distinto. Según palabras del autor: «uno, cuando es joven, tiende a confundir el erotismo con la sexualidad. Al erotismo le basta con la fantasía, el deseo y la imaginación (ese es el quid de la cuestión); mientras que la sexualidad requiere pareja, espacio y una mínima parafernalia (ese es el kit de la cuestión) Así, a los treinta yo creía que mis personajes sólo echaban quiquis, pero pasados los cuarenta he constatado que lo que echaban era un quid-kit. Por eso, Helarte de amar no es una colección de cuentos eróticos, sino un hatajo de disparates sexuales».

Y es posible que se trate de disparates sexuales, pero son memorables. Hay relatos que navegan por el descubrimiento de la sexualidad por parte de un niño, como «En el batmóvil, con miss Graciela». Ya sólo con el título nos sugiere un universo maravilloso, donde la realidad se mezcla con la ficción, los sueños y la capacidad que tiene un niño para comprender lo que es el sexo y el placer, con una escena final que es para enmarcar. El relato que da título al libro, «Helarte de amar», es una pequeña obra de arte que nos adentra en el universo del frío. Normalmente, asociamos el sexo con el sudor, pero, ¿qué pasaría si lo asociáramos con el frío? ¿Hasta qué grado de congelación estaríamos dispuestos a llegar por un buen polvo? En otros, como en «Entre las piernas de Luciana» encontramos a un hombre capaz de asociar el sexo con las ocupaciones de sus amantes… hasta que se encuentra con una mujer cuya ocupación va mucho más allá de lo imaginable y el placer acaba por tener consecuencias difíciles de prever.

Todos y cada uno de los relatos que componen este libro tienen un componente erótico, sexual, pero siempre llevado a un extremo increíble, de ciencia-fricción, que hace que uno se ría e imagine por partes iguales, demostrando que, en el sexo, deseo y humor pueden ir perfectamente de la mano, ni que sea para imaginar disparates sexuales, encuentros confusos como el de «La española cuando besa» o fantasías imposibles donde los juegos de palabras y los finales con cierto aire abierto y sutil hacen de este libro una obra divertida e imprescindible. Porque más allá del tema, más allá del humor que destila, lo que hay que tener en cuenta es que Fernando Iwasaki es un maestro de la palabra y la utiliza a la perfección, pues no sobra nada ni falta nada en sus relatos. Visuales, atrevidos y divertidos, son una muestra de que uno puede adentrarse en el mundo erótico huyendo de tópicos y clichés, para aliñarlo de humor, extrañeza y un toque picante que deja claro que este hombre tiene un universo particular inmenso y sugerente.

Inés Macpherson

Claus y Lucas, de Agota Kristof (El Aleph Editores)

03 lunes Oct 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Agota Kristof, Claus y Lucas, El Aleph Editores, novela

Hay libros a los que uno se acerca por el autor, por alguna crítica que ha leído o alguna recomendación. Claus y Lucas, de Agota Kristof, llegó a mis manos por una recomendación de alguien que lo había comprado por una razón muy sencilla: la portada. No sabía nada de la autora ni había leído la contraportada, pero la mirada de aquellos dos niños era hipnótica y desasosegante, y no pudo resistirse. Y la portada no engañó: esos dos niños, los protagonistas de las tres novelas que se reúnen bajo sus nombres, Claus y Lucas, son desasosegantes, hipnóticos, salvajes, hermosos… y crueles.

