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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: septiembre 2014

Los «Penny Dreadful» que llegaron a la pequeña pantalla

26 viernes Sep 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Serie TV

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Bram Stoker, Dorian Gray, Drácula, espiritismo, Eva Green, Frankenstein, horrores de penique, Josh Harnett, Mary Shelley, Mina Murray, Penny Dreadful, Timothy Dalton, Van Helsing, Varney the Vampire

En el siglo XIX se publicaban en Inglaterra los famosos “Horrores de penique” (Penny Dradful), publicaciones periódicas que se entregaban por fascículos, en los que el terror era el principal ingrediente. Uno de los más famosos es el de Varney the Vampire or The Feast of Blood, de Thomas Preskett, también atribuida a James Malcolm Rymer, y que, curiosamente, aparece mencionada en la serie televisiva de Showtime, Penny Dreadful. Esta serie bebe de esos horrores de penique y de muchas obras posteriores del horror literario, como el Frankenstein de Mary Shelley o el Drácula de Bram Stoker. Y siguiendo esa idea de las publicaciones periódicas, su creador, John Logan, nos ofrece ocho entregas de una hora de misterio, oscuridad y terror dosificado para que caigamos en sus garras. Si bien es cierto que no se trata de una sucesión constante de terror y horror, hay que decir que la atmósfera tétrica y la red de relaciones que los guionistas han conseguido atrae y genera un desasosiego que hace que, por unos minutos, naveguemos entre el universo de esos Penny Dreadful de la época.

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La trama principal es sencilla: la hija de Sir Malcom Murray (interpretado por el veterano Timothy Dalton) – curioso que el nombre de este perseguidor de criaturas sea similar al del nombre de uno de los autores a los que se le atribuye la creación de Varney – ha sido raptada por una criatura maligna. Esta joven desaparecida no es otra que Mina Murray, a la que todos conocemos por ser la mujer de Jonathan Harker y amada del conde Drácula en la novela de Bram Stoker. Sir Malcom cuenta con la ayuda de la enigmática y fascinante Vanessa Ives (interpretada magistralmente por Eva Green, especialmente brillante en el capítulo 7 de la primera temporada) para encontrar a su hija. Pero necesitan más ayuda, sobre todo ahora que están tan cerca de enfrentarse al monstruo. Por eso acuden al pistolero Ethan Chandler (un Josh Harnett que sorprende con una interpretación más trabajada de lo que estábamos acostumbrados), quien esconde un secreto que el espectador podrá ir descubriendo en los sucesivos capítulos. También acudirán al joven Dr. Viktor Frankenstein, que les ayudará a diseccionar a la criatura y revelar lo que ésta lleva en su piel: unas inscripciones egipcias que hacen referencia a la unión de Amon-Ra y Amonet como el detonador que traerá la oscuridad al mundo.

Pero aquí no se acaban las referencias literarias. Entre los personajes que se cruzarán en el camino de este cuarteto está el misterioso Dorian Gray (interpretado por Reeve Carney), creación del magnífico Oscar Wilde y que, en la serie, juega el papel de detonante: es uno de los elementos que hace que la oscuridad de los otros personajes salga a la luz. A su vez, nos encontramos con el profesor Abraham Van Helsing, un experto hematólogo que oculta una historia que entronca con la obra de Bram Stoker y que nos habla, por fin, de la existencia de los vampiros. Y si tenemos al Dr. Frankenstein, es de esperar que también aparezca su creación, un monstruo muy humano interpretado por Rory Kinnear y que descubrirá su vocación en el teatro de la mano de Vincent Brand, un actor de teatro interpretado por Alun Armstrong. Una curiosidad: este mismo actor, Alun Armstrong, ya estuvo relacionado con otra criatura del mundo del terror, pues interpretó al hombre que despertaba a La Momia en su segunda entrega.

Este cóctel de personajes está muy bien ligado y muy bien acompañado por una ambientación extraordinaria que nos arrastra a esos sótanos oscuros donde habitan los monstruos, a esas reuniones de espiritistas que intentaban contactar con el Más allá, tan típicas de la época, y a esas sombras tras las que los humanos intentan esconder sus secretos. Porque si algo tienen en común todos los personajes que aparecen en Penny Dreadful es que cada uno de ellos guarda un oscuro secreto que los persigue y los condena a ser lo que son. Si bien es cierto que son secretos que el espectador descubre con facilidad, otorgan a los personajes un aire de culpa y condena, de estar atados a un destino del que no pueden huir que le da un plus a la historia.

No estaría siendo del todo sincera si dijera que es una serie redonda. Algunos de los misterios no resultan tan misteriosos y, en ocasiones, parece que caigan en alguna contradicción al explicar su historia. Pero en general, y a pesar de sus altibajos, es una serie ideal para los amantes de esos “horrores de penique” que circulaban en el siglo XIX y que alimentaron el imaginario gótico y de terror que ha llegado a nuestros días. Su atmósfera oscura, su ambientación y la excepcional Eva Green hacen que quieras descubrir qué se oculta en esa oscuridad que transmite.

Respirar por la herida, de Víctor del Árbol (Debolsillo)

22 lunes Sep 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Debolsillo, La tristeza del samurai, Respirar por la herida, Víctor del Árbol

Tras haber leído dos de las novelas de Víctor del Árbol y estar devorando la tercera, Un millón de gotas (Destino), debo reconocer que es uno de los autores más interentes del país. Tiene la capacidad de crear una red de personajes que encajan a la perfección, mientras te traslada a infiernos personales y sociales, históricos y ficticios, donde la culpa, la venganza y el dolor siempre están presentes. Sabe retratar la sombra humana de una manera magistral y Respirar por la herida (mayo 2014, Debolsillo), no es una excepción. Una novela que nos enseña las entrañas de sus personajes, sus oscuridades y el peso del pasado, y nos demuestra que todos podemos guardar sombras en nuestro interior.

