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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: febrero 2014

La gran estafa americana

27 jueves Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Cine

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Amy Adams, Bradley Cooper, Christian Bale, David O. Russell, Jennifer Lawrence, La gran estafa americana

«No me toques el pelo» podría ser una de las frases para definir, sin entrar a valorar la película, La gran estafa americana. Ni el pelo, ni las uñas, ni la ropa. Porque la estética de esta película es una de sus bazas más logradas, su manera de mostrar, sin juzgar, como todos, a nuestra manera, engañamos un poquito: sea con una permanente, sea con el maquillaje, con los tacones altos o, de forma más radical, con la cirugía estética. A veces son pequeñas manipulaciones, adornos, como el de muchos animales, para atraer a la pareja, para agradar al prójimo o a nosotros mismos porque no nos gusta lo que vemos. El engaño, la estafa, no es patrimonio únicamente de las acciones o el poder: puede llegar a bañarlo todo. Y esta película lo demuestra.

american  hustle

Eric Singer y David O. Russell, que además de dirigir también firma el guión, han conseguido perfilar unos personajes que le van como anillo al dedo a esta historia. Nos muestran un mosaico de individuos insatisfechos que se lanzan a la calle a buscar una oportunidad de cambiar su vida, de transformarse, de reinventarse y escapar de lo que parece esperarles a la vuelta de la esquina. Todos quieren mejorar, prosperar, obtener reconocimiento… ser amados.

El primer nivel de engaño en el que se mueven los personajes es en el de su aspecto. En la escena inicial descubrimos a un Christian Bale entrado en carnes (lejos del musculoso Bruce Wayne o del esquelético Trevor Reznik de El maquinista) que necesita más horas que muchas mujeres para acicalarse el pelo, y sobre todo el peluquín. También se muestra a un Bradley Cooper capaz de cubrirse de rulos diminutos para conseguir unos rizos diminutos y lustrosos que le hagan parecer más cool, o a una Amy Adams que pasa del liso al rizado infernal sin pestañear y que modula su acento a su antojo. Incluso Jennifer Lawrence nos enseña su necesidad de lucir: adicta a un esmalte de uñas en concreto, parece capaz de pasarse horas recibiendo rayos UVA con resultados no siempre buenos.

El siguiente nivel de engaño se adentra en las relaciones de pareja, y en este caso el hilo que separa la mentira de la verdad es más fino. Entrar a desgranar este tema sería desvelar ciertos aspectos de la trama que es mejor ir descubriendo. Pero lo que está claro es que en el aspecto emocional engañan y se engañan en muchos momentos sin ser conscientes, sin saber que lo que están diciendo es, de hecho, una mentira. Algo que no solo ocurre a ese lado de la pantalla… Y por último está el gran engaño, la gran estafa. El apelativo “americana” puede hacer referencia a ese sueño americano que, en muchos casos, ha resultado ser una estafa, valga la redundancia. Pero las grandes estafas existen en todas partes. Solo hace falta leer la prensa un día.

Un apartado diferente merece el vestuario. Ellos rozan en muchos momentos el mal gusto. Ellas… bueno, digamos que uno puede salir del cine conociendo a la perfección la curva exacta del escote de ambas actrices. Es una mezcla de glamur y decadencia fascinante, que refleja el intento por aparentar, por demostrar que, aunque por dentro están hundidos y no soportan tu vida, pueden ser perfectos y brillantes.

Si bien es cierto que argumentalmente uno puede presuponer cómo va a acabar la cosa, también es cierto que David O. Russell sabe mezclar registros en una misma cinta consiguiendo un equilibrio que, aunque le cuesta arrancar, acaba resultando agradable e incluso divertida. Pasamos de momentos cotidianos del hogar, aunque cotidianos sería quedarse corto, sobre todo teniendo en cuenta los incendios hogareños que provoca Rosalyn (magnífica Jennifer Lawrence, por cierto), a momentos en los que se puede olfatear un regusto a película mafiosa. No digo que no sea previsible, pero el engranaje funciona.

«No more fiction», dice una de las protagonistas. Quizás ella ya esté cansada de ficción, pero nosotros podemos seguir disfrutándola.

Inés Macpherson

El lobo de Wall Street

27 jueves Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Cine

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El lobo de Wall Street, Leonardo DiCaprio, Martin Scorsese, Matthew McConaughey

Hace unos días, leí una crítica sobre El lobo de Wall Street que comentaba que ver esa película era como un colocón, como estar presenciando un subidón de anfetaminas que no te suelta hasta que llega la última media hora. Bien, algo de razón tenía.

el lobo de wall street-cartel

Martin Scorsese, ese cineasta ambivalente que ha sabido navegar a lo grande entre películas del calibre de Taxi Driver, Uno de los nuestros o La última tentación de Cristo, así como aburrirnos con cintas como El aviador, nos propone en El lobo de Wall Street un viaje alucinante por la locura del dinero, la ostentación, el despilfarro y la completa falta de escrúpulos de un grupo de hombres que supo aprovecharse del sistema. Un viaje de tres horas que pasa a una velocidad sorprendente y que solo se vuelve algo tedioso al final.

Se trata de una película nerviosa y adictiva, con un ritmo frenético que encadena escena tras escena como si estuviéramos en una montaña rusa de sexo, alcohol, juego, diversión y ansias de riqueza; es un canto a una especie de espíritu juvenil y juguetón que no piensa en el futuro, sino en el ahora, en ganar, ganar y ganar, sin importar lo que pase después ni lo que ocurra a su alrededor, consciente de que no habrá consecuencias. O al menos que no serán graves. Conociendo la historia real de Jordan Belfort sabemos que alguna consecuencia hubo…

Estamos ante un cóctel perfecto, ideal para mostrar la penosa y ridícula estrategia especuladora que ha llevado a Occidente a perder la cabeza y el dinero, jugando con el que ni tenía. Porque he ahí la clave: todo ese dinero que se mueve, que crece, que sube y cambia de manos… realmente no existe. No es palpable. Nos muestra una selva donde mentir, engañar y estafar es normal, donde sobrevive el depredador que es capaz de manipular mejor a su presa para que no se sienta presa. Y nos dice que eso es siempre adictivo, siempre quieres más. Algo que resuena en esta vorágine de corrupción que asola nuestro país, pero que llega a muchos otros lugares del planeta. Lo que pasa es que Scorsese envuelve todo esto en un papel brillante, espectacular y divertido que le quita la pátina de crítica y le da un aire de retrato a leer personalmente como a cada uno le plazca. Cosa que también está bien, pues cada espectador podrá hacer su lectura sin que le lleven de la mano.

