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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: noviembre 2017

Estridente y dulce, de Adam Thirlwell (Anagrama)

27 lunes Nov 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Adam Thirlwell, Editorial Anagrama, Estridente y dulce, novela

En febrero de 2017, Anagrama publicó Estridente y dulce, de Adam Thirlwell, una novela peculiar, cargada de humor, pero también de una profundidad existencial y crítica que deja un regusto extraño, una sensación de perplejidad difícil de clasificar.

Estridente y dulce

Argumento

Cuando el protagonista de esta historia despierta en la cama de un hotel junto a una mujer que no es su esposa, su mente empieza a preguntarse cómo ha llegado hasta allí y cómo debe actuar. Podría aprovechar que está durmiendo para irse y fingir que no ha pasado nada, pero la mujer que sigue en la cama es una amiga, tanto suya como de su mujer, y eso complica un poco las cosas. El problema es que, además, hay un pequeño o gran contratiempo, y es que hay sangre en las sábanas.

Con este episodio de sangre, como él mismo lo llama, se inicia el relato de la vida moral del protagonista. Y es él quien subraya el concepto de moral, porque habrá algo de eso a lo largo de todo el libro. No estamos ante una historia lineal de acontecimientos, sino ante una narración vital y relacional que va hilvanando hechos y reflexiones y nos va mostrando el extraño viaje personal que inicia el protagonista, un joven que llevaba una vida acomodada y sin preocupaciones, hacia los límites de lo establecido.

Opinión

En un momento del libro, el narrador y protagonista hace la siguiente reflexión: «Y es que desde siempre lo único que había querido era vivir. Y la verdadera vida ―y esto no es ningún nuevo descubrimiento mío―, la única que ha sido verdaderamente vivida, es aquella que uno observa en retrospectiva desde una especie de distante punto en las nubes. Este tipo de mirada podría describirse con la palabra “literatura”. O si no literatura, sí al menos discurso». Dicha reflexión me parece una buena manera de definir este libro: es un discurso literario, una narración que se va entrelazando de manera desordenada con monólogos existenciales, cavilaciones filosóficas y consideraciones sobre la moralidad propia y ajena, es decir, social, que rodea al personaje.

Adam Thirlwell se adentra con este libro en la vida de un joven consentido que ha crecido entre algodones, pensando que va a conseguir todo lo que quiera. Es, en cierto sentido, una concentración de distintos rasgos de una generación a la que se le dijo que lo podría tener todo y que, de hecho, parecía tenerlo todo; una generación eternamente joven que, muy a su pesar, se ha encontrado ante un mundo distinto del que esperaba. Por si eso fuera poco, además de esa extraña frustración y desencanto al que se llega cuando descubres que te han prometido algo que no es tan fácil como creías, el autor nos muestra los problemas que conlleva una sociedad en la que parece que los límites cada vez son más dispersos y difusos; un mundo donde se puede conseguir cualquier cosa con un click. Lo sé, parece contradictorio, pero ahí está la gracia: llenamos la vida de objetos que nos traen a casa en veinticuatro horas, mientras lo otro, aquello que no podemos comprar, se va deshilachando, disgregando, perdiendo forma, contorno y límites.

Pero el autor no se queda en las reflexiones, en los guiños críticos, sarcásticos y con un humor extraño. Mediante una voz narrativa fascinante y a la vez despreciable, analiza una generación y la sociedad que la ha gestado y que la rodea en la actualidad. Sí, habla de la infidelidad, pero va más allá del hecho en sí. Porque la infidelidad es sólo uno de los actos que lleva a cabo nuestro protagonista. ¿Es el detonante? Es posible. Pero después de eso aparecen otras brechas por las que seguir disfrutando sin pensar realmente en las consecuencias. Porque, como él insiste en recordarnos, lo que quiere es ser feliz y hacer felices a los demás. Pero, ¿a qué precio? Quizás con este constante recordatorio de la importancia de la felicidad, Thirlwell pretende señalar que, en el fondo, nuestra sociedad también parece estar obligada a ser feliz, algo que ya señaló hace tiempo Pascal Bruckner en su ensayo La euforia perpetua. La diferencia es que, en el caso de Thirlwell, esa supuesta felicidad a veces parece más una excusa para desconectar de la realidad que de vivir realmente.

