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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: mayo 2017

Un incendio invisible, de Sara Mesa (Anagrama)

29 lunes May 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Editorial Anagrama, Sara Mesa, Un incendio invisible

Hay autores cuyos nombres resuenan en tu cabeza, pero cuyas páginas no has tenido todavía entre tus manos.  Es el caso de Sara Mesa. Había leído sobre ella, pero no la había leído a ella. Como colaboradora habitual de Anika Entre Libros, tuve la suerte de poder descubrir Un incendio invisible, novela ganadora del Premio Málaga en 2011, que fue revisada por la autora para la edición que publicó Anagrama en febrero de 2017.

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Argumento

El doctor Tejada llega a la ciudad de Vado para hacerse cargo de la residencia de ancianos New Life. Este dato podría resultar poco relevante en otros lugares, pero en este caso lo es, porque lo hace justo en el momento en que toda la población está abandonando la ciudad. A Tejada no parece importarle. Busca la soledad, no conectar con nadie, huir de sí mismo y su pasado. Pero, curiosamente, a pesar de los escasos habitantes, su propósito se verá truncado. Poco a poco irá entrando en contacto con individuos que parecen tan perdidos como él: la recepcionista del hotel en el que se hospeda, un investigador de fenómenos migratorios y una niña solitaria a la que le gusta que la llamen Miguel.

Y mientras a su alrededor la gente se va marchando y la ciudad se va desmoronando, abandonada y olvidada, ellos permanecen, observan y contemplan cómo todas aquellas piezas que creemos inamovibles van cayendo, cómo esa solidez de asfalto que tanto nos reconforta, lentamente, se va rompiendo.

 

Opinión

Hay algo fascinante en las novelas que podrían entrar en la categoría de distopía sin necesidad de grandes cataclismos ni poderes totalitarios que nos ahogan en control y sumisión. Resultan fascinantes porque pueden mostrar sin necesidad de justificar, sin necesidad de dar una razón plausible a por qué ocurre lo que ocurre. Simplemente pasa. El lector tendrá que atreverse a interpretar. Y ese es otro de los rasgos fascinantes de Un incendio invisible: que te invita a reflexionar, a ir más allá de ir pasando simplemente páginas. Te pide, te exige y a la vez te lleva sin esfuerzos por ese universo extraño y personal que la autora sitúa en una ciudad imaginada pero que es, a su vez, muy real.

Como la propia autora comenta en la nota a esta edición, esta novela fue publicada en 2011. Desde entonces, Sara Mesa ha publicado otras novelas y un volumen de relatos. Ella misma comenta que, tras haber revisado Un incendio invisible ha descubierto ciertos rasgos que después ha ido desarrollando en sus otros libros, temas y elementos que han ido apareciendo, creciendo… No puedo opinar al respecto porque, como ya he dicho antes, esta es la primera novela que leo de la autora, pero debo reconocer que tiene un universo propio que resulta llamativo y que invita a leer más, porque es realmente suyo, difícil de comparar y de clasificar, y eso siempre es algo a celebrar.

Acostumbrados a historias con un principio y un final claro, con razones y porqués claramente delimitados, aquí nos sumergimos en un lugar que está siendo abandonado. ¿Por qué? Podría ser por la crisis, como ha ocurrido con Detroit. Pero ¿la decrepitud de la ciudad es el origen o la causa del abandono? ¿La abandonan porque está muriendo o es a la inversa? También podría ser por algún tipo de confabulación extraña organizada por los poderosos, como sugiere Benmoussa, el investigador de fenómenos migratorios que insiste en explicarle todas sus teorías a Tejada. Quizás también podría ser porque hay un desencanto generalizado en la sociedad, que intenta huir, buscar en otro lugar la respuesta que no ha encontrado en la ciudad. Quizás en otra ciudad la encuentre. Quizás en el campo… Aunque quizás no halle ninguna respuesta porque la pregunta debe planteársela en otra dirección un poco más interna.