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La novela, publicada por El Aleph Editores en 2007 (en 2014 sacaron la versión en bolsillo) y traducida de forma magistral por Ana Herrera y Roser Berdagué, está compuesta por tres novelas cortas. La primera, El cuaderno, narra la historia de dos gemelos, Claus y Lucas, a los que su madre deja en casa de su abuela para que estén lejos de la ciudad y la guerra. Una premisa como esta podría parecer el inicio de una historia mágica o simbólica, pero lo que nos narra Agota Kristof dista mucho de ser mágico. La abuela, una mujer analfabeta y cruel, los trata como animales. Pero ellos, lejos de dejarse humillar, lejos de hundirse en la tristeza y la desesperación, aprenden. Y escriben. Narran sus historias en un cuaderno, el del título, que esconden aunque la abuela no sepa leer. Seguimos su aprendizaje a base de golpes, de sufrimiento y de crueldad, una crueldad que va en aumento, pero que, a veces, parece mostrar una extraña humanidad salvaje.

La segunda novela, La prueba, narra la separación de los dos hermanos. Lucas, privado de una parte de sí mismo, debe aprender de nuevo a vivir. Podría adentrarme en el argumento de esta novela, pero creo que es mejor no dar muchos detalles, ya que lo interesante de esta especie de trilogía es ir descubriendo las sombras, los engaños, las mentiras y las realidades que poco a poco se van desvelando. Eso sí, si en la primera novela había una crueldad sin velo, una crueldad que podía llegar a ser desagradable, en esta segunda novela subyace una crueldad velada, sutil, que se puede intuir, pero no se muestra hasta que, al final, la bofetada te da de pleno. Y en las páginas finales de esta segunda novela empieza a desatarse La tercera mentira, la tercera parte de la trilogía, que te empuja a formularte un sinfín de preguntas que, poco a poco, se van resolviendo. ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál es la historia real y cuál la mentira? ¿O todas ellas son verdad, pues han sido vividas, aunque de distinta manera?

Es cierto que, tras la sacudida que el lector siente con la primera de las novelas, El cuaderno, las siguientes son más suaves, tormentas menos salvajes, pero igualmente hirientes. Y como muestra, un botón:

«Más adelante leí yo las cartas a los que no sabían y me pedían que lo hiciera. Por lo general les leía lo contrario de lo que decían las cartas.
(…)
El chico al que le leía la carta me decía:
— La enfermera me ha leído la carta de otra manera.
Yo decía:
— Te la ha leído de otra manera porque no quería disgustarte. Yo te he leído lo que está escrito.
Creo que tienes derecho a saber la verdad.
Él decía:
— Tengo derecho, pero la verdad no me gusta. La carta era mejor antes. Ha hecho bien la enfermera leyéndomela de otra manera.
Y se echaba a llorar».

Una escena seca, limpia y brutal donde se muestra una crueldad menos animal, pero quizás más retorcida, quizás más humana. Por eso vale la pena leer estas tres novelas, tanto por separado como en conjunto, porque hablan de un pedazo de nuestra historia, de la crueldad que crece y se alimenta en tiempos de guerra, en tiempos de posguerra. Pero también nos habla de la soledad, de la separación y la pérdida; de la necesidad de crear un mundo propio para sobrevivir, para respirar, mientras se espera y se desespera. Nos habla de las heridas y el miedo, de la sensación de fracaso y el odio visceral e inevitable que puede nacer cuando te dicen constantemente que no eres nada, que hay alguien que lo haría mejor que tú, y te conviertes en sombra, en animal, en monstruo.

Existe cierta tendencia, entre algunos autores, a relatar cada acto, a decorar cada escena para hacerla más visual. Agota Kristof demuestra que puede traspasarse la piel, la retina y llegar a impactar en el cerebro de manera visual sin necesidad de florituras. Su escritura es directa, seca, brutal y perfecta. No le sobra ni una sola coma, ni una sola palabra, que está tejida para ir desgarrando de distintas maneras. Porque lo cierto es que cada una de las tres pequeñas novelas desgarra, cada una con su estilo y con su historia.

En algún momento del libro, uno de los personajes dice que «por muy triste que sea un libro, nunca puede ser tan triste como la vida». Pero parece que, en este libro, la autora intenta llevarle la contraria a su personaje.

Un libro imprescindible, tanto por su estilo como por lo que narra, que no deja indiferente.

Inés Macpherson

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