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ARGUMENTO:

Eduardo lo ha perdido todo: perdió a su mujer y a su hija en un accidente de tráfico y, con ellas, perdió las ganas de vivir, de pintar, de respirar. Pero el cuerpo sigue respirando, por mucho que uno pierda las ganas de hacerlo, por mucho que uno no quiera seguir luchando. Deambula entre el alcohol y la soledad, ganando cuatro duros con los encargos que Olga, su marchante, le consigue. Pero todo está a punto de cambiar.
Olga le pone en contacto con Gloria Tagger, una violinista hermosa y poderosa que tiene un encargo para Eduardo: pintar el retrato de Arthur Fernández, el hombre que atropelló y mató a su hijo Ian. Quiere que Eduardo consiga captar la esencia que se oculta tras el rostro de ese asesino. El problema es que el rostro de Arthur no solo esconde lo ocurrido el día de la muerte de Ian, sino muchos otros secretos que se irán desgranando para descubrir que el destino tiene un sentido del humor macabro y que, casi todos, tenemos sombras en nuestro interior.

OPINIÓN:

El destino tiene un extraño y macabro sentido del humor. Y si no que se lo pregunten a los personajes de Respirar por la herida, de Víctor del Árbol, un libro donde nada está dejado al azar, donde cada individuo, cada acción, cada paso te lleva al siguiente sin titubeos, sin hilos sueltos. Todo está perfectamente hilvanado en una tela de araña donde el autor atrapa al lector y a sus personajes, y donde nada es lo que parece, donde todo tiene un segundo fondo donde se agazapa la sombra, la culpa, el dolor.

De la mano de un narrador omnisciente que navega entre diferentes focos, somos capaces de adentrarnos en el pasado y el presente de cada uno de los personajes hasta crear un cuadro perfecto donde los rostros poliédricos que ha creado el autor se unen y se muerden hasta sangrar. Porque no ha tenido piedad con ninguno de ellos. El dolor y la culpa de Eduardo, incapaz de olvidar la muerte de su mujer y su hija… o incapaz de olvidar lo que hizo después. El dolor y la rabia de Gloria, deseosa de que el hombre que mató a su hijo pague, pero con un secreto oculto… Y es que, ¿por qué escoger a Eduardo para que pinte el retrato del asesino de su hijo? ¿Simplemente porque comparten la pena de la pérdida, o porque comparten algo más? Y Arthur, ese hombre sin remordimientos tras sesgar la vida de dos personas por accidente, que desea encontrar su hija desaparecida… ¿Pero realmente no sabe nada de lo que le ha podido pasar a su pequeña? Todo el mundo esconde algo, todo el mundo miente y todos intentan huir, sin conseguirlo, del espejo que poco a poco se va situando ante sus ojos, y ante los nuestros, los del lector.

Cuando escribió La tristeza del Samurai, Víctor del Árbol ya demostró su capacidad para adentrarse en la sombra del ser humano con precisión milimétrica, para retratar su afán por la venganza como paliativo del dolor, aunque el dolor siempre permanece. De hecho el dolor desgarra, se asienta en el estómago, bajo la piel, y no te suelta, como demostró entonces y ha vuelto a demostrar. Es un escritor detallista, capaz de ir dibujando lentamente a sus personajes y, como Eduardo en el libro, acabar mostrando sus entrañas más oscuras.

Es difícil decir más de este libro sin desvelar su argumento. Pero sí que se podría decir que lo que hace el autor es colocar ante el lector una escalera, donde cada escalón te hace bajar un poco más hacia el infierno. Y en cada uno de los círculos ves la culpa, la rabia, la ira, la ciega venganza, el engaño, el abuso, el abandono… Todos los personajes están rotos, sumidos en un delirio agónico que hace que se arrastren sin darse cuenta de que, desde el inicio, ha existido un hilo que une sus vidas de una forma angustiante. Cuáles son esos hilos y los motivos por los que se han ido tejiendo alrededor de ciertos personajes sólo se puede descubrir abriendo el libro y dejando que te absorba.

Escrita con un ritmo que nunca decae, permitiendo que cada personaje deje volar sus recuerdos para compartir con el lector lo que lo ha llevado hasta este momento, esta novela avanza hacia un lugar que podríamos jugar a intuir, pero que no queremos intuir porque preferimos dejar que el narrador nos lleve hacia los puntos de luz donde se descubren los secretos. Es posible que haya a quien le extrañe que todo esté tan perfectamente hilado, relacionado… Pero ya se ha dicho muchas veces que seis grados de distancia nos separan, y que todos podemos estar conectados. ¿Por qué no puede conectarnos la desgracia?

Inés Macpherson
FUENTE: Anika entre libros (http://www.anikaentrelibros.com/)

Espérame en el paraíso, de Mayte Carrasco (Plaza & Janés)

22 lunes Sep 2014

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Espérame en el paraíso, Mayte Carrasco, Plaza & Janés

En 2012 tuve la suerte de leer La Kamikaze, de Mayte Carrasco (Esfera de los Libros) y, para mí, fue un gran descubrimiento. Acostumbrados a ver la guerra como algo lejano que sólo intuimos tras la frialdad de una pantalla, con unas imágenes crueles y salvajes, pero siempre dese un objetivo, nunca de cerca, ese libro me pareció una forma mucho más personal y real de adentrarse en la realidad del horror de la guerra. Esta vez, con Espérame en el paraíso (mayo 2014, Plaza & Janés), lo ha vuelto a hacer: ha vuelto a mostrar una realidad que a nosotros nos llega sesgada. Una realidad que ahora, tras los acontecimientos más recientes, es aún más dolorosa. La guerra de Siria.