Poblada de personajes extraños, la ciudad de Vado parece el reflejo de un mundo que se viene abajo, de un sistema que ha intentado brillar sin importar cómo ni a qué precio y que ahora va cayéndose, haciendo que todos corramos a resguardarnos en otro lugar probablemente idéntico. Entonces, ¿por qué hay gente que se queda? ¿Son los desarraigados? ¿Son aquellos a los que no les importa desaparecer? Es difícil saberlo. En torno a Tejada encontramos personajes peculiares como un viejo que espera con ansias en Fin del Mundo y el Juicio Final; una anciana en silla de ruedas que habla con Dios en la sopa o un enfermero convertido en jardinero por culpa del alcohol que parece obsesionado con destruir a Tejada… Encontramos a una enfermera que resiste a pesar de las pésimas condiciones; una recepcionista de hotel vestida con un kimono y decidida a no marcharse de Vado o una niña acompañada de un galgo esquelético que recoge tesoros rotos que la gente ha abandonado. ¿Qué une a todos estos personajes? ¿Es su relación con la ciudad o con Tejada? ¿Es su deseo de permanecer allí o la sensación de que tampoco tienen nada mejor en otro lugar? ¿Por qué nos quedamos en un sitio si éste se está desmoronando?

Las relaciones que se establecen entre los personajes resultan chocantes, extrañas y, en algunos casos, incluso incómodas por su ambigüedad. Pero, ¿cómo establecer una relación normal, estable y abierta en un mundo que parece que se está cayendo a trozos? Además, ninguno de ellos es del todo sincero, ni entre ellos ni con el lector, porque nunca sabes realmente cómo son, qué hacen allí. Intuimos, como lectores, algunos elementos, pero son eso, intuiciones, pequeños fragmentos que cazamos al vuelo entre la narración, creando una atmósfera extraña que nos sumerge aún más en ese universo de Vado. Tejada, con ese mantra personal con el que se va recordando que él es un gran hombre con una gran misión y ese fantasma con nombre que le acompaña pero no sabemos realmente por qué. Benmoussa, con otra gran misión entre manos, aunque con una tendencia paranoica que hace que uno dude de todo… Cada uno de los personajes tiene una forma precisa y a la vez difusa, como el mapa de Vado, que poco a poco se va vaciando.

Un incendio invisible es un libro extraño, que nos habla de una ciudad que se va vaciando, sumida en un calor asfixiante y un abandono paulatino que choca y fascina, y que parece un reflejo, una metáfora de aquellos que la habitan. Es un libro que nos muestra los caminos de unos seres que se cruzan, cada uno con una maleta a cuestas, real y simbólica. Es una novela alegórica, que sirve de espejo a la crisis que teóricamente ya se ha superado, pero que sigue vaciándonos, como a Vado, no de ciudadanos, pero sí de otras cosas sin las cuales, como la ciudad, podemos venirnos abajo o dejarnos derruir.

Un libro interesante y distinto que nos recuerda que la literatura es algo más que ir pasando páginas. La literatura, por suerte, sigue siendo una excusa, una chispa para hacernos pensar.

Inés Macpherson
Fuente: Anika Entre Libros (http://www.anikaentrelibros.com/)

Siete casas vacías, de Samanta Schweblin (Páginas de Espuma)

22 lunes May 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos, Lecturas y reseñas

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Ana María Matute, Cuentos, NoExpliqueu, Nollegiu, Páginas de Espuma, Samanta Schweblin, Siete casas vacías

Hace tiempo que Páginas de Espuma se ha convertido en una editorial de referencia para el mundo del relato. Con ediciones exhaustivas y extraordinarias de autores consagrados, como la dedicada a los cuentos de Edgar Allan Poe o los de Antón Chejov, y ediciones cuidadosas de autores actuales, son una apuesta segura para el amante del relato corto. Además, son los editores del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, un premio al que cada edición se presentan más autores. En 2015, Samanta Schweblin ganó dicho premio con una recopilación impresionante: Siete casas vacías.