Respecto al reparto, hay que reconocer que Leonardo DiCaprio está impresionante. Lo ves en pantalla y piensas: «se lo tiene que haber pasado en grande haciendo esto». Y es que parece que se desfogue, que saque toda la adrenalina que tiene dentro, que se recree en cada una de las escenas para dibujar un personaje histriónico, desbocado y hambriento que es capaz de seducir a todo el mundo, incluso al espectador. Otro actor que destaca, a pesar de aparecer escasos minutos, es Matthew McConaughey, que interpreta al agente de bolsa Mark Hanna. La escena del canto iniciático e inspirador es uno de los momentos clave de la película. Vemos, en apenas cinco o diez minutos, una filosofía de vida que marca el camino que seguirá Belfort: ambición, sexo, drogas y lo que sea necesario para estar siempre en ese estado entre alerta y colocado. Porque se trata de eso: de colocarse a base de tener más. No hay límites. El problema es que para tener siempre más alguien se tiene que quedar sin nada. Y es que como dijo la revista Fobres, Belfort era «una especie de Robin Hood que le roba a los pobres para dárselo a sí mismo». Y algo de razón tenían…

El lobo de Wall Street es una película que gusta y desagrada a partes iguales. Si eres capaz de conectar con el viaje y el colocón que te propone Scorsese, probablemente se disfrute.

Inés Macpherson

VI Premi Ictineu 2014 – 20 relatos del fin del mundo

26 miércoles Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Actualidad

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20 relatos del fin del mundi, Editorial Otros Mundos, VI Premi Ictineu

Cuando hace ya más de un año la Editorial Otros Mundos decidió editar una antología de relatos sobre el fin del mundo, fue un placer y un honor compartir espacio literario con nombres como Francesc Miralles, Jordi Cantavella, Silvia Tarragó, Teresa Roig, Gabriel García de Oro o Anabel Botella, entre muchos otros.

20 Relatos del Fin del Mundo (PORTADA castellano)

20 relatos del fin del mundo es una antología donde cada uno de los autores que aparecemos, decididmos inventarnos un final… o no, para el pleneta, la humanidad o la vida en general. Y ahora es un honor descubrir que muchos de los relatos que aparecieron en ese libro, incluido el de una servidora, están nominados para el VI Premi Ictineu, un premio que reconoce a las mejores novelas y/o relatos escritos o traducidos al catalán. Los premios son otorgados y elegidos por miembros de las Ter-Cat, de la Societat Catalana de Ciència Ficció i Fantasía, y otras entidades.

Como en la edición anterior, hay dos rondas para seleccionar los finalistas al premio.

– Primera ronda: una votación popular que está abierta hasta el 31 de agosto, en el que cualquier lector puede escoger a su canditato.
– Segunda ronda: los miembros de las Ter-Cat, de la Societat Catalana de Ciència Ficció i Fantasia, y otras entidades, escogerán el ganador de entre los finalistas escogidos en la primera ronda. Esta segunda fase durará hasta el 1 de noviembre.

Tanto la lista de nominados como el formulario de votación están aquí:
https://sites.google.com/site/premiictineu/

Así que si os apetece y nos habéis leído… ya sabéis.

Del miedo y otras islas, de La Tribu 11

25 martes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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antología, Cuentos, Del miedo y otras islas, islas, La Tribu 11

La magia de las antologías que reúnen la obra de diversos autores en relación a un mismo tema es que, a menudo, descubres perspectivas que nunca te hubieras planteado. En marzo de 2013 se publicó Del miedo y otras islas, un título sugerente que nos invitaba a visitar un archipiélago imaginario para descubrir lo que sus islas ocultan: fantasía, terror, fantasmas; islas externas, pero también islas internas.

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ARGUMENTO

Del miedo y otras islas es una curiosa antología de relatos escritos por el colectivo literario La Tribu 11, compuesto por los escritores Antonio Romero Montilla (Harvey), Edgardo Benítez (Edgardo), Esther González (Esther), Fernando Castellano Ardiles (Gothian), Jesús García Lorenzo (clarinete), Manuel Navarro Seva (Boris Rudeiko), Manuel Pérez Recio (Nelo), Montse de Paz (Elisabet), Natalia Rubio (Natts), pepsi, Plácido Fernández González (Plásido), Rafael Homar Ferragut (Rafa), Sergio José Martínez Valls (Valls) y Zoquete.
Se trata de una antología que sitúa todas sus historias en un archipiélago imaginario, las islas Circinus, a veces en el pasado, otras en el presente o en el futuro y que se adentran en los diferentes significados e interpretaciones del miedo y de las islas y de aquellos que las habitan. A través de personajes que se ocultan o se desvelan por completo, a través del misterio, la fantasía o la realidad, estos relatos nos hablan del miedo (a lo que hay fuera, a perder lo que tenemos, a tomar decisiones, a lo que se oculta en la oscuridad o en la naturaleza), de las islas (tanto interiores como exteriores) y, sobre todo, de la vida, repleta de recovecos, secretos… e islas, muchas islas.

OPINIÓN

Del miedo y otras islas no es la primera antología de este colectivo literario llamado La Tribu 11. Ya en 2012 publicaron Necroslogia, una antología de la muerte. Gracias a la variedad de estilos de escritura que cada uno de los autores domina, sus antologías permiten adentrarse en una temática desde distintos puntos de vista, consiguiendo que ningún cuento tenga que ver con el siguiente, y sin embargo, estén todos conectados por una misma sensación difícil de clasificar. Es lo que ocurre en esta antología, donde el miedo y las islas se palpan desde distintos ángulos, desde distintos conceptos, hasta llegar a mostrarle al lector que el miedo (y a veces la vida) puede convertirse en una isla. Una isla interior en la que nos aferramos a los recuerdos, a una imagen que proyectamos al exterior; una isla interior en la que nos resguardamos de la cárcel insular de una relación tóxica, de la que no sabemos huir. Una red de islas que nos obsequian con un mapa de las diferentes facetas del ser humano y sus temores.

En 2002, Paul y Chris Weitz dirigieron la película Un niño grande, con Hugh Grant. En esa película, el protagonista decía ser una isla, Ibiza, porque era divertido y no necesitaba nada de los demás. Sin embargo, a lo largo del film comprendía que ser una isla no está mal, pero que a veces se necesita un archipiélago para sentirse realmente vivo, para que las islas tengan sentido, se comuniquen y formen una comunidad. En esta antología, los autores que forman La Tribu 11 han creado un archipiélago de islas imaginarias para dar vida a sus historias, a sus personajes y a sus miedos y otorgarles un universo particular a cada uno de ellos. Pero, ¿por qué las islas? ¿Y por qué relacionarlas con el miedo?

