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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: enero 2017

El gato negro y otros relatos de terror, de Edgar Allan Poe (Brosquil edicions/Libros del Zorro Rojo)

19 jueves Ene 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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Brosquil edicions, Edgar Allan Poe, El gato negro, El pozo y el péndulo, Entierro prematuro, Libros del Zorro Rojo, Luis Scafati

Un día como hoy, pero en 1809, nació uno de los maestros del cuento: Edgar Allan Poe. No se me ocurre una manera mejor de celebrar su nacimiento que hablando de sus relatos y de una edición magnífica que contiene tres de sus clásicos. Me refiero a El gato negro y otros relatos de terror, de Edgar Allan Poe, publicado por Libros del Zorro Rojo y Brosquil edicions.

gato-negro_portada

Se trata de una edición ilustrada por Luis Scafati. Reconozco que desconocía su trabajo, pero al abrir las páginas de este libro me pareció una acertada elección para lo que en ellas encontramos. Porque los cuentos seleccionados para esta joya son:  El gato negro, El pozo y el péndulo y Entierro prematuro, tres obras donde Poe jugó con la atmósfera, pero sobre todo con esa línea divisoria entre la cordura y la locura que tan bien dominaba sobre el papel. Pues bien, las ilustraciones de Luis Scafati son un reflejo magnífico de ese universo.

gato-negro_calle

Captura la esencia de los relatos, transmitiendo la presencia constante del gato negro, tanto la real como la que persigue al protagonista, la locura vivida por el condenado a muerte encerrado en una celda llena de trampas mortales, o el pánico en el que vive el protagonista de la gran historia que es Entierro prematuro.

gato-negro_pendulo

 

Para aquellos que conocen los relatos de Poe, este libro es un pequeño regalo para los sentidos. Para aquellos que no la conocen, es una forma magnífica de acercarse a ellos. Lo que está claro es que, tras ver el trabajo de este ilustrador, uno se queda con ganas de saber más de él.

¡Feliz jueves y felices lecturas!

Inés Macpherson

Roald Dahl y Alfred Hitchcock: la unión de dos genios

16 lunes Ene 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Cine, Cuentos

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Alfred Hitchcock, Alfred Hitchcock presenta, Edith Wharton, Editorial Anagrama, NoExpliqueu, Nollegiu, Roald Dahl

En 2016 se cumplían cien años del nacimiento de Roald Dahl. En Barcelona, la Filmoteca de Catalunya le rindió homenaje emitiendo algunas de las adaptaciones a la gran pantalla de sus películas, como Charlie y la fábrica de chocolate, de Tim Burton, Las Brujas, de Nicolas Roge o Four Rooms, de Quentin Tarantino. Pero además de sus versiones cinematográficas, los cuentos de Roald Dahl también pasaron por la pequeña pantalla de la mano de un director ilustre: Alfred Hitchcock.

En 1955, apareció en antena una serie llamada Alfred Hitchcock presenta, que duró nada más y nada menos que siete temporadas. La extensión de cada episodio era de media hora aproximadamente, aunque a partir de la temporada 1961-1962 pasó a llamarse La hora de Alfred Hitchcock, prolongando así los capítulos media hora más. Era mítica la silueta del director, que aparecía al inicio de cada episodio acompañada de un fragmento de la “Marcha fúnebre para una marioneta” y su ingeniosa presentación del episodio, con cierto humor negro.

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Aunque Hitchcock sólo rodó personalmente 17 episodios, siempre ejerció de maestro de ceremonias. Se supo rodear de directores y guionistas fascinantes. Y aquí es donde entra Roald Dahl. Hitchcock se quedó prendado de sus relatos para adultos y, dos años después de estrenar la serie, consiguió los derechos de algunos de sus cuentos para llevarlos a la pequeña pantalla.

En 1958 apareció «Un cordero que llevan al matadero», adaptación que el propio Dahl convirtió en guión y en el que se puede degustar la esencia del cuento original. No entraré a hablar de la historia, porque vale mucho más la pena leer o escuchar el relato, «Cordero asado» (contenido en Relatos de lo inesperado, publicado por Anagrama), o ver el episodio y descubrir la fascinante trama.