A través de una mirada extrañamente personal y a la vez distante, el protagonista narra los acontecimientos y sus reflexiones, como si, a pesar de estar viviendo lo que cuenta, estuviera un tanto apartado. Y es ese punto de unión entre lo cercano y lo lejano lo que nos permite ser espectadores y a la vez protagonistas de escenas que recuerdan que hay límites que se pueden romper de manera consentida, sobre todo cuando implica a otra persona y su intimidad, pero otros que, si se rompen, tienen consecuencias. La gracia es que el autor no juega tanto con la preocupación del personaje ante lo que ha hecho como ante la idea que se pueda saber. ¿Es real si solamente lo sabe él? ¿Ha ocurrido realmente si nadie más se entera?

Estridente y dulce ahonda en el lado sórdido y morboso de la sociedad y las personas, pero sin abandonar esa sensación dulce y cálida del amor, de la necesidad; ahonda en las contradicciones éticas y vitales de una generación que iba a conseguirlo todo y que, en cambio, se ha visto limitada en una sociedad que no parece tener realmente límites. Se habla de sexo, de las relaciones de pareja, de las relaciones paterno-filiales e incluso de política y dinero, pero al final, cuando uno cierra el libro, no sabe exactamente qué ha leído. Es como un viaje, casi como si hubiéramos consumido alguno de los múltiples narcóticos que consume el protagonista, que nos muestra una posible espiral de acontecimientos que plantean algunas de las fisuras del mundo en el que vivimos, siempre con un toque de humor que lo hace más ameno.

Un libro curioso que te deja un regusto de perplejidad difícil de clasificar.

Inés Macpherson
Reseña original redactada para: http://www.anikaentrelibros.com

Volver a casa, de Yaa Gyasi (Salamandra)

10 viernes Nov 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Editorial Salamandra, Volver a casa, Yaa Gyasi

Hay novelas que llaman la atención por la portada. Volver a casa, de Yaa Gyasi (Salamandra, marzo 2017) es uno de esos libros. La llamativa combinación de naranja, rojo, blanco y negro hace que uno se quede con la imagen. Y es una imagen que en sí misma quizás no transmita de qué va la historia, pero ¿es necesario que lo haga una portada? ¿No es mejor sugerir, invitar a abrir el libro y descubrirlo por uno mismo? Siempre podemos leer la contraportada, o un comentario como el que viene a continuación, pero que un libro te llame, te invite, es parte de la magia.

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Esta novela empieza con las historias de Effia y Esi, ambas hijas de la misma madre pero de padres de dos etnias distintas, que nunca se llegarán a conocer. Aunque ambas proceden de la misma sangre, están destinadas a seguir caminos totalmente distintos. Mientras Effia es obligada a casarse con un gobernador inglés y residir en el castillo de Costa del Cabo, Esi es una de las mujeres capturadas y encerradas en las mazmorras de dicho castillo para ser enviada como esclava a Estados Unidos.

La narración dibuja el camino que siguen estas mujeres y sus descendientes, repasando los acontecimientos históricos que marcaron el devenir de más de una nación y de muchas personas que tuvieron que luchar por una libertad y por una igualdad por la que siguen luchando hoy en día. Repasa las guerras tribales, el negocio del cacao, el trabajo de los misioneros, la Ley de Esclavos Fugitivos, la lucha por los derechos civiles… y llega a nuestros días, pasando por la manera en que fue construyéndose el Harlem, la epidemia de heroína de los años setenta y mucho más. De la mano de los hijos, nietos y biznietos de Effia y Esi vamos descubriendo pedazos de historia y horror, pero también de amor, esa fuerza que parece capaz de soportar lo insoportable.