Siete casas vacias

El título de esta recopilación nos hace pensar enseguida en uno de los protagonistas de los relatos: las casas. En algunos cuentos la presencia de la casa es más palpable que en otros, pero siempre está presente, su interior o lo que ocurre al otro lado, en la periferia, de las casas propias y las ajenas. Y es que las relaciones personales, normalmente, tienen un espacio acotado, un lugar en el que nacen, se enraízan, se rompen… Quizás por eso en muchos de los relatos nos encontramos precisamente con esas relaciones tan habituales en las casas: las de las familias, las filiales, o las propias, las que tiene uno mismo con la familia y su espacio. Pero la acción no siempre ocurre en dichas casas. A veces es en el jardín, en la puerta, en el rellano o en el coche… Por eso hablamos de casas vacías, aunque a veces ese vacío está habitado, y es la persona quien quiere salir, sin poder hacerlo, huir, vaciar el lugar de su presencia. También por eso, en algunos relatos nos enfrentamos a los silencios, a la intimidad, a las crisis personales o a la locura. Como la propia autora comentaba en una entrevista en InfobaeTV, hay un recorrido por la locura en sus relatos, pero no por la locura de los “locos”, sino por la de las personas sanas, las que están cansadas de «arrastrar siempre los mismos problemas, con los que han luchado y han probado miles de maneras de escapar y, de pronto, empiezan a probar nuevas alternativas».

Las escenas que suceden en las casas de «Nada de todo esto», el relato que inicia el libro, tienen un punto extraño, pero no en el sentido de sus relatos anteriores, como los que podíamos encontrar en Pájaros en la boca. Aquí hay algo más cercano, más palpable, menos fantástico. La extrañeza es más difusa, está más enlazada con la realidad emocional y mental de los personajes, haciendo que lo extraño no se sitúe tanto en la imperturbable reacción de los protagonistas como en la sutileza que subyace en lo que está ocurriendo. Nos extraña, pero de manera distinta, incomodándonos por lo humano que nos llama y nos observa.

En «Mis padres y mis hijos» vemos ese difícil universo que es el de la pareja divorciada, siempre con ganas de echar la culpa al otro, de encontrarle los defectos para arrancarle los ojos, o como mínimo la custodia. En este caso, una pareja divorciada se encuentra ante un pequeño problema: ella quiere que los hijos se queden con el padre, pero el padre no puede dejar a sus progenitores solos… ¿Por qué? Pues quizás porque en este preciso instante van corriendo desnudos por el jardín. Y la desnudez es algo espantoso, o al menos eso nos han hecho creer. El impudor, la desnudez, tanto de los cuerpos ancianos como de los cuerpos infantiles, implica una serie de cosas en el imaginario colectivo. Lo interesante de este relato es cómo la autora llega al final, cómo el horror que se ha ido tejiendo alrededor del suceso contrasta con lo que se ve al otro lado del cristal de la casa. Algo similar ocurre con el relato «El hombre sin suerte», donde una niña acompaña a sus padres y a su hermana al hospital por una intoxicación y debe prestar sus bombachas (bragas), que son blancas, para que su padre las pueda sacar por la ventana del coche y le dejen pasar más rápido. Lo que ocurre al llegar al hospital, la situación que se da en los grandes almacenes y que sólo el lector puede rellenar, pues la narración no lo dice, nos recuerda que, las historias, a menudo, están hechas de a dos: con el autor y el lector. Y en ese dúo reside lo fascinante, pues la autora juega con nuestro imaginario colectivo, con nuestra mente; dispone una serie de elementos que nos hacen presuponer, intuir. ¿Qué ocurre realmente? ¿El hecho es inocente o lo es sólo la niña, que ve el mundo con unos ojos distintos que los nuestros?