Otros relatos fueron llevados a la pequeña pantalla gracias a esta mítica serie, como «Un capuzón en la subasta» o «The Landlady». Pero quizás el más mítico de todos es la adaptación de «El hombre del sur», uno de los primeros relatos que Dahl publicó en Collier’s y que se ha convertido en un clásico, no sólo por la adaptación que apareció en la pequeña pantalla, con Peter Lorre y Steve McQueen, sino porque también llegó a la gran pantalla de la mano de Quentin Tarantino y un extraordinario Tim Roth, en Four Rooms.

Ahora y hasta el 5 de febrero, en Madrid se puede ver una exposición en el Espacio Fundación Telefónica dedicada al cineasta: Hitchcock, más allá del suspense. Una exposición que hace un recorrido por la vida del director y todo lo que rodeó su trabajo.

Pero para aquellos que no puedan ir a Madrid a ver la exposición y tengan ganas de descubrir algo más sobre esta unión, pueden hacerlo a través de los relatos de Roald Dahl. ¿Cómo? Leyéndolos, por supuesto, o acercándose el miércoles 25 a la librería Nollegiu a escuchar algunos de sus relatos, porque vuelve el ciclo #NoExpliqueu con una tercera sesión dedicada a Roald Dahl y a Edith Wharton.

Así que si quieren descubrir una manera distinta de comprender el suspense, las relaciones de pareja y la figura de la mujer en el matrimonio, pasen a disfrutar de la narración de dos maestros del cuento.

Inés Macpherson

Comanchería (Hell or High Water), de David Mackenzie

12 jueves Ene 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Cine

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Ben Foster, Chris Pine, Comanchería, David Mackenzie, Hell or High Water, Jeff Bridges, Nick Cave, Warren Ellis

Hay películas a las que llegas por casualidad. Supe de la existencia de Hell or High Water por la editorial Dirty Works, que anunció su llegada a los cines con meses de antelación. La música a cargo de Nick Cave y Warren Ellis, y la presencia de Jeff Bridges también me parecieron elementos a tener en cuenta a la hora de ir a verla. Y vale la pena. Vale mucho la pena.

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Hell or High Water es una película redonda. Debo reconocer que la traducción del título en castellano me sorprendió. No entendía cómo un título que hacía referencia a la expresión inglesa «come hell or high water», es decir, «pase lo que pase», o que podía entenderse de manera literal como la encrucijada entre dos malas opciones, podía transformarse en algo así. Sigue sin gustarme como título Comanchería, pero una vez vista la película cobra un sentido especial. Y además, al final, un título es un título, un envoltorio, como el cartel, y lo que realmente cuenta es lo que hay dentro. Y lo que hay dentro es impecable.

La historia, dos hermanos que deciden robar bancos y dos representantes de la ley que los persiguen puede recordar a otras historias de atracos, a otros conceptos de Western. Pero esto es mucho más. Es difícil clasificar esta mezcla de road movie con humor negro y aires de atracos del Western, con un ritmo pausado pero sin tregua y una dosis de crítica social apabullante, que deja en su lugar a los bancos. Como dice un personaje secundario en una cafetería: «estos chicos están robando a los que llevan años robándome». Porque los que realmente roban no son esos chicos (vale, sí, lo hacen, pero por una buena razón y una suma concreta, no por codicia, que de eso sí saben muchos otros hombres con chaqueta y corbata). Los ladrones son los bancos. El compañero de Jeff Bridges, un mestizo, medio indio, medio mexicano, llamado Alberto Parker (interpretado por Gil Birmingham), lo explica a la perfección: estas tierras antes eran de mis ancestros y llegaron los blancos y se las quedaron, nos las robaron; y ahora son los bancos quienes están dejando sin tierra a aquellos que nos la quitaron.