Opinión

«¿Quieres saber lo que es la debilidad? Ser débil es tratar a los demás como si te perteneciesen. Ser fuerte es saber que cada uno se pertenece a sí mismo», dice Maame a Esi tras un incidente en que la hija defiende la actitud de Gran Hombre al darle una paliza a una joven por haber hecho mal una tarea. Quizás si esa sabiduría hubiese pertenecido a todos los hombres en ese momento, lo que ocurrió en el continente africano no hubiese acontecido. Pero sucedió. Fue permitido, tolerado, incluso cuando se prohibió. Un horror que es necesario seguir recordando porque, por desgracia, ciertos individuos siguen mirando por encima del hombro a aquel que es distinto.

Lo que hace Yaa Gyasi en este libro es algo remarcable. Por un lado, por el trabajo histórico que destilan sus páginas, llenas de acontecimientos que sirven de marco para las historias de estas dos familias cuyos caminos nacen separados. Por otro, porque sabe captar una esencia humana magnífica en cada uno de los personajes, plasmando los miedos, las convicciones y las dudas, la corruptora tentación del poder y el dinero, y la lucha constante por defenderse a uno mismo como ser humano. Con cada generación, descubrimos matices nuevos; también horrores nuevos que, a pesar de ser conocidos, es bueno poder recordar, porque el pasado nunca debiera ser relegado al olvido, como algunos insisten, porque es lo que marca a las personas, a los países. Y aunque no lo hayamos vivido en nuestra propia carne, algo de eso se queda adherido, fluye por nuestra sangre, por nuestra memoria y nuestros actos.

Volver a casa tiene un inicio hermoso, con una narración que parece casi hermana de los cuentos, las leyendas, quizás porque nos habla de un mundo, de una cultura y una historia que, para los blancos, nos es desconocida. Como Yaw comenta en algún momento del libro, la historia suele relatarse desde un único punto de vista, normalmente, el del vencedor, el del más fuerte. Por eso anima a sus alumnos a buscar la otra parte de la historia, la que nadie te ha contado porque no le interesa. Rodeados de dioses, rituales y rutinas, la narración poco a poco va yendo hacia otros lugares, hacia otras vivencias y otros horrores. Horrores que fueron cambiando de forma, pero no de contenido, siempre basados en esa idea de superioridad, de pertenencia, de que la vida humana podía ser vendida al mejor postor simplemente porque se podía y porque así se ganaría más dinero; simplemente porque, por desgracia, el ser humano tiene tendencia a creer que es mejor que el otro, sea porque pertenece a otra tribu, a otra religión o tiene otro color de piel.

La manera en que poco a poco se van hilando las vidas de los personajes y la historia de sus países; la manera en que se ven los paralelismos, las diferencias, y se van tejiendo las escenas en las que se ve la incomprensión, la injusticia, pero también la pasión y las ansias de ser, hacen que la lectura sea de una intensidad hermosa y fluida. Vas cogiendo cariño a todos los personajes, a esos finales que quedan medio abiertos hasta que llegamos al hijo, que acaba de narrar la historia de sus antepasados, creando una red de relaciones y sucesos que poco a poco se hace tupida, como una manta repleta de vidas, distintas pero unidas. Unidas precisamente por una piedra que forma parte de Maame, la primera madre, y que aparecerá al final de una manera maravillosa, dándole sentido al título de la novela.

Esta es la primera novela de Yaa Gyasi, pero espero que no sea la última y que conserve esta prosa fresca y llena de una fuerza extraña, porque a pesar de los dolorosos acontecimientos que va narrando, sigue destilando una especie de poesía, como si guardara un poco del alma de esas mujeres y hombres que ha ido creando sobre el papel y que cobran vida al ser leídos.