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ARGUMENTO:

Yulia, una corresponsal de guerra que cubre la Primavera Árabe, quiere entrar en Siria en plena guerra civil. Y no lo quiere hacer de la manera legal, siguiendo las normas del régimen, porque sabe que si lo hace, no podrá contar la verdad, lo que está ocurriendo realmente en las ciudades sirias. Por eso, junto a Ludovico, su amigo fotógrafo, cruzan la frontera ilegalmente con la ayuda de un grupo que apoya a los rebeldes.
En su camino hacia Baba Amro, en Homs, conocerá a Omar, un joven poeta que ha sobrevivido de milagro a su paso por la cárcel y que ahora es perseguido por los hombres del Gobierno de Al Assad. Entre ellos crecerá el amor. Pero a su alrededor, la guerra sigue creciendo y tomando un aspecto que va más allá de la guerra civil y amenaza con transformarse en algo aún más cruento.
Entre dos mundos, entre dos realidades (la de la periodista que quiere narrar desde la imparcialidad y la de la persona que ha visto demasiada sangre y demasiadas muertes con nombre propio como para ser imparcial), Yulia intentará sobrevivir y luchar por mantener sus principios y su amor. Pero, ¿podrá hacerlo rodeada de tanta violencia?

OPINIÓN:

¿Qué define una revolución? ¿Y una guerra civil? ¿Qué línea separa una guerra política de una religiosa? ¿Y por qué tiene que salir Dios en una guerra, cuando es cosa de hombres y de poder? ¿Qué ocurre si para liberarnos de un opresor, de un dictador, acabamos tomando un camino que mata, pero quizás no libere? ¿Dónde está la frontera entre la guerra y la masacre, entre la lucha y la destrucción? Y, ¿quién mueve los hilos desde la sombra?

Una guerra nunca es bonita, ni fácil, ni agradable. Una revolución tampoco lo es, porque requiere muchos sacrificios, sobre todo cuando uno se enfrenta a un gigante poderoso que puede bombardear durante horas un barrio sin inmutarse, sin importar si mata a niños, a ancianos o a cualquiera que esté cerca. Pero la libertad vale la pena, ¿no? Esa es la idea que tienen los protagonistas que acompañan a Yulia en su viaje por Siria: luchar para liberarse del dictador vale la pena, al precio que sea.

En Espérame en el paraíso, Mayte Carrsco vuelve a llevarnos de la mano de Yulia, la periodista que ya conocimos en La kamikaze, publicada por La Esfera de los Libros en 2012. Y lo hace para introducirnos en un conflicto que nos suena, porque lo hemos visto en las noticias, pero del que realmente desconocemos el interior. Y eso hace ella: enseñarnos las entrañas. Y es que la autora pudo verlas en primera persona, pues vivió la ofensiva en Baba Amro, en Homs.

Con una narración visual y unas reflexiones personales que nos hacen preguntarnos qué sabemos realmente de esa cultura que está tan cerca y a la que juzgamos sin miramientos y qué nos hacen creer desde fuera, Mayte Carrasco nos muestra las diferentes caras y perspectivas que pueden encontrarse en una guerra como la de Siria: los que luchan por la libertad, los que sobreviven ante los bombardeos y los francotiradores como pueden, los que piensan en la vida a pesar de la muerte que los rodea… y los que piensan en la muerte a pesar de la vida que les espera. Contar la guerra desde fuera, sin entrar, sin sentirla en tu propia piel da una perspectiva. Contarla cuando la bala que mata da en el cuerpo de una persona a la que conoces, de la que sabes el nombre y que estaba a tu lado, hace que veas la guerra de otra manera. ¿Es bueno que un periodista se implique personalmente, que cuente lo que ocurre de forma individual, no como observador? Yulia sabe que tendría que mantenerse al margen, pero no es capaz. Se implica. Se enamora y su forma de narrar, de vivir, cambia.

Aunque es posible que la historia de amor pueda resultar repentina, excesiva y en ocasiones poco creíble, le sirve a la autora para plantear, sin juzgar, la posibilidad de romper esas barreras inamovibles que, en ocasiones, las religiones parecen erigir… O que los humanos erigimos en nombre de la religión, pues recordemos que somos nosotros quienes trazamos barreras; siempre somos nosotros los que alzamos los muros. Que sea en nombre de la patria o de Dios no importa. Es una excusa para señalar las diferencias y no querer ver que todos, en definitiva, somos humanos, y que todos, sin importar raza, color o creencia, sangramos de la misma manera. Y, probablemente, amamos de la misma manera.

En su viaje por el interior de la guerra, Yulia nos muestra la resistencia, la lucha, la esperanza… Pero también nos muestra una de sus caras peligrosas: la de aquellos que aprovechan una lucha por la libertad para convertirla en una lucha religiosa llevada por el fanatismo. Y aunque no lo recalque, queda perfectamente claro: hay personas a las que les mueve ese fanatismo, pero no es la religión en sí la que es fanática. Esa idea errónea, fruto del miedo, hace que se estigmatice a toda una comunidad por sus creencias. De la misma manera que tildamos a los franceses o a los ingleses de ser de una manera concreta, acabamos tildando a una religión de extremista, cuando son las personas que la utilizan quienes son extremistas. Y extremos existen en todas partes.

Y al final, uno se da cuenta de que además de haber leído una historia trepidante, donde la autora no te ahorra detalles ni maquilla la crudeza de la guerra, lo que ha hecho es pensar, durante un rato, en los conflictos, la religión, las diferencias y las igualdades… Y es que libros como Espérame en el paraíso producen ese fogonazo reflexivo que nos abre por un instante los ojos y la mente.