Hay quien considera que una isla en sí misma es aterradora, pues llegará un momento en que no podrás continuar caminando, en el que no podrás huir, porque ante ti sólo queda el mar, y las oscuras y profundas aguas del océano guardan tantos o más misterios que las pequeñas extensiones de tierra. Durante siglos, escritores y creadores se han sumergido en las posibilidades de las islas desiertas y todo lo que en ellas puede ocurrir. Desde el Robinson Crusoe de Daniel Defoe o El señor de las moscas de William Golding, hasta la serie de televisión Lost, muchos han indagado sobre lo que puede ocultarse en esas pequeñas tierras circundadas por agua. Llegar a una puede ser la manera de descubrirse a uno mismo, de descubrir la bestia que uno lleva dentro o de comprender que hay muchos más misterios en el mundo de los que podamos llegar a desvelar.

En esta antología, encontramos la figura de la isla y del miedo en todas sus facetas. Por ejemplo, en el relato «En la cocina», de Manuel Navarro Seva, el concepto de isla sirve como metáfora para hablar de las relaciones humanas, sobre todas aquellas en las que te sientes prisionero, de las que no sabes cómo escapar y te aterran. Pensar una isla como una cárcel, una prisión para el cuerpo o el alma también es una idea que aparece en el relato «Cobarote, paraíso», de Natalia Rubio, o en «Marea Gris», de Manuel Pérez Recio, donde el protagonista se encuentra en una complicada situación que lo lleva a la locura (o a la lucidez, depende de cómo se mire). Otros autores, como Montse de Paz o Jesús García Lorenzo se adentran en los misterios que pueden ocultar una isla. La primera, en su relato «Marooned», examina el miedo a ser perseguido, el miedo a sentirse observado en un lugar tan pequeño como una isla de la que no sabes salir; pero a su vez expone la fascinación por el misterio que los niños sienten, sobre todo cuando reciben mensajes en una botella de un desconocido. Un canto a la imaginación y a la necesidad que tiene todo aquel que escribe, incluso un simple mensaje en una botella, de ser leído. El segundo se adentra, con «La Salvadora», en la idea más clásica del misterio de las islas: los fantasmas de piratas que aguardan su venganza y el miedo que acecha al que no sabe si creer o no en las leyendas.

Entre los otros relatos encontramos referencias a las islas interiores en las que habitan los recuerdos o las islas exteriores a las que una tribu envía a sus jóvenes a convertirse en adultos. Curiosamente, el último relato de la antología se acerca mucho más a la realidad actual que el resto de los cuentos, al plantear un concepto que nos resulta bastante familiar: si el gobierno puede crear bancos malos, ¿por qué no crear islas malas como antaño, para enviar a los culpables de la crisis?

Entre islas interiores y islas exteriores, encontramos relatos escritos con precisión milimétrica y otros que fluyen con más dificultad; algunos con finales bien trabajados y otros que te dejan a medias; algunos de una originalidad increíble y otros que recuerdan a otras historias ya escritas (algo que no impide que sean igualmente interesantes). Lo que está claro es que, en general, todos ellos demuestran una pasión por la escritura que se transmite en sus historias y que deja un buen sabor de boca. ¿Un consejo? No leerlo del tirón. Intentar saborear cada uno de los cuentos por separado, adentrándose en el universo que cada autor ha creado y decidir con cuál te quedas.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

La invención del amor, de José Ovejero (Premio Alfaguara de novela 2013)

25 martes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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alfaguara, José Ovejero, La invención del amor

En mayo de 2013 Alfaguara publicó La invención del amor, de José Ovejero (Premio Alfaguara de novela 2013). Entre sus páginas, navegamos por el mundo de las relaciones humanas, las crisis personales, las existenciales… Y nos preguntamos, ¿qué pasaría si realmente nos reinventáramos a nosotros mismos? ¿Qué pasaría si nos inventaramos una vida? ¿Acabaría siendo cierta?

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ARGUMENTO

Samuel vive solo en su ático de Madrid. Disfruta de su terraza, desde la que contempla el mundo, el ir y venir de esa sociedad a la que pertenece, pero a la que mira desde lejos. Vive sin esforzarse, sin esperar nada más de lo que tiene: un trabajo que ni le va ni le viene, unos amigos con los que se ve de vez en cuando y unas novias, que van y vienen y desaparecen. Superados los cuarenta, Samuel es un hombre sin pareja estable, sin hijos y que tiene muy claro que no quiere un para siempre en su vida.
Sin embargo, una madrugada recibe una llamada y todo cambia. Un desconocido le da la noticia de que Clara ha muerto en un accidente. Samuel no conoce a ninguna Clara, pero decide asistir al funeral, hacerse suya esa relación de la que le hablaba ese desconocido; llegar a conocer a Clara. Y para ello, deberá inventarse una vida, una vida que podría salvarle o hundirle para siempre, devorado por una mentira que cada vez se expande más.

OPINIÓN

¿Quién no ha soñado alguna vez con vidas posibles, con vidas imaginadas? «¿Qué habría pasado si…?», es una de esas frases que, a menudo, los seres humanos nos preguntamos. En La invención del amor, parece que José Ovejero ha llevado al límite esa idea y hace que el protagonista viva realmente esa vida imaginada, que la haga suya… hasta que esa vida imaginada acabe siendo más real que su propia vida.

Ovejero juega con la fina línea que separa la realidad de la ficción, ese lugar en el que los hombres juegan a pensar en lo que podrían haber sido sus vidas si no fueran como son ahora. Sin embargo, ¿por qué necesita inventarse una vida Samuel? ¿Por qué necesita saber quién era Clara, si jamás la conoció? ¿Tan vacía está su vida real que necesita inventarse una nueva persona para sentirse vivo? Es tentador poder reinventarse, crearse un nuevo pasado para, tal vez, llegar a un futuro diferente al que vislumbras cuando te miras al espejo. Pero eso es algo que hacen personas cuyo pasado es demasiado duro, o demasiado peligroso; o son ellos quienes son peligrosos y se inventan una nueva identidad. ¿Por qué lo hace Samuel? Es difícil de saber. Deambulamos por el libro siguiendo su narración, sus indagaciones y sus acercamientos a la vida de Clara. Y lo hace de la mano de Carina, la hermana de la fallecida, que pasa de odiar al amante de Clara a jugar su juego. ¿Por qué? Quizás porque su vida está tan vacía como la de Samuel, y quizás porque sabe que, en el fondo, ese no es el Samuel del que le habló Clara.