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Por eso esto no es una simple historia de robos. Hay mucho más. Hay crítica, pero también hay una maravillosa historia de amistad y de hermandad que llama a algo atávico que hay en nosotros, a esa necesidad de defender a los nuestros, de cuidar de ellos… “come hell or high water”. Nos habla de esa enfermedad llamada pobreza para la que parece que no existe ni existirá cura, porque siempre habrá alguien dispuesto a pisotear, a ganar más a cuesta de los otros. Y también nos habla de esa extraña línea divisoria entre el bien y el mal que, en algunos casos, se difumina, porque a veces, como dice el propio director, existe la “criminalidad redentora”, ese momento en el que la gente buena hace cosas malas por buenas razones.

Por si todo esto fuera poco, tenemos un elenco de actores fascinante. Jeff Bridges, como siempre, está memorable en su papel de ranger a punto de jubilarse, con un compañero mestizo al que machaca a base de chistes malos; pero son los dos hermanos quienes sorprenden. A Ben Foster no lo conocía, pero a Chris Pine sí. Acostumbrada a papeles en los que parece que sólo puede ser una cara bonita, aquí demuestra que es bastante más. Tiene una densidad y una presencia que impactan. De hecho, todos los personajes, incluso los más secundarios, son memorables. Y el paisaje también: ese nuevo Oeste, crudo, seco e inmenso, quemado por el implacable sol y devastado por un vacío extraño, lleno de carteles que anuncian cómo aligerar deudas, cómo conseguir nuevos créditos, más dinero para sobrevivir, es un personaje más. Las carreteras, los pueblos vacíos con todo cerrado, la imagen del típico vaquero que comprende que sus hijos no van a querer seguir con ese trabajo porque están solos, no hay nada ni nadie. Solos. Hay una desolación lírica y amarga en el universo que nos muestra David Mackenzie, una desolación que, además, va acompañada por una banda sonora que le va como anillo al dedo.

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Tras ver esta película, sus imágenes te acompañan, los rostros de los personajes, esas luces y sombras, ese aroma a tierra quemada, a soledad, a desesperación y también a determinación, se adhieren a la piel. Es una muestra perfecta de que, a veces, se puede decir y mostrar mucho entre la trama de una historia sencilla. Porque esta es una historia sencilla pero cargada de elementos que la hacen fascinante. Intensa, sincera, directa y con un paisaje, físico y emocional, que perdura.

Inés Macpherson

La mujer de la libreta roja, de Antoine Laurain (Ed. Salamandra)

09 lunes Ene 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Anika entre libros, Antoine Laurain, Ediciones Salamandra, La mujer de la libreta roja, novela corta, Patrick Modiano

Para empezar el año con buen sabor de boca, hoy voy a hablaros de La mujer de la libreta roja, de Antoine Laurain, publicada en junio de 2016 por Ediciones Salamandra, en su colección Narrativa y traducida por Palmira Feixas. Se trata de una novela corta que consigue reunir en sus páginas misterio, amor, e incluso una investigación, pero sin abusar, sin agobiar; todo es sencillo, todo fluye.

Todo empieza con un bolso en el que hay una libreta roja…

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Argumento

Laurent Letellier es un librero, con pasado de banquero, que lleva una vida tranquila. Divorciado, tiene una relación estable con Dominique, una mujer intensa que se dedica a la bolsa, y, por si eso fuera poco, se lleva bien con su hija adolescente, Chloé. Sin embargo, todo cambia una mañana cuando, dando un paseo antes de abrir la librería, descubre un bolso de mujer abandonado sobre un cubo de basura. Lo coge con la intención de llevarlo a la policía o a objetos perdidos, pero en comisaría hay mucha gente, así que decide guardarlo en su casa hasta que encuentre el momento de devolvérselo a su dueña.