Inés Macpherson
FUENTE: Anika entre libros (http://www.anikaentrelibros.com/)

La niña gorda, de Mercedes Abad (Páginas de Espuma)

15 lunes Sep 2014

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La niña gorda, Mercedes Abad, Páginas de Espuma

Hay libros que es difícil clasificar. Y La niña gorda, de Mercedes Abad (Páginas de Espuma), es uno de ellos. Aunque está estructurado como una recopilación de cuentos, existe un personaje principal que está en todos ellos, Susana, y una continuidad, tanto temporal como temática, que hace que tenga aires de novela sin serlo. La propia autora, en una entrevista concedida al portal de literatura Llegir en cas d’incendi, comenta que podría definirse como una “cuentela”, y es que, aunque son historias cerradas, como relatos, existe una sensación de evolucionar de la mano de Susana, observar cómo se va gestando el cambio y cómo se va rebelando…

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Uno de los aspectos que nos recuerda que estamos ante una serie de cuentos y no una novela es el cambio de narrador. Los primeros cuatro cuentos, El endocrino, El castillo, Amiguitas y La excursión, están escritos desde la distancia, con una especia de narrador omnisciente que sigue a Susanita: en su visita al médico; en sus veranos en familia rodeada de personas no gordas y gráciles que son un espejo que le recuerda cómo es ella; en el descubrimiento de la complicidad y la necesidad de la amistad, o en esa sensación de no pertenecer a ninguno de los grupos de personas que te rodean (como vemos en el relato La excursión, su desarrollo físico, en especial sus pechos, hace que no se atreva a jugar con los más pequeños, pero tampoco con los mayores, pues sabe que tampoco la aceptarán). Después, cambiamos a una primera persona, a un yo más íntimo, más directo, que comparte con el lector sus emociones y sus intimidades sin caer en la confesión autobiográfica. ¿Por qué ese cambio? Quizás por la edad, quizás porque en el cuento de Las hermanas Bruch hay una conciencia mayor del yo que en los anteriores, quizás porque ha habido un cambio en la mente de Susana, una nueva percepción del mundo y de sí misma, o una ojeada al mundo de los adultos… Aunque ella ya sabe muy bien cómo es el mundo de los adultos: un mundo donde te juzgan, donde se miente y donde el poder puede cambiar de manos, pero siempre lo tiene alguien.

Con sus relatos, con estas ventanas a la vida de Susana, Mercedes Abad muestra una realidad que, por mucho que se quiera negar, existe: la tendencia, casi la obligatoriedad, de ser como se supone que hay que ser, sin importar lo que le supone a esa persona tener que encajar. Susana es diferente y en lugar de enseñarle a aceptarse, le enseñan a adelgazar, a encajar en ese mundo en el que todo es apariencia. Por las entrevistas a la autora, sabemos que hay, en estos cuentos, un componente autobiográfico. Se podría esperar que, con el paso del tiempo, lo que nos cuenta Susana hubiese cambiado, hubiésemos mejorado y aceptado al diferente, pero no. Ha empeorado y la exigencia a ser un clon de la imagen estereotipada por la pantalla cada vez es mayor.

De la mano de Susana, se nos muestra una sociedad donde las mujeres debían aprender a coser en el colegio, porque eso es lo que las mujeres hacen (como también deben ser guapas, atentas, saber cocinar y contentar al prójimo y no a sí mismas…). Y si son niñas buenas, todavía más. Lo interesante aquí es que, Susana, siempre buena, siempre dispuesta a hacer lo que se le decía, decidió seguir esas instrucciones que el médico le dio, y tomó el poder, se rebeló (como bien cuenta en el primer relato, El endocrino, magnífico retrato de ese proceso mental que ocurre al descubrir que puedes tener poder). Y dejó salir a la niña respondona, salvaje, valiente incluso, porque por algún sitio tenía que salir: si uno se niega algo, tendrá que compensarlo, ¿no?

Además de seguir el proceso interior de Susana, además de compartir con ella esa fuerza de voluntad de la que a veces ella misma se burla, la vemos crecer y descubrir las transgresiones. Algunas son tan ingenuas como romper un juguete o lanzarlo por la ventana (curioso que tras aprender a lanzar cosas por la ventana acabe la recopilación lanzando otra cosa al mar en un intento de liberación que es, a su vez, un intento de conquistar a otra persona, en lugar de conquistarse a sí misma). Pero otras, como en El regalo, son mucho más intensas, mucho más dolorosas y mucho más provocadoras. Es interesante descubrir a su vez cómo Susana se adentra en la escritura, ese lugar al que acudimos para encontrarnos, para escondernos, para transgredir, para vaciar lo que llevamos dentro…

Es difícil decir con qué cuento quedarse. Cada uno aporta su granito de arena en la comprensión del universo interior de Susana; cada uno aporta una nueva manera de comprender ese proceso de renuncia, esa comprensión del cuerpo y de uno mismo que marca el pasado, el presente y quizás el futuro de la protagonista. Como retrato de una época, y también como uno de los relatos con más peso y densidad tanto argumental como emotiva, quizá el de Las hermanas Bruch sea el más acertado. Pero todos y cada uno de ellos desprenden una autenticidad, una sinceridad estilística y temática que te permite seguir sus pasos y comprenderla.

Como bien dicen en la contra del libro, bienvenidos a “un menú de cuentos y un personaje principal. Sírvanse. Se leen al gusto”. Y es un gusto leerlos.

Inés Macpherson

La mujer que vivió un año en la cama, de Sue Townsend

15 lunes Sep 2014

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Espasa, La mujer que vivió un año en la cama, Sue Townsend

Hay libros que atraen por la portada. Otros, como en este caso, por el título. Y es que La mujer que vivió un año en la cama es un título que llama la atención. Esta novela, escrita por la recientemente fallecida Sue Townsend, es una de esas historias intimistas, donde se se lleva hasta el límite surrealista la capacidad de decir «basta» que puede tener una mujer cansada de que su vida gire en torno a su familia, a su marido y a hacer feliz a todo el mundo menos a ella misma. El problema es que, a pesar de la idea inicial que subyace a lo largo de la novela, la historia a veces se pierde, se diluye y se vuelve tan histriónica que uno no sabe cómo valorar lo que está leyendo.