La invención del amor es una novela bien escrita. Pero tiene un problema: cuesta creerse la trama. No porque no esté bien llevada, sino porque en ciertos momentos no comprendes a los personajes ni sus motivos. Es cierto que existen personas que van a funerales de personas desconocidas para compartir la pena ajena. Pero, de ahí a inventarse una vida entera… Necesitamos comprender los motivos, y en ocasiones es difícil vislumbrarlos en la narración. El autor plantea una trama fascinante, pero no ahonda en lo importante, en las profundidades de los personajes, en las necesidades que los mueven. Quizás Samuel simplemente se aferra a su vida imaginada porque es más fácil que reconocer que no le gusta la vida que tiene e intentar cambiarla realmente. Esa podría ser una buena explicación. Pero no acaba de cuajar; hay momentos en que no es verosímil.

En el terreno de los otros personajes, pasa algo parecido. Las intenciones son buenas, pero hay algunas lagunas, falta profundidad. Carina, la hermana de Clara, entra enseguida a formar parte de la vida de ese Samuel al que despreciaba. ¿Por qué? No lo sabemos. No la entendemos. Y eso la hace poco creíble; le falta peso. Lo mismo ocurre con la hermana de Samuel, que aparece de vez en cuando, pero sin saber muy bien cuál es su papel en toda la historia. Tenemos pinceladas, retazos. Y eso hace que, por un lado, la novela sea muy real, ya que a menudo solo conocemos retazos de las personas que nos rodean. Pero la ficción debe dar un poco más, debe llenar esos huecos para hacer que el lector comprenda, comparta y siga el mismo camino que los personajes a los que está leyendo. Y eso es lo que, a veces, no consigue esta novela.

Es, en definitiva, una gran premisa, una buena prosa y una gran idea. El libro destila un buen estilo y una capacidad creativa intensa. Pero podría haber ofrecido mucho más con una historia como esta.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

La Soledad, un cuento de Inés Macpherson

21 viernes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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cuento, Inés Macpherson, L'Astrolabi, La Soledad

Para acabar la semana en la que no ha habido críticas literarias ni cinéfilas, os vuelvo a dejar un cuento muy especial, acompañado, a su vez, de su narración en vivo y en directo. Una muestra de cómo cambia un relato del papel a la voz.

LA SOLEDAD

El Titiritero se sienta, como cada mañana, ante su mesa de trabajo. Los trozos de madera que ya ha empezado a perfilar aguardan, expectantes, para descubrir qué nuevo personaje van a ser. Los títeres ya acabados observan, desde sus estanterías, el prodigio que consiguen las manos del Titiritero. Siempre han querido decirle que lo que hace es maravilloso, pero no lo consiguen. Todavía no han aprendido a hablar. Además, él siempre ha considerado que lo suyo es un oficio, no un arte, y seguramente la opinión de unos trozos de madera a los que ha dado forma tampoco le harían cambiar de idea.

Coge la primera figura inacabada que hay en la mesa e intenta recordar qué había decidido hacer con ella. Se levanta y se pasea por el taller con la madera en la mano, como si los ojos pintados que le observan desde las paredes pudieran recordarle la decisión que tomó la noche anterior. Sabe que debería apuntar este tipo de cosas en un papel y dejarlo junto a cada trozo de madera, pero nunca lo hace. Le gusta trabajar así.

Mientras pasea, enumera mentalmente todos los personajes a los que ha dado vida, todas las historias que ha inventado gracias a ellos y por un instante todo el taller se llena de imágenes y cuentos que ha dejado que ocurrieran. Sin embargo, cada vez que piensa en estas historias, en todos los nombres que ha dado a sus títeres, siente una punzada en el estómago. Siente como se le para el cuerpo, cómo se detiene el corazón y esos ojos pintados le pesan más que nada en este mundo. Sí, quizás sea cierto que crea grandes personajes y grandes historias, y que tanto pequeños como mayores disfrutan con los espectáculos que ofrece. Pero eso sólo está en la superficie. Más adentro, allá donde los ojos de pintura no pueden ver, allá donde su oficio no es más que eso, siente que todos estos seres de madera le han ocupado una vida que ahora está vacía, de la que no sabe salir, en la que está completamente solo.

El Titiritero observa los labios rojos de una de sus últimas creaciones. Es una mujer bella. Siempre las crea bellas, pero ésta lo es todavía más. Le gustaría poder tener alguien así a su lado, de carne y hueso. Real. Pero no sabe dónde buscar. No sabe tan siquiera buscar. Por eso se encierra entre estas paredes a dar rienda suelta a todas las posibles vidas que no ha tenido.

Vuelve a sentarse ante su mesa de trabajo, incapaz de recordar qué había decidido hacer la noche anterior. Observa los pedazos de madera que tienen que dar forma y movimiento a este nuevo personaje desconocido. ¿Qué puede hacer? Ya lo ha hecho todo. Tiene decenas de títeres rodeándole. Con la mitad podría hacer casi todas las historias que representa. Y sin embargo, no puede dejar de crear. Necesita tener las manos ocupadas, la cabeza atenta para que no se le vaya en pensamientos como los que acaba de tener. ¿Qué puede hacer? ¿Qué personaje nuevo puede necesitar? Quizás podría inventar una nueva historia. Así tal vez pudiera descubrir a quién crear. Pero ¿qué historias no vividas le quedan por contar? Ya no se le ocurre ninguna.

Y entonces, sin saber muy bien por qué, le asalta una idea, tal vez descabellada, pero una idea al fin y al cabo. Podría contar su historia. La que sí ha vivido. Podría crearse a sí mismo en madera. Pero, ¿con quién interactuaría? Sonríe. Acaba de pensar algo… Algo todavía más absurdo, pero que, quizás, precisamente por eso podría funcionar. El Titiritero sabe con quién interactúa más, si es que se le puede llamar así. Es con la soledad. Con la Soledad con mayúsculas. Este es el personaje al que tiene que dar forma. Y contar la historia de cómo la soledad se ha apoderado de él, de cómo se ha dejado cazar por ella, de cómo en su vida sólo ha conocido a esta mujer que es transparente, pero a la que ahora podrá dar vida.
No sabe muy bien cómo puede ser la Soledad. Sabe que es una mujer. Y sabe que, en el fondo, es más bella que ninguna de las que ha creado; es la que permanece, la que no se va. Por eso le va dando forma con cuidado, intentando poner en ella todos sus sentimientos, todo su dolor, porque es ella la que sigue allí, la que ha tomado el puesto que debería haber tomado una mujer de verdad. Y por lo tanto, debe ser más bella incluso que ella.

En pocos días ya ha acabado a la Soledad y al Titiritero. Con este segundo no sabe identificarse. Nunca antes había creado a un títere basándose en alguien real, así que nunca se había tenido que parecer a nadie. Ahora que ha decidido crearse a sí mismo, no cree haber conseguido un buen resultado.