En la casa de «Para siempre en esta casa», una mujer vive la pesadilla de tener que recoger cada cierto tiempo la ropa del hijo muerto de sus vecinos. Es una especie de ritual aceptado, doloroso para ambas partes, que nos recuerda la dificultad de algunos duelos, de saber que hay que dejar algún espacio para que circule el aire. En cambio, en el relato «Cuarenta centímetros cuadrados» asistimos precisamente a lo contrario, a esa falta de aire, de espacio, no tanto porque el lugar en el que se lleve a cabo la acción sea pequeño, sino por el espacio que uno siente que ocupa en su vida, en el mundo, en relación con los demás. Este es uno de los relatos más hermosos de la recopilación, aunque no el más potente. Ese adjetivo cae sobre el relato más largo de todo el libro, «La respiración cavernaria». En esta historia poética y llena de simbolismo, asistimos a la narración en tercera persona de una mujer mayor que quiere morir porque tiene una respiración cavernosa. Ella tiene una lista de todo lo que debe ir haciendo para morirse. Sus recuerdos se entremezclan con la narración de manera sutil, dejando que intuyamos, revistiendo la vulnerabilidad que nos transmite de algo distinto, algo extraño y que nos inquieta. Con un final y unas reflexiones fascinantes, este cuento se adhiere al lector, ofreciendo una visión brutal de la obsesión, la culpa y el dolor a través de una voz narrativa increíble.

Acaba la recopilación «Salir», un extraño relato donde una mujer sale de casa en albornoz y se sube al coche de un hombre. La sensación que tenemos como lectores es que, tras haber transitado por realidades palpables, en este caso hay algo onírico, irreal y fascinante que nos extraña y nos acoge.

Como ya anuncié hace unos días, los cuentos de Samanta Schweblin se encontrarán con los de Ana María Matute en la próxima sesión de la #NoExpliqueu, en la librería Nollegiu. Será este miércoles 24, a las 19:30.

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¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

 

Los amigos imaginarios llegan a Puck y Blackie Books

15 lunes May 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas, Literatura juvenil

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A. F. Harrold, Blackie Books, Confesiones de un amigo imaginario, Emily Gravett, Los imaginarios, Michelle Cuevas, Puck

Érase una vez un libro imaginario, digo, imaginado. Fue el primero, pero luego llegaron muchos más. Y es que la imaginación no tiene límites, y podemos darle la forma que queramos. Algo similar pasa con los amigos imaginarios e imaginados, que se supone que podemos darles la forma que queramos. Pero, ¿qué piensan ellos? ¿Qué les ocurre cuando no estamos? ¿Y si les olvidamos? ¿Y si descubren que son imaginarios y sufren una crisis existencial? Hay personas que se sienten invisibles y saben lo que es que nadie te vea, que nadie te note. ¿Es así como se siente un amigo imaginario?

Este año, dos editoriales españolas han decidido publicar dos magníficos libros que se han atrevido a contestar alguna de estas preguntas. Blackie Books publicó en febrero Los imaginarios, de A. F. Harrold, con ilustraciones de Emily Gravett. Y en abril, Puck ha publicado Confesiones de un amigo imaginario, de Michelle Cuevas. Ambos deambulan por el mundo habitado por los imaginarios, pero de maneras distintas y complementarias. Ambos están pensados para lectores de entre 9 y 12 o 14 años, pero lo cierto es que pueden arrancar una sonrisa a más de un adulto, porque no sólo nos cuentan una historia para jóvenes lectores, sino que nos hablan de la imaginación, la amistad y la identidad, temas que, en definitiva, tienen cierto aire universal.

Los imaginarios

Los imaginarios nos presenta a Amanda y Rudger. Rudger es el mejor amigo de Amanda. Y Amanda es la mejor amiga de Rudger. Hasta aquí todo parece normal, pero es que Rudger no existe. Es un imaginario. Un día apareció en el armario de Amanda y desde entonces no se han separado… Hasta que Amanda tiene un accidente. Separado de su mejor amiga y de la única que cree en él, Rudger empieza a apagarse. Consciente de que eso se debe a que Amanda está lejos, hará todo lo posible por llegar a ella. Pero, ¿cómo hacerlo si nadie más en el mundo real lo ve? ¿O está equivocado y alguien más puede verle? Pero, ¿por qué?