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ARGUMENTO:

Eva es un ama de casa que se pasa la vida trabajando para sus hijos y su marido. Su vida gira en torno a sus necesidades: hace la comida que les gusta para que esté perfecta a la hora que la necesiten, hace las compras, limpia la casa, hace la colada, prepara la Navidad perfecta… Pero el día en que los mellizos acaban la escuela y se van a la universidad, algo cambia. Al encontrarse la casa vacía y descubrir el sillón bordado en el que tanto trabajo manchado de sopa de tomate, decide que esto no puede seguir así.
Tras vaciar sobre el sillón los restos de sopa de tomate, sube a su habitación y se mete en la cama. No está enferma. No tiene el síndrome del nido vacío. Simplemente, toma la decisión de meterse en la cama, de aislarse del mundo para pensar y para decir basta.

OPINIÓN:

Vivimos en una sociedad en la que se habla mucho de la liberación de la mujer, de la importancia de tratar a mujeres y hombres por igual, con los mismos derechos y las mismas posibilidades, que las tareas del hogar sean compartidas… Y es cierto que, en muchos casos, esa igualdad y ese compartir es algo real, pero no siempre. Hay generaciones en las que eso todavía cuesta de encajar. Y la televisión no ayuda. Solo hay que mirar los anuncios para descubrir la cantidad de mujeres que ponen lavadoras o limpian los platos y la cantidad de hombres que lo hacen… Por eso mismo, un libro como el que plantea Sue Townsend es tan interesante: la idea de una mujer que, cansada de vivir una vida en la que no se reconoce, en la que todo gira en torno a su marido y a sus hijos y la casa, decide decir basta, declararse en huelga y meterse en la cama; dejar de ser lo que los demás quieren que sea y parar, para así poder descubrir quién es realmente. De esa manera, su marido se verá obligado a llevar la casa y comprender lo que implica… o no.

El problema es que la idea es buena, pero se pierde, se diluye y desaparece en la historia, que se convierte en una especie de crítica a nuestra sociedad salpicada de situaciones absurdas y personajes histriónicos y, en ocasiones, poco creíbles. Pongamos, por ejemplo, los personajes de los mellizos, Brienne y Brian Junior. Estos jóvenes son un ejemplo perfecto de falta de inteligencia emocional. Incapaces de pensar en algo que no sean las matemáticas, su comportamiento puede recordar en algún momento al famoso Sheldon de la serie Big Ban Theory. Sin embargo, no llegan a ser tan histriónicos como él y no alcanzan el grado de humor absurdo al que podrían llegar los personajes de dicha serie. Por lo tanto, su comportamiento acaba siendo incomprensible y su falta de empatía, irritante. Lo mismo ocurre con Brian, el marido. Las conversaciones que tiene con Eva o las reacciones que tiene resultan poco creíbles. Es difícil conectar con él o con sus hijos. Y ya no digamos las reacciones que provoca el descubrimiento de la amante de Brian… Rozan lo absurdo, pero sin ser delirantes, por lo que arrancan pocas carcajadas. El personaje de Poppy también resulta algo incómodo. Tanto su comportamiento como sus reflexiones parecen o demasiado infantiles o demasiado exageradas. Es probable que esa reacción sea la que busca la autora, pero todos ellos están tan al límite, que es difícil congeniar con ellos.

En cambio, hay otros personajes, más secundarios, al menos en lo que a apariciones se refiere, que tienen mucha más fuerza y presencia. Las madres de Brian y de Eva, por ejemplo, tienen situaciones y conversaciones muy divertidas. Y el papel del limpiacristales es entrañable.

Por supuesto, el peso de la novela recae en los personajes de Eva y en el de Alexander, el manitas que va a arreglar un día el cobertizo de la familia y entabla una extraña relación de comprensión con Eva, a la que cuidará mucho mejor que el resto de su familia. Su inteligencia emocional contrasta completamente con la de Brian y sus hijos, demasiado preocupados por sí mismos y por su inteligencia como para preguntarse tan siquiera qué le pasa a Eva. Deciden que está loca y punto. Y aunque al principio no lo parezca, llega un momento en el que parece que Eva se vuelva loca. Pero, ¿cómo no volverse loca cuando te has estado negando toda tu vida y ya no sabes quién eres ni lo que quieres ni, mucho menos, qué puedes hacer si no eres esa otra persona?

A pesar de los personajes, la historia tiene reflexiones y situaciones interesantes. Los capítulos dedicados a la navidad son impresionantes, y también lo son los que analizan las repercusiones televisivas y de las redes sociales ante eventos que no son, a priori, noticia. Es en estos momentos cuando el libro parece despuntar como crítica y sátira social, señalando el consumismo, la obsesión y el fanatismo que se promueve en nuestro mundo, pero también señalando lo poco que valoramos las acciones de los demás o lo que hacen por nosotros.

La mujer que vivió un año en la cama es un libro extraño. En ocasiones no sabes qué busca ni qué quiere mostrarte. Hay algo de crítica, algo de humor ácido, algo de reflexión… Hay momentos en los que funciona como crítica a lo vacía que está nuestra vida; otros momentos en los que podría ser una excusa para reflexionar sobre el problema de la inactividad y de las dudas paralizantes, así como sobre los esfuerzos y sacrificios que se hacen por otros y que ni siquiera se valoran; también podría ser un canto al feminismo y al «basta» que debiera decir toda mujer ante las desigualdades con las que esta sociedad la sigue tratando. Pero lo cierto es que es difícil saber cuál es el mensaje. Quizás todos ellos juntos. Quizás ninguno de ellos.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

Días sin hambre, de Delphine de Vigan (Anagrama)

08 lunes Sep 2014

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Días sin hambre, Delphine de Vigan, Editorial Anagrama, Nada se opone a la noche

En septiembre de 2012, Anagrama nos permitió disfrutar de la increíble e imprescindible Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, una novela autobiográfica que ahondaba en las luces y las sombras, los recuerdos y las emociones, los mitos y los abismos que nos conforman como personas; en las historias familiares y en los agujeros del alma que nos permiten comprender el mundo. Un año después, en septiembre de 2013, Anagrama publicó la primera novela de la autora, Días sin hambre, que vio la luz en Francia en el año 2001 bajo seudónimo por motivos personales y familiares. Aunque no tiene la misma densidad ni complejidad emocional que Nada se opone a la noche, esta pequeña novela de apenas 170 páginas es desgarradora por su sinceridad y por su capacidad de explicar lo que mucha gente sigue sin comprender: la difícil red de sentimientos y razones que se ocultan tras la anorexia.