No piensan lo mismo los otros títeres que le observan fascinados desde los estantes. Jamás lo habían visto trabajar tan bien y tan rápido. Saben que algo va a pasar, que estas nuevas creaciones van a cambiar la vida del Titiritero. No saben cómo, pero lo saben. Por eso sonríen, de una manera imperceptible que sólo otra madera puede entender. Él ignora esa sonrisa. También ignora que las predicciones de esos ojos de pintura no van mal encaminadas.

La primera representación que hace con sus nuevas creaciones y su recién estrenada historia es un éxito. Siempre lo es cuando se trata de una historia de amor. Y la historia que ha decidido escribir es una de aquellas que narran un amor desgarrador. Tan desgarrador, que como final de la historia, ha pensado que la Soledad acabe con el Titiritero. Aunque para él es simplemente metafórico, ha decidido que le debe dar una forma clara al final de la historia, para que el público pueda entenderlo. Por eso, cuando se están acercando ya los últimos minutos de la obra, deja que la Soledad abrace al Titiritero de madera; que lo abrace con todo el amor que tiene por él. Y poco a poco, desde su puesto de creador, hace que los hilos de la Soledad se enreden sobre ese Titiritero incapaz de escapar de ella. Lentamente, mientras las luces se centran en esa figura enlazada, sus manos hacen que la Soledad ahogue con sus hilos al Titiritero, dejando claro que ella ha podido con él.

El aplauso final llena de orgullo al inventor, que va desenredando a sus dos últimos títeres y con ellos dedica al público un saludo, que es el suyo.

Al quedar la sala vacía, lo recoge todo y lleva a la Soledad y al Titiritero a su sitio entre todos los otros títeres, apaga las luces y se va a dormir, contento de haber podido sacar algo bueno de la tristeza que siempre le acompaña, de ese silencio con que su habitación lo recibe cada noche. Se tumba sobre su cama en la oscuridad, cierra los ojos e imagina que realmente existe esa mujer, que realmente está junto a ella y que la puede abrazar. Sin que los ojos pintados puedan ver lo que pasa tras la puerta del taller, el Titiritero se pierde en esa ensoñación. Se deja llevar poco a poco por ese abrazo imaginario, por ese calor que nota junto a su cuerpo, por esa emoción de sentir que al fin la ha encontrado y que ella no se va a esfumar.

Cuando a la mañana siguiente los títeres no ven al Titiritero entrar por la puerta como siempre, observan a su yo de madera y a esa Soledad que sigue abrazada a él, dejándole sin aire, dejándole sin vida. 

Y aquí os dejo el vídeo de la narración: http://youtu.be/QuokNSp1hdg

Espero que lo disfrutéis.

Inés Macpherson

Cuentos de mar y arena

17 lunes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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Cuentos, Ludovico Einaudi

A veces, la música propone historias. Aquí os dejo dos pequeñas historias y la música que las inspiró:

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DE MAR Y ARENA, por Inés Macpherson
(basado en Le Onde, de Ludovico Einauldi: http://youtu.be/Vg-0DFNTBm0)

Primero

Intento acercarme, pero no puedo. Siempre llega alguien antes que yo, y cuando lo consigo, nunca permanezco. Siempre condenado a retirarme una y otra vez, efímero contacto de tu piel con la mía, si es que lo que tenemos es piel.

Intento escapar de mis hermanas, llegar primero, saborearte primero, dejar en tus entrañas alguna marca, alguna señal de que he estado allí, para que me recuerdes. Pero mis hermanas se sublevan, corren más que yo, se amontonan y me dejan atrás mientras lucho por hacerme notar.

Cuando al fin mis dedos, mis labios y todo mi ser te acaricia, la unión es perfecta. Probablemente lo sea también con todas las anteriores, pero dudo que ellas sientan lo que yo. Esa búsqueda incansable de esa costa en la que sé que tengo una posibilidad de quedarme. La arena es volátil, me absorbe pero enseguida desaparezco, como si no hubiese existido. En cambio, las rocas me abrazan. Años de esfuerzos han hecho que en ellas se abran recovecos, pequeñas piscinas en las que deslizarme y hablar contigo, saborearte, que tú me saborees y al menos dejar un pequeño pedazo de mí, una historia que te pueda acompañar, ni que sea unas horas. Con eso me conformo. Después, volveré a viajar, a mezclarme con mis hermanas, a visitar el mundo entero para descubrir todos sus secretos. Pero siempre volveré. Volveré a besarte, a acariciarte con todo mi ser hasta que ya no quede nada de mí, sólo el recuerdo en tus rocas, que guardarán mi esencia, que seguirán escuchando mis historias, las que te traigo desde los confines del mundo, ese en el que tú también habitas, tierra.

Segundo

Cuenta la leyenda que, antes de que el mundo fuera mundo, la tierra desconocía lo que era el agua. Su superficie, con sus valles inmensos y profundos y sus montañas que intentaban tocar el cielo estaba plagada de árboles, de prados, pero no de agua.

Cuenta la leyenda que, en el universo, las estrellas vivían en armonía, observando la inmensidad. No se les permitía opinar ni sentir más allá de lo que puede un corazón de estrella. Como máximo, se podían amar entre ellas, cruzar el universo la una en pos de la otra creando una estela de poderosa luz que inspirara a las otras estrellas que nacen, a las otras que todavía no han sido capaces de abandonar su posición de observadoras ni se han atrevido a volar.

También cuenta la leyenda que un día, hace tanto tiempo que nadie se acuerda, una estrella rompió todas las reglas y se enamoró. Contemplando la oscura inmensidad en la que habitaba, descubrió un pequeño planeta verde muy cerca del sol, ese astro incandescente al que nadie se atrevía a hablar. Se fijó en la Tierra, en cada uno de sus rincones, en cada uno de sus secretos… y supo que era especial. Ni aunque lo hubiese intentado podría haber evitado el calor que sentía dentro, las ganas de poder acercarse a la tierra, tocarla, recorrerla. Si lo que las otras estrellas contaban era cierto, aquello era amor. Y no un amor de estrella. Era algo más, porque las estrellas sólo podían perseguirse, nunca tocarse. Y ella deseaba poderse deslizar, acariciar aquel planeta silencioso.