Confesiones de un amigo imaginario nos presenta a Jacques Papier, un niño que cree que, excepto su hermana Fleur, todo el mundo le odia, porque nunca lo escogen en el patio para formar un equipo, en clase los profesores le ignoran y nunca le devuelven el saludo. Pero un día descubre la verdad: es imaginario. ¿Eso significa que no existe?
¿Quién es él en realidad? Dispuesto a descubrirse a sí mismo, le pide a Fleur que lo imagine libre, aunque no tiene muy claro qué significa eso realmente. A partir de ese momento, emprenderá un viaje hacia lo desconocido lleno de aventuras y descubrimientos que harán que, poco a poco, vaya construyendo un mapa de sí mismo.

Confesiones de un amigo imaginario

La historia de A. F. Harrold es una historia sencilla pero hermosa, llena de humor y de una calidez entrañable. Con una dosis equilibrada de sombras y luz, jugando con las diferentes facetas del miedo y de la amistad, Harrold crea una pieza amable que te envuelve y te acompaña. Es divertida, ingeniosa y con diálogos maravillosos, como el momento en el que, tras ensuciar la moqueta de barro, la madre de Amanda le pregunta a su hija cuándo aprenderá. Amanda, ni corta ni perezosa, responde: «El lunes, en el colegio». Con esta frase, el autor consigue presentar perfectamente a la protagonista. Y la vemos, no sólo gracias a las magníficas ilustraciones de Emily Gravett, sino porque su manera de pensar, de hablar, están perfilados al milímetro.

Por su parte, Confesiones de un amigo imaginario utiliza una primera persona magnífica, la de Jacques Papier. La imaginación que desprende no sólo la historia en sí, sino las ideas e imágenes que Jacques crea hacen que este libro sea una oda a la imaginación en sí misma. Es un canto a los sueños, a la capacidad de crear, de pensar y de cambiar las cosas. Divertida, con unos dibujos con un toque gamberro e ingenioso, como su protagonista, la novela seduce porque hace referencia a la amistad, pero también a la identidad, a la capacidad de ser por uno mismo, algo que, seamos o no imaginarios, a veces nos cuesta. Las transformaciones de Jacques y sus otros amigos imaginarios (hay una Vaquera con patines, un calcetín maloliente y muchos otros seres imaginados que van de los animales más clásicos a las formas más insólitas, como la de una pelusa parlante) son un pequeño muestrario de lo que cabe en la mente de un niño.

Por supuesto, en ambos libros se plantea la preocupación que pueden tener los padres ante la imaginación desbordante de los hijos, así como el miedo que pasan los imaginarios al no saber qué les pasará si dejan de imaginarlos. Pero lo cierto es que, aunque dejen de estar allí, a nuestro lado físicamente, si es que eso es posible para un ser que sólo vemos nosotros y nadie más, siguen allí, forman parte de nosotros y nosotros de ellos. Porque la imaginación se transforma, no se seca a no ser que la sequemos, a no ser que la coartemos y la encerremos en una caja fuerte de autoimpuesta seriedad, como si ser adulto significara ser aburrido y atado a lo palpable, a la realidad. La mente vuela, siempre lo hace, y la imaginación es el fruto de esos saltos al vacío que hacemos de vez en cuando al soñar, al desear, al pensar que podemos hacer algo…

Dos libros que son un canto a la infancia, a la imaginación y a la amistad. Dos historias que nos hablan de la identidad, de la capacidad de superación y de la fuerza de voluntad que podemos tener para ser realmente nosotros: únicos y cambiantes, reales e imaginados.

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin (Lumen)

08 lunes May 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Cuentos, Lumen, NoExpliqueu, Nollegiu, Pájaros en la boca, Samanta Schweblin

Hay nombres que, al leerlos en la prensa, te llaman la atención. Hace algunos años, leí una crítica sobre Samanta Schweblin y me quedé con su nombre, sobre todo porque escribía uno de los géneros que más me fascina, tanto como lectora como narradora: el relato corto. Así que decidí adentrarme en su obra. Hoy me gustaría hablar de Pájaros en la boca, una recopilación de cuentos que Lumen publicó en 2010.