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Narrada en una primera persona que es una tercera, para tomar distancia, para poder explicar desde fuera lo que ocurre en lo más profundo de su ser, la narradora nos plantea su caso: con diecinueve años y metro setenta y cinco, pesa 36 quilos y se siente vacía. La muerte late en su vientre. Y por eso decide acudir al hospital. Porque no quiere morir. Su idea era desaparecer.

Mediante su prosa, nos enfrentamos a esa idea que puede resultar extraña pero comprensible cuando uno camina en los pies de Laure, la protagonista: la idea de desaparecer, no de morir. La idea de que hay otra persona en ti que lo controla todo, a la que te has dejado, para no tener que ser, pensar, sentir, porque eso duele. Si uno desaparece, si se vuelve invisible, diminuto, quizás no tenga que sentir de la misma manera que si está entero. Vivo pero muerto, pero no muerto del todo, simplemente desaparecer. No es lo mismo. Hay una sutil línea que las separa. No es que Laure quiera morir. Simplemente quiere dejar de ser para dejar de sufrir, y la mejor manera es desaparecer, dejar que otro lleve las riendas de su ser, para no ser responsables, para no tener que hacer nada. Porque a medida que pasamos las páginas, nos adentramos en el pasado de Laure, su biografía, y descubrimos todas las sombras, todos los baches, todo el dolor que la ha empujado a encerrarse en su cuerpo para dejar de ser.

Quizás por eso, en el momento en que decide darse la oportunidad de seguir viviendo, de volver a comer, esa otra persona recibe un nombre; alguien con quien luchar, con quien dialogar, a quien dejar ganar cuando no se puede más, a quien vencer cuando la vida asoma ante sus ojos. Porque esta novela es un canto a la vida, a la posibilidad de volver a vivir, a amar y amarse. Es eso y mucho más. Es una muestra de la importancia de la perseverancia, de la confianza en uno mismo y la capacidad de sobreponerse a lo que nos rodea para aprender a cuidarnos y a amarnos aunque no nos hayan amado y pensemos que no vale la pena. Es un retrato de la vida en una planta de hospital, donde la enfermedad une a un nivel distinto, convirtiendo a desconocidos en familia, porque al finl hay alquien que te comprende y te ayuda. Es un descubrimiento de las luces y sombras que nos avitan. Un canto a las segundas oportunidades pero, sobre todo, a la vida y a las ganas de volver a vivir.

Una novela imprescindible que demuestra, una vez más que Delphine de Vigan es una artista de la palabra sincera y directa.

Inés Macpherson

Volver, de Toni Morrison (Debolsillo)

03 miércoles Sep 2014

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Debolsillo, Toni Morrison, Volver

En abril de 2014, Debolsillo publicó Volver, una pequeña joya literaria de Toni Morrison. Una novela que se adentra, en escasas páginas, en el mundo de la guerra, el conflicto racial, la explotación… para mostrarnos dos de los elementos que acompañan más a menudo al ser humano: la culpa y la búsqueda de redención. Una muestra de que, a veces, en un espacio reducido se pueden transmitir muchas cosas.

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ARGUMENTO:

La guerra siempre deja secuelas: amigos muertos, crímenes imperdonables e innecesarios, rostros destrozados… Son las imágenes que no puede evitar recordar una y otra vez Frank, un veterano de la guerra de Corea que vuelve a su país con el peso de la pérdida, la culpa y la muerte, incapaz de aceptar lo que ocurrió, incapaz de avanzar sin el alcohol.
A pesar de sus intentos por dejar atrás el pasado, por olvidar y ser olvidado, hay alguien en su hogar a quien siempre ha protegido y que necesita su ayuda: su hermana Cee. Abandonada por el hombre que la iba a hacer su mujer, empleada en la casa de un médico sin escrúpulos, Cee corre peligro. Y Frank deberá enfrentarse a las sombras que le persiguen para llegar hasta Georgia y salvar a su hermana de la muerte, para así, quizás, saldar cuentas con sus crímenes pasados.

OPINIÓN:

Una valla, unos arbustos, unos caballos fascinantes, y una imagen, la de un hombre negro siendo enterrado sin ceremonia, sin respeto, sin miramientos. El resumen del mundo en el que, durante demasiado tiempo, tuvieron que vivir aquellos a quienes no se les respetaba por el simple hecho de tener otro color de piel. A base de pinceladas, pequeños instantes en los que esa diferencia y ese desprecio se hace patente (el momento, por ejemplo, en que Lily intenta comprar una casa pero le dicen que en ese barrio ella no puede), Toni Morrison es capaz de construir una historia en la que esa diferencia se hace patente sin necesidad de mencionarla. La sutileza y la maestría de su prosa permite ser conscientes de lo que subyace sin perder el hilo de la narración, que se adentra en el infierno de los recuerdos de guerra reprimidos, pero también del intento de sobrevivir en un mundo en el que los que estaban abajo debían permanecer abajo y casi agradecer el hecho de ser pisoteados.

La narración se pasea entre Frank, Cee, Lily e incluso Lenore, la abuela de Frakn y Cee, personaje que sirve de ejemplo para mostrar que la crueldad y la incomprensión puede habitar en cualquiera, incluso en uno de los nuestros. Y entremedio de cada pequeña ventana a las vidas de esos personajes, Frank se dirige a la persona que escribe su relato para confesarle ciertos aspectos de la historia que no aparecen en la narración y con quien acabará por compartir la secreta culpa que le ha hecho querer ser invisible.