Inés Macpherson
(reseña realizada para Anika Entre Libros)

El arte de conversar, de Oscar Wilde (Atalanta)

08 miércoles Nov 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Editorial Atalanta, El arte de conversar, Oscar Wilde

En una época como la actual, en la que el diálogo está en boca de todos pero nadie lo practica, me parece interesante recuperar un libro que, con su título, nos recuerda la importancia de un arte que tiene ya muchos siglos. Se trata de El arte de conversar, de Oscar Wilde, publicado por la editorial Atalanta y que ya va por su quinta edición.

El arte de conversar

Ante todo, hay que decir que no estamos ante un libro en el que se nos den las claves para dominar dicho arte ni tampoco una alabanza del mismo como manera de llegar a adquirir un conocimiento o un entendimiento entre partes. Se trata más bien de una constatación de la capacidad de Wilde como conversador y, curiosamente, como narrador oral. Acostumbrados como estamos ahora a que se discuta en pantalla, tanto en la televisión como en las redes sociales, la idea de una conversación privada, de ese arte efímero que se comparte en un espacio reducido y con un número reducido de personas empieza a ser algo extraño. No es que no hablemos, pero de hecho, quizás sí que hemos perdido la capacidad de hablar y de escuchar realmente.

Roberto Frías ha realizado la traducción y la edición de esta obra para Atalanta, añadiendo a los textos de Wilde una introducción y un epílogo (casi autobiografía) maravilloso que acompañan los relatos, los aforismos y escritos de Wilde, ese hombre que da la sensación que aunó literatura y vida de una forma peculiar. Se ha dicho mucho de Oscar Wilde y planea sobre su figura una serie de epítetos, tópicos y etiquetas que, a menudo, lo coartan, pues es más amplio que todo eso.

Como narradora oral, debo reconocer que me fascinó descubrir esta faceta en Wilde, a quien siempre imaginé pluma en mano. Pero las palabras tienen muchas formas de fluir, y si tienes quien escuche realmente y recuerde o anote lo que has dicho, siempre puedes acabar condensando sobre el papel lo que se ha pronunciado en una sala, en una mesa, entre amigos. Como Frías recuerda en la introducción, donde explica las circunstancias en las que se narraron algunas de las historias que se reúnen en este libro, Wilde sabía escuchar y, gracias a esa escucha, también sabía hablar, contar, narrar. En relación a uno de dichos relatos, «El poeta», cuenta que el autor explicó varias versiones del mismo. Y que cuando lo hizo con André Gide, antes de narrarlo dejó que éste explicara lo que había hecho aquel día. Al acabar de escuchar, Wilde le dijo que todo aquello le parecía común y corriente, falto de interés para ser narrado. Y cita: «Usted mismo debe entender que carece de interés. Sólo hay dos mundos: uno que existe sin necesidad de nombrarlo, llamado el mundo real, y el otro, el mundo del arte, del que hay que hablar porque sin nuestras palabras no existiría».

Ahora nuestras palabras quedan grabadas en internet, en las redes sociales, en blogs como este, pero a menudo son palabras que forman parte de un monólogo, de un espejo de uno mismo que busca una respuesta que a menudo no llega, porque en el fondo no estamos conversando con el otro, sino con una inmensidad silenciosa desde el teclado de un ordenador. ¿Qué tipo de diálogo tenemos si lo que hacemos es lanzar las palabras al vuelo, contra la nada, a veces en forma de consigna, a veces en forma de carta abierta que quizás tampoco llegue nunca a quien la necesita leer? ¿Qué tipo de conversación, qué tipo de comunicación tenemos si no sabemos si realmente hay alguien al otro lado y, si lo hay, no sabemos si realmente nos escucha?

El poder de la palabra, de la tradición oral, de la conversación, es algo que no tendríamos que olvidar, y este pequeño libro cargado de historias, de aforismos y acompañado de las introducciones y explicaciones magníficas de Roberto Frías, es una buena manera de recordarlo.

Inés Macpherson

Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal (Seix Barral)

07 martes Nov 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Bohumil Hrabal, Seix Barral, Trenes rigurosamente vigilados

En enero de 2017, Seix Barral publicó la memorable Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal, una novela corta, de apenas 150 páginas, pero cargada de Literatura en mayúsculas.