Pájaros en la boca

Pájaros en la boca está compuesto por dieciocho narraciones que saben adentrarse en lo extraño desde distintas perspectivas. El universo de Schweblin es peculiar, y nos lo deja claro desde el principio. Al abrir el libro, nos encontramos con el relato «Irman», una historia que nos habla de algo cotidiano, como el hecho de parar en un restaurante de carretera, para convertirlo en algo distinto cuando descubren que el camarero no puede llegar a la heladera, porque es muy bajo, y la mujer que normalmente lo hacía está en el suelo, probablemente muerta. La capacidad de mezclar lo cotidiano y lo extraño, lo fantástico, la imperturbabilidad de algunos de sus personajes y sus narradores ante lo que ocurre, hace que Samanta Schweblin entronque con autores como Cortázar o Kafka, ambos maestros del arte de hilvanar lo normal y lo extraño, difuminando la línea divisoria entre esos dos mundos e introduciendo personajes que deambulan por esos mundos, atrapados y a la vez sin inmutarse, aceptando lo que ocurre sin más.

Algunos de sus relatos hablan de la mujer, de la feminidad y de su condición, retorciendo algunos elementos para llevar ciertos temas un poco más allá. Por ejemplo, el segundo cuento de la recopilación, titulado «Mujeres desesperadas» (nada que ver con la serie de televisión), nos habla de novios a la fuga. En un ambiente rural, en medio de la nada, hay una carretera. Una mujer recién casada es abandonada por su marido cuando éste para el coche para que ella pueda ir al baño. Lo ve alejarse por la carretera, envuelta en la oscuridad, y decide esperar a que vuelva. Pero otra mujer que está allí le dice que se ha ido para siempre. No seguiré explicando el relato, porque vale la pena sumergirse en él, pero diré que la atmósfera que crea, las voces en la oscuridad, el miedo que se va cerniendo sobre la mujer y el final, memorable, hacen que sea, para mí, uno de los mejores cuentos de la recopilación. Siguiendo con el tema femenino, más adelante encontramos un relato extraordinario, «Conservas», que se adentra en un tema muy peliagudo, pero usando de manera magistral lo fantástico para darle un giro a la realidad.

Relatos como «Hacia la alegre civilización», «En la estepa» o «La furia de las pestes» utilizan la atmósfera, el lugar mismo en el que se sitúa el relato, para crear un marco ya de por sí extraño. Sentimos, mientras nos adentramos en sus historias, que hay algo oscuro, algo inquietante que nos rodea; algo que poco a poco se va mostrando. En estos casos, lo interesante es cómo van sugiriendo las cosas, cómo los personajes van desgranando los elementos que el lector necesita para comprender, para intuir lo que se está llevando a cabo entre las páginas.

También encontramos la figura del niño como elemento central en algunos de los relatos de esta recopilación. «Pájaros en la boca», relato que le da título al libro, nos presenta a una niña muy peculiar. La manera en que este cuento se adentra en la extrañeza no es tanto a través de lo que hace la niña, que ya es raro de por sí, sino a través de los padres, de su actitud, y de lo que uno puede pensar que hay tras esa extraña afición infantil. «Papá Noel duerme en casa» nos muestra una realidad adulta a través de los ojos de un niño, con una reflexión final genial, y «Bajo tierra» nos lleva de la mano de unos niños a un universo inquietante y oscuro.

Hay relatos que utilizan un acto espantoso para hacer una crítica brutal a la hipocresía y al mundo del arte, como en el caso de «La pesada valija de Benvides», y otros que utilizan la sutileza para tratar temas complejos, como en el caso de «La medida de las cosas». Me dejo alguno en el tintero, no porque no tengan calidad, sino porque a veces es mejor no desgranar todos y cada uno de los cuentos, sobre todo cuando hay dieciocho, por no alargar excesivamente el comentario.