Mediante las diferentes perspectivas de la historia, podemos pintar un cuadro de los complejos tiempos que se vivieron en Estados Unidos durante esa época, de las dificultades económicas, de las diferencias sociales y del olvido en el que caían muchos veteranos de guerra, sobre todo si eran afroamericanos. Pero también podemos componer una fotografía de distintas maneras de enfocar la vida, de enfrentarse a ella. Frank huyó del pueblo para convertirse en soldado y ser algo, alguien, para descubrir el dolor, la pérdida, la vergüenza, la culpa y el monstruo interior al que ahora no puede acallar; con sus recuerdos, Morrison nos muestra el sufrimiento interno de tantos otros soldados que tuvieron y tienen que convivir con lo absurdo y espantoso de una guerra, despertando la bestia que llevan dentro para después no saber cómo deshacerse de ella. Lenore, la abuela, representa aquellos a quienes, tras hacer un esfuerzo por sobrevivir y conseguir un espacio en el mundo, están dispuestos a despreciar a cualquiera que venga a molestar ese pequeño equilibrio, ni que sea familia; una mujer que tiene que solidarizarse con los suyos, pero a quienes maltrata a la primera de cambio a causa de la rabia que le da tener que compartir lo que es suyo. Lily representa la mujer luchadora, la que tiene un sueño y está dispuesta a conseguirlo, a pesar de las trabas que el mundo le ponga. Cee representa el aprendizaje: de mujer que quiere huir a cualquier costa, a mujer que comprende que debe tomar las riendas de su vida, aunque se equivoque. Hay otras mujeres en la historia, mujeres que tienen un papel secundario pero que representan ese saber popular que se asienta en las raíces de la tierra y que se centra, sobre todo, en el respeto. Ese respeto a uno mismo que tanto Frank como Cee tendrán que recuperar para poder vivir.

Volver es una pequeña muestra del talento de Toni Morrison, capaz de mostrar mucho más lo que dice, capaz de ahondar, en menos de 200 páginas, en un sinfín de emociones humanas que dibujan un paisaje desolador, pero en el que siempre hay un resquicio de esperanza, incluso para los muertos, a quienes podemos honrar incluso cuando el resto los ha olvidado. Una novela para reflexionar sobre una época, pero sobre todo sobre el desprecio hacia los otros seres humanos que son distintos a nosotros. Algo que, por desgracia, sigue demasiado patente en la actualidad, por mucho que la historia nos haya enseñado el horror al que eso nos conduce.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

Cuentos de las orillas del Rin, de Erckmann-Chatrian (Debolsillo)

03 miércoles Sep 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Etiquetas

Alexandre Chatrian, antología de relatos, Émile Erckmann, Cuentos de las orillas del Rin, Debolsillo

En mayo de 2014, Debolsillo publicó Cuentos de las orillas del Rin, de Émile Erckmann y Alexandre Chatrian. Se trata de una recopilación de relatos que se mueven entre la magia y el sueño, entre la superstición y el terror real, entre la fantasía y el realismo, pero, sobre todo, entre los márgenes del Rin, en esa zona de Europa donde franceses y alemanes disputaron sus fronteras, donde el vino y la cerveza eran compañeras habituales de tabernas… y de historias.
Esta recopilación es una de las muchas obras escritas por Erckmann-Chatrian, el nombre artístico con el que firmaban los autores cuando compartían autoría.

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OPINIÓN:

Siempre es un placer adentrarse en el universo del relato corto. La trama condensada, las atmósferas precisas y la red de hilos completamente hilvanada hacen que uno disfrute en pequeñas pero intensas dosis. Mientras Edgar Allan Poe convertía el relato en arte y demostraba que el terror podía tomar un sinfín de formas, al otro lado del océano, y un poco más tarde, nacía un dúo que sabría perfilar el arte de narrar historias, sin entrar en un universo tan oscuro como el de Poe, pero igualmente interesante. Gracias a la colección Clásica de Debolsillo nos llega esta pequeña joya titulada Cuentos de las orillas del Rin, una recopilación de ocho relatos que son una muestra del talento y la imaginación de sus autores.

Definir estas historias como cuentos de terror quizás no sería del todo correcto. Es cierto que en relatos como La ladrona de niños, Lo blanco y lo negro o Hans Weinland el cabalista existe una atmósfera inquietante, con ingredientes terroríficos sobrenaturales y humanos (algo que, en ocasiones, asusta aún más que los relatos de espíritus y demonios); pero también es cierto que en los otros relatos impera una atmósfera más calmada, menos densa, con algunos toques mágicos, pero sin entrar en el horror propiamente dicho. Por ejemplo, historias como El tesoro del viejo duque recuerdan a un mini relato de un contemporáneo suyo, Gustav Weil, titulado Historia de dos que soñaron. Tanto en uno como en el otro, la idea del sueño revelador está presente. Pero mientras Weil lo utiliza para un cuento de una página escasa, simple pero efectivo, Erckmann-Chatrian se adentran en las razones por las que la ubicación de un tesoro sería revelada en un sueño a una persona, en los misterios que se ocultan bajo las piedras y las monedas. ¿Por qué a él y no a otro? ¿Por qué de una forma tan críptica? ¿Quién más sabe de su existencia?

Este dúo alsaciano también se adentra en el mundo de la música, el arte o la cabalística. El relato La pesca milagrosa narra la historia de venganza de un pintor cuyo cuadro inacabado cae en manos inapropiadas a causa de la bebida (es algo más complejo, pero prefiero no revelar toda la historia). Es curioso, pero hay un sinfín de referencias a la pasión por las bebidas alcohólicas de la zona, como se ve en otra de las historias de la recopilación, El canto del vino. En Mi ilustre amigo Selsam nos encontramos ante uno de esos relatos de la época, donde la medicina tradicional era substituida por experimentos magnéticos o, en este caso, musicales.