El problema era que siendo estrella no podía poseer la tierra, ni acariciarla, ni tan siquiera hablarle, susurrarle a la arena lo mucho que quería estar con ella, sentirse parte de ella hasta formar un todo. Las otras estrellas se burlaban de ella: una estrella no se enamora, mucho menos de un planeta como ese. ¿Qué utilidad puede tener algo así para una estrella? ¿Qué belleza podía encontrar en ese lugar? Las estrellas debían amarse entre ellas, perseguirse por el universo creando un baile de luz y color que dejaba una estela que las otras estrellas podían observar. Cuanto más grande era la estela que dejaban, más grande era su amor y más grande la leyenda que crecía a su alrededor. ¿Cómo iba a perseguir a un planeta que daba vueltas al sol? Nunca podría dejar una estela con él. La Tierra no tenía. ¿Acaso quería ser la única estrella solitaria que no tenía una pareja con la que cruzar el infinito? La pequeña estrella nunca replicaba a las preguntas de sus compañeras. Sabía que tenían razón: era contra natura lo que ella sentía. Pero, ¿y qué? No podía evitarlo. Cada vez que la Tierra se cruzaba en su visión sabía que aquel era su lugar. No quería estar en el cielo. No quería perseguir estrellas por todo el universo, ni descubrir si existía un límite al infinito. Quería reposar junto a la Tierra, deshacerse en ella, recorrerla por todas partes, darle color, darle algo que no tuviera.

Aunque como estrella se suponía que ella no podía escapar a su destino de estrella, lo consiguió. En el momento en que el destino había decidido que ella se convirtiera en una estrella fugaz, en una estrella que persiguiera a otra, ella consiguió escapar de su trayectoria, y cruzó el universo hacia el planeta. Su luz irradiaba como ninguna otra estrella jamás había irradiado. Su estela era la más poderosa que jamás se haya visto. Por un instante, viendo la velocidad que había tomado, el fuego que habitaba en ella, las otras estrellas creyeron que iba a morir antes de llegar a la Tierra, o peor aún, que por la fuerza que llevaba dentro consumiera aquel planeta antes de poder consumar su amor. Pero estaban equivocadas. No chocó con la Tierra. Se fundió en ella. Y la estrella, para darle a su amada lo único que no tenía, decidió transformar su ser en uno de los bienes más preciados del planeta: el agua; el mar. Por eso, el mar siempre retorna a la tierra, una y otra vez, a veces presa de la pasión, a veces como una simple caricia, pero siempre vuelve, eternamente, a cada ola, para acariciarla.

Inés Macpherson

La senda del dragón, Daniel Abraham (RBA Fantástica)

10 lunes Feb 2014

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Daniel Abraham, La senda del dragón, RBA Fantástica

En mayo de 2013, apareció uno de los títulos del nuevo sello fantástico de RBA, Literatura Fantástica. Se trataba de La senda del dragón, de Daniel Abraham. Se habló del cierre del sello, de un nuevo enfoque para el sello… Más allá de esos temas, hay que reconocer que la primera entrega de la saga La daga y la moneda tiene todos los ingredientes para funcionar. A ver cuándo llega la segunda entrega…

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ARGUMENTO

Una misteriosa diosa que amenaza con acabar con el mundo que nosotros conocemos. Un pasado en el que los dragones dominaron la tierra y crearon las razas de los humanos que ahora, tras la extinción de los dragones, pueblan la tierra. Un pasado envuelto en la bruma de la especulación que nadie está interesado en descubrir, demasiado ocupados en planear intrigas y engaños. ¿Nadie? No. Hay alguien que está fascinado por el ensayo especulativo, por la historia y los libros: Geder Palliako. Una afición que conlleva un gran desprecio por parte de sus compañeros de campaña pero que, de hecho, lo hace ser único.

La senda del dragón es el camino que cruza la tierra que pueblan las razas humanas; pero también el camino que lleva a la guerra. Y es que parece que las rencillas y los odios que se han ido incubando están empezando a ver la luz. ¿Quién quiere atentar contra el rey? ¿Qué alianzas se están cociendo en la corte y con qué reinos enemigos?

Ajenos a estas intrigas, los caminos de Marcus, un mercenario especializado en proteger caravanas y con un pasado casi mítico, de Cithrin, una adolescente huérfana que se ha criado en un banco, y de Maese Kit y su compañía de teatro, se cruzarán para transportar una gran cantidad de riquezas a través de esos caminos en los que se respira guerra. También se cruzarán con el camino de Geder Palliako, aunque él será el protagonista de un viaje muy distinto, uno que lo conducirá a un descubrimiento que podría cambiarlo todo.

OPINIÓN

¿Quién tiene el poder: quien tiene el dinero o quien tiene las armas? ¿Quién puede gobernar un país: el que siendo rey no toma decisiones o quien siendo un noble en la sombra mueve todos los hilos? ¿Quién puede cambiar la historia: el peón al que utiliza el poderoso o el que cree dominarlo todo?

Este escritor prolífico que ha escrito varias sagas y que ha conseguido ser nominado con alguna de sus novelas a los premios más prestigiosos del género, como los Hugo Awards o el World Fantasy Award, nos trae, con La senda del dragón, la primera entrega de la saga La daga y la moneda, una novela épica con ingredientes ya conocidos y otros que resultan sorprendentes. Autores como George R. R. Martin ya nos han acostumbrado a las intrigas palaciegas, a las alianzas y las conspiraciones para matar al rey, a sus descendientes o a quien, simplemente, moleste en el camino al trono y al poder. Pero en ningún momento había planteado una protagonista como Cithrin. Aunque no sea el personaje más interesante de la novela (hay que reconocer que el dueto creado por el capitán Marcus Wester y su inseparable Yardem es memorable, así como el personaje de Maese Kit), Cithrin es una novedad sorprendente. Huérfana criada por un banquero, es todo lo contrario a un personaje de acción: sabe pensar a nivel de números, de bonos, de dinero y no sabe nada del mundo de la guerra ni la espada. Es curioso que en una época como la actual, donde la desconfianza hacia los bancos haga que la gente tenga cierto resentimiento hacia la figura del banquero, una de las heroínas de Daniel Abraham sea, precisamente, una banquera con una capacidad para engañar y para sacar provecho de todo lo que toca que incluso inquieta al capitán Wester, uno de los soldados más valientes que ha existido.

Uno de los aspectos más interesantes de la novela es que, aunque sabemos que existen personajes más importantes que otros, todos juegan un papel imprescindible para el avance de la trama. Ninguno está para rellenar ni para distraer la atención; todos están allí por algo. Como decía antes, los personajes de Marcus Wester y Yardem son fascinantes. Los diálogos que mantienen, la complicidad que desprenden sus palabras, hace que sean entrañables y consiguen arrancarte una sonrisa de vez en cuando, sobre todo cuando sus frases van cargadas de ironía. Por otro lado tenemos a Maese Kit, un personaje misterioso al que iremos descubriendo poco a poco, y su compañía de teatro. La idea de hacer pasar a unos actores por soldados para proteger una caravana en la que va una chica que se hace pasar por chico y que lleva un cargamento que es mucho más valioso de lo que el resto cree, parece una mezcla entre Shakespeare (maestro en disfrazar a sus personajes) y un chiste. Es, para mí, la parte más divertida y mejor estructurada de la novela.