En definitiva, como en toda recopilación, hay relatos con una fuerza más impactante que otros, pero en general, todos deambulan por un universo que hace que sepas que has entrado en el mundo de esta interesante autora que vale la pena descubrir. Por cierto, para aquellos que quieran descubrirla de otra manera distinta a la lectura, el día 24 de mayo sus relatos se encontrarán con los de Ana María Matute en la próxima sesión de la #NoExpliqueu de la Nollegiu.

Hasta entonces, ¡felices lecturas!

Inés Macpherson

La última salida, de Federico Axat (Ediciones Destino)

02 martes May 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Christopher Nolan, David Fincher, David Lynch, Ediciones Destino, Federico Axat, La última salida

En marzo de 2016 la editorial Destino publicó La última salida, de Federico Axat. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de sumergirme en esta lectura y por fin lo he hecho y, como siempre que uno se deja llevar por la prosa de este autor argentino, el resultado es magnífico. Te adentras en el laberinto que va tejiendo ante ti y, sin darte cuenta, ya te has perdido, desconfías de todo lo que ves, de todo lo que piensas, y con razón, porque sabe cómo llevar al lector por sus propias trampas.

La última salida

Ya en El pantano de las mariposas demostró saber jugar con los prejuicios instalados en el subconsciente personal y cultural del lector, pero en este caso demuestra que sabe incluso jugar con los “tópicos”. Me explico. Ante muchas novelas negras, policíacas, de misterio o de investigación, el lector acostumbrado a este tipo de géneros intuye, hace sus apuestas, y a veces acierta y otras no, pero normalmente sabe por dónde va a llevarle el narrador. En este caso no. En este caso, uno intuye, hace apuestas y, cuando cree que van a ser confirmadas, el narrador da una vuelta y te das de morros con algo que no esperabas. Y, como siempre, aunque creas que ya has llegado al final, no lo has hecho, porque como ya hizo en El pantano de las mariposas, nos aguarda una pequeña sorpresa en la última página, que nos deja, como lectores, en un estado de desconcierto maravilloso.

El argumento empieza de la siguiente manera: Ted McKay está a punto de pegarse un tiro en su despacho cuando llaman a la puerta. ¿Por qué quiere suicidarse? Se supone que es un hombre que lo tiene todo: familia, amor, respeto, dinero… Pero lo curioso no es eso, sino que el hombre que hay en la puerta sabe lo que está a punto de hacer y tiene una propuesta difícil de rechazar. A partir de aquí, Ted entra en un juego extraño que le manipula a él y nos manipula a nosotros, los lectores.

La prosa de Axat es limpia, sabe darle importancia a los detalles que deben tenerla y sabe crear unas escenas y unas imágenes que se quedan contigo al cerrar el libro. Me encantaría detallar algunas, pero temo poder desvelar elementos que es mejor ir descubriendo a medida que uno va avanzando en la lectura. Estamos ante un libro que te atrapa y te hace querer más, descubrir más, intentar desenredar la trama e imaginar la resolución, aferrándote a cada uno de esos detalles como si fueran la clave. Y muchos lo son, pero no en el sentido que uno espera. Por eso comentaba lo de los tópicos, porque cuando uno cree estar entrando en una historia clásica de trampas psicológicas, donde no sabemos qué es real y qué está en la mente del personaje, acertamos, pero sin acertar, porque siempre hay una capa más, un elemento que encaja pero que se bifurca hacia otro lugar distinto, para que volvamos a creer que estamos yendo en una dirección clara cuando, en el fondo, estamos caminando por un laberinto muy bien construido.

La última salida es un libro que empieza pareciéndose a la película The Game, de David Fincher, pasa a deambular por la mente de David Lynch, se adentra en los entresijos de la psique humana haciéndonos dudar hasta de nuestra sombra, y acaba dejando al lector en una especie de suspensión similar a la de Origen, de Christopher Nolan. Casi nada.

Así que, teniendo en cuenta que las librerías siguen teniendo un montón de libros deseando ser leídos a pesar de que ya no sea Sant Jordi, esta es una magnífica opción para que una tarde de fin de semana pase sin que te des cuenta.

¡Feliz martes y felices lecturas!

Inés Macpherson

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