Uno de los aspectos más interesante de estos relatos es la capacidad que tienen los autores de crear una atmósfera misteriosa e inquietante que nos despierta preguntas de las que nos dan las respuestas sin tan siquiera dárnoslas. Las intuimos, nos dejan ver un pequeño apunte, nos muestran una parte, para que nosotros creemos en nuestra mente el resto. De esa manera no se cae en lo obvio ni en las explicaciones excesivas que, en ocasiones, acaban agotando al lector. Ofrecen las pinceladas precisas para que caigamos en sus garras y deambulemos por sus historias hasta que llega el punto final.

Lo cierto es que es un placer sumergirse entre las páginas de esta antología, discurrir por las calles que tan bien saben describir sus autores para perdernos entre la bruma de los misterios que nos narran con esa prosa precisa que acompaña al lector. Una pequeña joya para los amantes del relato corto que no teman apartarse del realismo y adentrarse en las sombras mágicas que se alzan a la orilla del Rin.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

True detective: cuando una serie es mucho más que eso

01 lunes Sep 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Serie TV

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El Rey Amarillo, Matthew McConaughey, Robert W. Chambers, True Detective, Woody Harrelson

Poco se puede decir sobre True Detective que no se haya dicho ya. Pero tras haberla visto del tirón, es difícil no querer decir algo, ni que sea, probablemente, para repetir lo que muchos otros han dicho.

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Como amante de la literatura que soy, debo reconocer que uno de los aspectos que más me ha fascinado de la serie es que parece pensada casi para ser leída. El relato doble, las escenas pausadas, las reflexiones filosóficas de Rust Cohle (extraordinario e inquietante Matthew McConaughey) podrían perfectamente estar plasmadas sobre el papel y no en la pantalla. Por no hablar del trabajo de personajes. A lo largo de la serie, uno se pregunta por los crímenes, por la autoría de los mismos, pero lo que hace que sigamos allí sentados, lo que hace que sigamos pasando página tras página, fotograma tras fotograma, son los personajes. La profundidad y complejidad que transmiten, la dualidad que representan los hace únicos. No son la típica pareja de poli bueno y poli malo. Cada uno de ellos tiene sombras, secretos. Cada uno de ellos tiene una idea de lo que es la vida y actúan en consecuencia. Más que una serie policial es un estudio psicológico, una posibilidad de ahondar en la oscuridad humana, tanto la de los criminales como la de los policías que los persiguen. Y no solo en la oscuridad, sino en la determinación. Hay quien ante la vida, decide ir optando por distintos pensamientos, mecanismos, para adaptarse, para sobrevivir, para encajar en el mapa trazado por la sociedad en la que vive. Y hay quien se mantiene en su filosofía, en sus ideas y renuncia a todo lo demás por perseguir lo que considera correcto.

Se podría decir que el primer perfil corresponde al personaje interpretado por Harrelson, el detective Martin Hart, y que el segundo es Cohle. Pero sería simplificar demasiado. La gracia de tener un doble relato, la investigación del crimen que ocurre en 1995 y la investigación policial en 2012, permite seguir a ambos personajes en dos momentos de su vida, ver su evolución, ver sus respectivas luchas, sus respectivas soledades y comprender que nada es blanco o negro. La diferencia quizás radique en que los actos de Hart lo llevan a tener que renunciar a ciertos elementos de su vida. En el caso de Cohle, es él mismo quien renuncia por principio, para poder ser él mismo sin implicar a nadie más.

Otro de los aspectos interesantes de la serie está en el título de la misma. Y es que hace referencia al detective verdadero. Acostumbrados como estamos a las nuevas tecnologías, a esos investigadores infalibles que cuentan con CSIs y programas informáticos de última generación; a esos hackers que pueden encontrar cualquier cosa en cualquier sitio, aquí nos hallamos ante un detective a la antigua usanza. Sin gabardina ni sombrero, pero fumando como carreteros. Y dispuestos a seguir las pistas, a fijarse en cada detalle, a tirar del hilo hasta que todo se rompa; incluso si el que se rompe es él. Y ese detective verdadero es Cohle. Independiente, integro y obsesivo; autodestructivo en muchos sentidos y con una capacidad de saltarse las normas siempre que sea por encontrar la verdad; con una filosofía muy marcada y muy profunda que lo lleva a considerarse por encima. Ese es Cohle. Y son esas características las que le permiten renunciar a todo menos a una cosa: resolver el crimen, atar los hilos sueltos, aunque sean peligrosos, y encontrar a los culpables.

Por si fuera poco, la serie tiene referentes literarios de altura. El Rey Amarillo del que hablan algunos de los personajes, esa imagen, ese misterio que sobrevuela la trama y que, en definitiva, es un monstruo disfrazado de ser humano, es un homenaje a una obra de Robert W. Chambers, El Rey Amarillo, una recopilación de relatos inquietantes y que se sumergen en las profundidades oscuras del ser humano y de lo sobrenatural. En esa obra se hace referencia a una obra imaginaria, del mismo título, que produce locura a quien la lee y que entronca con algunos de los referentes del mundo creado por Lovecraft. ¿Quién da más?

Pues todavía hay más. Y es que los títulos del inicio son extraordinarios. De la mano de la canción Far From Any Road de The Handsome Family, nos adentramos en un viaje por la América que retrata la serie (fábricas, iglesias ambulantes, carreteras solitarias…) para ver retazos de los protagonistas y del fuego que arrasa, tanto la tierra como el alma.

Aquí están los títulos inicio: http://youtu.be/FxXRkqXfhYM

Y para los que tengan curiosidad, una pequeña muestra de la intensidad y la magnífica interpretación de Matthew McConaughey: http://youtu.be/VbcwAPZycGE

En definitiva, una serie extraordinaria.

Inés Macpherson

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