Hay que tener en cuenta que Abraham ha dividido la novela en una serie de capítulos en los que el narrador va cambiando. La historia va avanzando pero el lector sólo sabe lo que cada personaje le va contando en el momento. La parte que nos cuentan Cithrin y Marcus es, al principio, la más entretenida, la más alejada de las intrigas de Dawson Kalliam, amigo del rey Simeon (una amistad que recuerda en ciertos momentos a la de Robert Baratheon y Ned Stark de Juego de Tronos), Feldin Maas o Alan Klim. No quiero decir con esto que la parte de las conspiraciones no sea interesante, pero queda deslucida y se hace algo tediosa al lado de los otros personajes y la otra trama. Por otro lado, tenemos a Geder Palliako, un peón en las manos de los poderosos que decide acabar con esa situación, porque está cansado de sentirse utilizado, de ser el bufón o la diana de la burla de los demás.

Aunque el libro está muy bien estructurado y los personajes tienen una fuerza, un peso y una voz propia muy bien encontrada, hay un pequeño pero en esta novela. Y es que sólo al final podemos empezar a comprender lo que aparece en el prólogo, lo que narra el Apóstata. No es hasta el final que empezamos a saber quién es la diosa araña, cuáles son sus poderes y cuál es su objetivo. Y no es hasta el final que vuelve a aparecer este tema. Durante toda la novela es un tema que queda sumergido en la sombra y llegas incluso a olvidarte de él como lector. Por suerte aparece de nuevo y se resuelven algunas dudas.

En definitiva, La senda del dragón es una novela entretenida, con momentos divertidos, otros que se acercan a la épica sin llegar a ella y, en general, unos personajes redondos a los que, esperemos, el autor siga sacando jugo en las siguientes entregas. Es posible que la parte de las intrigas palaciegas y las triquiñuelas bancarias de Cithrin puedan acabar siendo algo tediosas, pero en conjunto, es una lectura distraída, amena y perfecta para aquellos que quieran sumergirse en mundos imaginarios. No tiene ni la envergadura ni la complejidad ni la calidad estilística de Geroge R. R. Martin, pero tiene un estilo propio y unos buenos personajes que la hacen interesante.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

Encerrada, de Kerry Wilkinson (Ediciones B)

10 lunes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Crímenes exquisitos, Ediciones B, Encerrada, Kerry Wilkinson

Hoy empezamos la semana con un libro policiaco. Publicado a finales del 2012 por Ediciones B (colección la Trama), Encerrada es la primera novela de Kerry Wilkinson, una historia que une asesinato y misterio de una manera ágil, pero que en momentos se queda en la superficie.

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ARGUMENTO

La sargento-detective Jessica Daniel despierta un sábado por la mañana con una llamada: han encontrado un cadáver. Eso no es algo extraño en su trabajo, pero lo que hace que ese cadáver sea distinto a otros son las circunstancias en las que se ha encontrado. La mujer asesinada aparece en una casa cerrada con llave. No hay señales de que hayan forzado la entrada ni en ventanas ni en puertas. Así que el equipo de la detective Daniel no sólo tendrá que descubrir quién es el asesino, sino cómo consigue entrar y salir de la casa sin dejar rastro.
Por si fuera poco, ese no es el único cadáver que aparece en esas circunstancias. ¿Y si están lidiando con un asesino en serie? ¿O hay algo más tras esos asesinatos?

OPINIÓN

Aparece un cadáver en una habitación cerrada. No hay ventanas rotas, ni puertas forzadas. Si a eso le añadiéramos un charco de agua sobre el que descansa el cadáver, probablemente tendríamos uno de los típicos acertijos que se plantean a los niños (y no tan niños) para trabajar la imaginación y la agilidad mental. Pero en este caso, lo que encuentra la detective Jessica Daniel no es un charco de agua, sino un charco de sangre. Y el cadáver no es el de un pez, sino el de una mujer estrangulada en su cama. En su primera novela, Kerry Wilkinson consigue plantear no sólo el complejo camino de la resolución de un crimen, sino la de un acertijo que trae de cabeza a la policía y que parece obra de un mago.

Llevada con agilidad, la trama de Encerrada es uno de los puntos fuertes de la novela, junto con su protagonista femenina, la sargento-detective Jessica Daniel. La forma en que avanza la investigación, en un crescendo que va aumentando lentamente, pero que atrapa, y la forma en que se presenta ese misterio que no deja ver la verdad que se oculta tras los crímenes, hace que el lector tenga ganas de seguir leyendo. Sin embargo, hay que reconocer que para aquellos que están acostumbrados a leer novela policiaca, es posible que puedan ver con antelación hacia dónde avanza la trama y cuál es la resolución antes de que llegue. Eso no le quita mérito al libro, pues tiene un buen ritmo y utiliza correctamente los giros argumentales, pero sí que puede restarle cierta sorpresa al llegar a la parte final.

Lo que resulta quizás más interesante de esta novela es el personaje de Jessica Daniel. Como su homóloga española Valentina Negro, protagonista de Crímenes exquisitos, escrito por Vicente Garrido y Nieves Abarca, la sargento-detective creada por Kerry Wilkinson es una mujer con carácter, con capacidad de decisión y que sabe moverse en un mundo que siempre se ha supuesto masculino, pero que, además de ser una mujer directa y en ciertos momentos agresiva, también tiene contradicciones, sus miedos bajo esa coraza de seguridad que intenta demostrar. Un personaje acertado y con el que el lector en seguida se compenetra. Y acompañando a Jessica Daniel tenemos a una serie de detectives y agentes que, a pesar de tener un papel más secundario, crean una sensación de pequeña familia de investigadores. Si a eso se le añade un periodista con ganas de triunfar pero con cierta ética profesional (que no siempre sale a relucir porque uno tiene que comer y conseguir camelarse al jefe para que le ofrezca un aumento de sueldo), tenemos el cóctel clásico y perfecto para trabajar en un caso de asesinato con misterio incluido.

Sin embargo, cabe señalar que la prosa de Kerry Wilkinson, aunque ágil, peca en ciertos momentos de superficialidad. Quizás movido por la necesidad de crear un ritmo frenético (bien conseguido, por cierto), a veces su lenguaje y sus descripciones se quedan en la mera superficie o se van al otro extremo. Encontrar el propio lenguaje es algo difícil, sobre todo en una novela en la que predomina la acción y el suspense; lo curioso es que, en el momento en que te engancha la lectura, esa superficialidad queda relegada a segundo plano, ya que lo que deseas es seguir leyendo.