El problema es que en el bolso no hay ni billetero ni móvil, pues ha sido robado y abandonado posteriormente, por lo que Laurent sólo tiene los objetos personales de la mujer para dar con ella. Entre dichos objetos hay una libreta roja donde ella ha ido volcando sus pensamientos, sus miedos, sus sueños… Y poco a poco, Laurent va reconstruyendo su vida, intentando encontrar pistas que le permitan desvelar su nombre e, irremediablemente, se va enamorando de ella.

Opinión

Hay mujeres que llevan lo indispensable en un bolso, y hay mujeres que llevan un universo en su interior. Repleto de bolsillos, cremalleras y pequeños recovecos, consiguen organizar un mundo en un espacio reducido. Laure, la protagonista femenina de esta historia, es de las segundas. Como si necesitara llevar un pedazo de su vida colgando del brazo, tiene retazos de su pasado y su presente en el interior de su bolso. Por eso siente que, al robárselo, el ladrón también le roba parte de su alma, porque allí lo tiene todo, todo lo que habla de ella, todo lo que la conecta al pasado, a sus padres, a su marido muerto, a sus sueños, anotados en la libreta roja del título… Y por eso Laurent siente que, al abrir ese bolso, está abriendo una ventana a la vida de una mujer desconocida. Va recomponiendo su personalidad a través de los detalles y se va enamorando, porque son esas pequeñas cosas las que nos hablan de una persona. Y lo que le dicen los objetos del bolso le gusta.

Como premisa para una historia de amor, la que ha escogido Antoine Laurain es sencilla, pero hermosa y eficaz, porque la desgrana con una lentitud amable, que acompaña, que te mece. No pretende ser una novela de investigación, aunque el protagonista investigue, ni de misterio. Ni siquiera es una novela romántica al uso. Es casi como una caricia, un susurro, porque las escasas 160 páginas que la contienen duran un suspiro. Pero es un buen suspiro, que nos permite deambular por las calles de París, sentarnos en sus cafés, saborear sus platos e incluso encontrarnos con un de los mejores escritores franceses del momento, Patrick Modiano.

La trama avanza a buen ritmo, de forma paralela, viendo el proceso de Laure y de Laurent, al mismo tiempo que, con pequeñas pinceladas, el autor nos permite ir descubriendo sus mundos, las personas que los forman, las que se han ido… Y lo hace de forma concisa, midiendo las palabras, demostrando que, a veces, con muy poco se puede decir mucho. Porque quizás alguien hubiese cogido esta historia y la hubiese alargado. Pero él no. Y es un acierto, porque La mujer de la libreta roja es un relato que no necesita más. Lo que ocurra después, lo que pase al cerrar el libro, depende de cada lector, de su imaginación. Y eso, a menudo, es un regalo, porque no sólo disfrutas de la lectura, sino que lo haces de la elucubración, de la vida de los personajes, que prosigue más allá de las páginas.

Con un capítulo final maravilloso, donde se van hilvanando las acciones de todos los personajes que han ido apareciendo en la novela, incluido Modiano, el autor pone un broche final perfecto a esta agradable y tierna historia que se lee de una sentada y que te deja muy buen sabor de boca.

Inés Macpherson
Fuente (Anika entre libros: http://www.anikaentrelibros.com/)

Un cuento para la noche de reyes

05 jueves Ene 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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cuento, Lloc de Trobada, Mataró Radio, noche de reyes

Hace años, formé parte de un programa de radio llamado Lloc de trobada, en Mataró Radio. Cada semana tratábamos un tema distinto y, cuando el programa caía en fechas señaladas, hablábamos de las fiestas, las tradiciones… Yo era la encargada de los cuentos y, un año, para la noche de Reyes, escribí una historia que ya he colgado en este blog, pero que, viendo el panorama mundial, creo que sigue teniendo sentido volver a compartir, con alguna pequeña modificación, sobre todo hoy, que vuelve a ser noche de reyes…

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«Como cada año, llegaba el día cinco de enero. Y como siempre, en diferentes lugares del planeta, centenares y miles de niños preparaban sus zapatos, platos – dependiendo de la tradición de cada país – para recibir los regalos que los Reyes Magos dejarían durante la noche.