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Argumento

En una estación ferroviaria, Miloš, un joven aprendiz, nos relata su historia, la de su familia, y la que transcurre en la estación, rodeado de personajes como el factor Hubiča, la telegrafista Zdenka Svatá o el jefe de estación, un hombre que criaba palomas de Nuremberg, pero que tras la invasión alemana de Polonia, decide empezar a criar palomas polacas.

Escrito con una gran dosis de humor y toques casi surrealistas, esta entrañable novela muestra el despertar de un joven al deseo, a la edad adulta y a la realidad, a la espantosa realidad que los rodea y que rodea a media Europa. Pero también muestra que, a veces, la resistencia puede existir en los lugares menos pensados, como en las vías de una estación de tren.

Opinión

Con una presentación a cargo de Monika Zgustova, Seix Barral nos trae un clásico de la literatura del siglo XX. La primera vez que me acerqué a la obra de Hrabal fue con su Yo serví al rey de Inglaterra, una obra extraordinaria difícil de clasificar, con un personaje principal inolvidable. Como en esa novela, Trenes rigurosamente vigilados plantea una realidad brutal envuelta en una atmósfera desenfadada, divertida e incluso, en ocasiones, un tanto surrealista, con unos personajes para enmarcar.

Una de las primeras imágenes que nos regala el joven Miloš es la de su familia, en especial la de su abuelo, un hipnotizador que decide enfrentarse personalmente con el ejército alemán: se colocó en la carretera, viendo los tanques llegar, mientras en su mente iba repitiendo la idea que quería colar en la cabeza de los soldados. Pero a pesar de repetir mentalmente «volved a casa», los tanques no pararon y el padre de Miloš tuvo que ir a buscar la cabeza de su padre, aplastada por el peso del metal. El horror y el humor unidos en una simple imagen.

Lo fascinante de esta novela corta es que, con sus escasas 150 páginas, consigue trasladarte a un lugar en el que nunca has estado y visualizar a cada uno de los hombres y mujeres que circulan por esa estación. Desde los ojos de Miloš y desde sus pensamientos vamos conociéndolos, creándonos un cuadro de ese lugar y de cierta locura transitoria y necesaria para sobrevivir el horror.

Con novelas tan poco extensas como esta es difícil no adentrarse en el argumento. Sólo diré que Bohumil Hrabal supo demostrar que la resistencia puede existir en cualquier lugar, y que, a veces, la fuerza aparece donde menos te lo esperas, incluso en las personas que han sucumbido a la tentación de acabar con todo por algo que, comparado con una guerra, podría parecer superficial.

Como Monika Zgustova explica, la vida de Hrabal fue peculiar, como la de los personajes de casi todos sus libros. Y también es peculiar su manera de escribir, de unir las frases como si las fuera cosiendo de manera brillante y a la vez un tanto caótica, demostrando que se pueden hilvanar pensamientos de forma magistral saltando de un lado a otro, como lo hace nuestra cabeza.

Salvando las distancias, uno se adentra en este libro y recuerda la película El tren de la vida, dirigida por Radu Mihaileanu en 1998, donde un grupo de judíos cogen un tren y simulan que es uno de prisioneros para escapar del horror de la guerra y los nazis. Esos trenes que pasaban, arriba y abajo, unos llevando a cientos de personas al horror, otras transportando el horror a otros lugares. Trenes secuestrados por judíos que intentan huir; trenes acribillados como muestra de rebeldía; trenes rigurosamente vigilados que un día pueden encontrarse con la estación equivocada. Pequeñas resistencias, fantasiosas, un poco locas y con un humor al que aferrarse en tiempos de oscuridad. Pequeñas resistencias literarias que demuestran que, a veces, con muy pocas páginas, con pocas palabras, se puede decir mucho.

Inés Macpherson
Fuente: Anika Entre Libros

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