En definitiva, Encerrada es una de esas novelas ágiles, dinámicas y con una buena estructura que, aunque quizás no sorprenda a todos, sí que puede entretener y conseguir que pases unas cuantas horas atrapado por sus páginas.

Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)

Agosto, de John Wells

03 lunes Feb 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Cine

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Agosto, Benedict Cumberbatch, Chris Cooper, Ewan McGregor, John Wells, Julia Roberts, Julianne Nicholson, Meryl Streep

En ocasiones, es necesario llegar al extremo, al exceso e incluso al absurdo para poder mostrar claramente y crudamente lo que se oculta tras la fachada de la normalidad, de lo habitual, de lo familiar. Algunas de las películas y algunos de los cuentos de Woody Allen llevan ciertas situaciones cotidianas hasta el límite de lo absurdo para que, mediante la carcajada o la extrañeza, seamos capaces de comprender la crítica que subyace. Algo parecido hace Tracy Letts en su obra teatral Agosto, que John Wells ha llevado al cine con un elenco magnífico de actores.

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No he tenido el placer de poder disfrutar de la representación teatral de esta obra, pero sí de su adaptación a la gran pantalla y debo decir que, a pesar de las escenas de diálogos excesivos y explosivos que muchos tildan de poco creíbles, en esta obra subyacen ciertas críticas que no se deben dejar de lado y que no podrían hacerse sin llegar a ciertos extremos. No es, por supuesto, la primera cinta que se trata de desgarrar y abrir en canal las entrañas de una familia. Sin ir más lejos, ya lo hizo Thomas Vinterberg en 1998 con su Festen (Celebración), en la que podíamos ver cómo, en medio de una celebración familiar, empezaban a aflorar todos los trapos sucios habidos y por haber de la familia. ¿A qué conclusión podemos llegar con esto? Pues que son muchos los autores que han comprendido la hipocresía que une en muchas ocasiones a las familias dispuestas a ofrecer una imagen de perfección cuando lo que hay detrás está rompiéndose a pedazos desde hace tiempo. También son muchos los que comprenden la necesidad de huir de una familia a la que se rechazan, para acabar cometiendo los mismos errores que tanto despreciaban. Agosto tiene un poco de ambas cosas, y una pizca de muchas más.

Agosto nos narra una reunión familiar, pero a diferencia de Festen, dicha reunión no es para celebrar nada, sino a raíz de una tragedia: la desaparición del padre. La cinta empieza en el momento en que éste, Beverly Weston, contrata a una cuidadora para que se haga cargo de la casa y de ellos. Alcohólico confeso, es consciente de la adicción a los fármacos que el cáncer le ha provocado a su mujer, pero no hace nada para evitarlo, de la misma manera que él no deja de beber. Un día, Beverly desaparece y la familia empieza a unirse para buscarle y descubrir que ha muerto. Las circunstancias de la muerte se irán descubriendo poco a poco, pero más allá del dolor de la pérdida, lo que les queda a las mujeres Weston es una gran cantidad de dolor, soledad y rencor que nunca han dejado salir y que encontrará al fin una vía de escape. A medida que se reúnen, se van destapando silencios que ocultaban secretos que desvelan el mecanismo interno de una familia incapaz de comunicar, incapaz de aceptarse e incapaz de amar. Curiosamente, tanto Ivy Weston (Julianne Nicholson), la hija a la que todo el mundo ningunea, de la que todo el mundo espera que haga lo que se le dice, como Little Charles (Benedict Cumberbatch), a quien todo el mundo desprecia porque es algo lento o, lo que vendría a ser lo mismo, distinto a los miembros de la familia sádicos y salvajes que le rodean, son quizás los que mejor intentan huir de ese desmoronamiento crítico, mordaz e hiriente en el que vive la familia. Eso sí, que lo consigan o no es otra cosa.

Una vez se inicia el juego de la verdad, nadie está a salvo de los insultos, los desprecios y los secretos que se desparraman sobre la mesa. Desprecio por no haber conseguido lo que se esperaba de una hija; desprecio porque la hija que tiene que cuidar de la familia quiere independizarse; desprecio porque otra hija intente encontrar el amor buscando de flor en flor… Desprecio por no ser tan fuerte como la madre, esa Violet Weston interpretada por una impresionante y desmesurada Meryl Streep, que consigue sacar lo peor de sus hijas. La lucha de poder entre Violet y su hija Barbara (interpretada por una Julia Roberts que consigue transmitir una autenticidad poco habitual en ella) tiene momentos hilarantes y momentos desgarradores (a veces es la misma escena que produce ambos sentimientos), pero sirve para demostrar que, en ocasiones, contra más luchas para evitar ser alguien, más números tienes para convertirte en ese alguien.

Una mención aparte merecen los hombres de la familia. Ewan McGregor, que interpreta al marido de Barbara, está correcto, pero no sublime. Benedict Cumberbatch, como siempre, nos demuestra que sabe crear personajes por muy pequeños que sean. Y Chris Cooper, que interpreta a Charles Aiken, el tío de las chicas, está magnífico. De hecho, vale la pena solo que por el momento en que se planta ante su mujer y le pregunta a qué viene esa necesidad de ser cruel. Porque es lo que todos nosotros nos preguntamos: por qué todas necesitan escupirse; por qué todas se hieren entre ellas y a sí mismas, por qué se niegan, por qué se desprecian…

Muchos de los resúmenes de la película hablan de la maldición que pesa sobre las mujeres de la familia Weston, condenadas a no ser felices nunca. Pero es más que eso. Hay un peso principal que las ha ahogado siempre y es el de su madre, una mujer que se considera mejor que nadie, más dura, más fuerte y más mujer que ninguna y que, sin embargo, no tuvo el coraje de reconocer el dolor que sentía en su interior y actuar en consecuencia. Se respira un tour de force entre Violet y su marido, a ver quién aguanta más, como si la vida fuera eso y no disfrutar de los pequeños momentos. Y ese mismo tour de force se traslada a las hermanas porque es lo que han vivido. ¿Cómo amar cuando nadie te ha enseñado qué es el amor? ¿Cómo vivir si nadie te ha dejado vivir realmente, si siempre has estado bajo la sombra dominante de una persona que nunca ha apreciado nada de lo que tenías?

Quizás no sea la mejor película del año. Quizás sea cierto que la profundidad de la obra de teatro le dé mil vueltas a la película, que se queda un poco más en la superficie. Y quizás sea cierto que el giro dramático final sea rizar el rizo en exceso cuando ya se había destripado a todo el mundo. Pero lo que está claro es que este exceso familiar extremo sabe conmover, porque habla de la soledad, del sacrificio, del silencio, del dolor y de la necesidad de ser uno mismo aunque nadie a tu alrededor te lo permita.

Inés Macpherson

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