En un lugar del continente europeo, el rey Melchor se preparaba para salir, con la bolsa llena de juguetes y dispuesto a repartir, como cada año, ilusión en todos los hogares que le abrieran la puerta. Eso sí, debía reconocer que cada año era más difícil eso de ser Rey Mago, sobre todo, cuando se trataba de cargar con el saco de juguetes. Le dolían la espalda, le pesaban las piernas… bueno, en realidad, lo que le pesaba eran los años.

En algún lugar de Siria, el rey Gaspar se anudaba la capa, cargaba sobre su espalda el saco de juguetes y abría la puerta. Parecía que la noche estaba tranquila. Aquella era la enésima vez que declaraban un alto al fuego y, por ahora, parecía que lo estaban respetando. Se adentró en la oscuridad y empezó a caminar. A lado y lado, casas derruidas y coches calcinados acompañaban su paso. Seguía siendo extraño pensar que aquel paisaje de destrucción era su hogar.

En África, el rey Baltasar observaba, con el saco de juguetes junto a él, las posibilidades que se abrían en el horizonte. Debía ir al encuentro de sus compañeros Reyes Magos, pero tenía un problema. Los animales estaban enfermos y no podían llevarle a ningún sitio. Y no tenía gasolina para el coche. Tendría que usar una embarcación, pero no tenía ninguna. ¿Qué podía hacer?

El rey Melchor intentó de nuevo levantar el saco lleno de juguetes, pero únicamente pudo moverlo por el suelo. Resopló por el esfuerzo. Volvió a intentarlo, pero no pudo. Entonces, un joven vestido con pantalón y bata blanca apareció por el pasillo.
―¿Qué está haciendo, señor Melchor? ―le preguntó mientras le cogía el saco. El rey Melchor se lo quedó mirando y entonces recordó. Claro. No era él quien debía encargarse de los juguetes, sino aquel joven: su paje.
―¿Me ayuda a llevar los juguetes? ―preguntó el rey Melchor. El joven asintió y, en lugar de ir hacia las escaleras, se dirigió de nuevo a la habitación de la que había salido el anciano―. Pero, ¿qué hace?
―Quédese aquí, señor Melchor ―dijo el joven.
―Pero, ¿y los niños? ¿Y la ilusión? ―preguntó el rey Melchor.
―Hace tiempo que ya no se dedica a ser rey Mago, señor Melchor. Ahora está jubilado. Vive aquí, como el resto de ancianos ―dijo el joven, cerrando la puerta.

En algún lugar de Siria, el rey Gaspar se había quedado helado. Una explosión había resonado justo en la calle paralela. Los gritos, el olor a quemado, la pólvora, el ruido… De repente, notó que alguien se movía a su espalda. Una sombra acababa de robarle los juguetes. Empezó a perseguirle, gritando: «Eh, tú, devuélveme eso. Tengo que llevárselo a los niños». Pero la sombra seguía corriendo sin escuchar. El rey Gaspar corrió y corrió por las calles de su ciudad, que se iluminaban con fuego y pólvora.
Estaba a punto de atrapar al ladrón, cuando una explosión ante él le hizo caer al suelo. Por primera vez, el rey Gaspar pensó que quizás no llegaría a tiempo a su cita de cada año. Quizás ni llegaba…

En la costa africana, el rey Baltasar observaba la embarcación que debía llevarlo al punto de encuentro con los otros reyes Magos. No parecía gran cosa y estaba llena de otros hombres y mujeres que parecían estar ansiosos. De repente, una voz sonó a su espalda:
―Sólo puedes subir si pagas primero.
El rey Baltasar se dio la vuelta y observó al hombre que había hablado. Él no llevaba dinero, y no podía dar como pago los juguetes que los niños habían pedido. ¿Qué podía hacer? No llegaría a tiempo.

Aquel año, los Reyes Magos se dieron cuenta de que, en nuestro mundo, cada vez es más difícil  repartir ilusión. Al día siguiente, no hubo regalos».

Inés Macpherson

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