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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos de etiqueta: novela

El amigo, de Sigrid Nunez (Anagrama)

18 miércoles Dic 2019

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Editorial Anagrama, El amigo, NAvona Editorial, novela, Sigrid Nunez

¿Qué hacemos los humanos ante la muerte? ¿Y ante una muerte por suicidio? Hay quien calla, quien habla, quien busca respuestas y quien busca consuelo; hay quien llora y quien grita; hay quien se encierra en sí mismo y quien se apresura a cristalizar los recuerdos para que no se pierdan también. Y los perros, ¿qué hacen? ¿Cómo les afecta la muerte de aquella persona que no los dejaba a solas nunca? ¿Cuáles son las formas del duelo?

La protagonista y narradora de El amigo, de Sigrid Nunez, publicada en castellano por Anagrama y en catalán por Navona, es una escritora neoyorquina que está enfrentándose a su manera al duelo de la muerte por suicidio de su amigo y mentor. Un día, recibe la llamada de la mujer de su amigo, porque quiere pedirle un favor: que se quede con su perro. Se trata de un gran danés, enorme y artrítico. Aunque no tiene permiso del casero para tener animales de compañía, la escritora decide llevárselo a su apartamento. Poco a poco, se creará un vínculo de amistad entre dos seres que, en parte, se sienten abandonados. Y a través de la escritura y la literatura, de los paseos y los silencios, el duelo irá avanzando.

(Ganadora del National Book Award y el New York Public Library Best Book Award)

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Lo cierto es que hay libros que contienen una historia, con un inicio y un final, un argumento que podríamos dibujar en un mapa y personajes con nombre y apellido. Después, hay historias como las de El amigo, de Sigrid Nunez, que funcionan como novela, como diario, como carta por capítulos, como reflexión, homenaje y repaso literario. Hay diversos géneros y registros en esta historia de amistad que es a su vez una manera de hablar sobre la vida y la muerte, sobre el proceso de escritura y sobre los cambios que está viviendo el mundo editorial y literario en las últimas décadas. Estamos ante una ficción que nos permite ahondar en el interior de varios aspectos de las relaciones humanas, pero también observar la realidad cultural que nos rodea desde la opinión y la crítica de varios personajes que se mueven en el mundo de la palabra escrita.

Encontrar el equilibrio entre dos elementos tan distintos podría parecer difícil, pero Nunez lo consigue mediante un estilo magnífico, que juega con párrafos largos y algunos de apenas tres líneas, citas de libros, frases… Algunas hablan de literatura, otras hablan sobre la amistad entre humanos y perros. A veces hay un orden cronológico, otras veces no, y saltamos de un recuerdo a otro sin saber por dónde vamos, porque así es como funciona la mente. Es un relato ordenado que juega también a transmitir esa sensación de caos, de dolor, de necesidad de sacar todo lo que pasa por la cabeza, esa forma en que se encadenan los pensamientos. Quizás por eso a menudo también se acerca a otros tipos de duelo y de dolor, a una pérdida que no es la muerte, pero que marca de la misma manera. Nunez nos habla del trauma, de la trata de blancas, de la ceguera psicosomática de unas refugiadas de guerra, después de tanto llorar; del mutismo de algunas mujeres obligadas a prostituirse, de la forma en que a veces la escritura permite poder decir algo que no puedes pronunciar en voz alta, aunque luego lo rompas, lo quemes, lo borres de la misma manera en que te gustaría borrarlo de tu cuerpo. A través de estas historias también se escapan reflexiones sobre la ficción y la autoficción, cierto exhibicionismo que, a su vez, juega con un exceso de corrección política que puede cortar las alas o convertirnos en hipócritas.

Quizás por eso también se ha atrevido a hablar de la muerte desde uno de los temas tabú de nuestra sociedad, pues consigue tratar abiertamente el suicidio, exponiendo de forma natural las dudas y las preguntas, los referentes literarios, las reacciones habituales, los mitos que lo rodean. No cae en la tendencia a juzgar o a culpar: expone los hechos, los ajenos y los propios, la forma en que le afecta; repasa lo ocurrido y muestra cómo lo comprende sin necesidad de guardarlo bajo las etiquetas que habitualmente se intentan colocar a aquellas personas que mueren por suicidio.

Leyendo esto, uno quizás se podría preguntar, ¿por qué entonces se habla de un perro? ¿Por qué se le da importancia a esa amistad con un perro? Primero de todo, porque es un contrapunto. Él no te pide explicaciones. No te juzga. Está allí, sin pedirte que te olvides, que te recuperes o que pases página; está. Segundo, porque el perro y ella representan dos duelos distintos, dos soledades que intentan encontrar su forma de vivir, de comunicarse de nuevo, de ser. Porque, al final, de eso se trata, de comprender cómo nos expresamos, cómo nos afectan las heridas, propias o ajenas; cómo el mundo nos toca, nos ofrece historias que nos dicen mucho más de lo que quizás querríamos reconocer.

El amigo es una novela y una carta abierta, una manera de despedirse, de analizar la raza humana y después observar el comportamiento animal y comprobar las diferencias; es una forma de exponer la forma en que nos hemos ido transformando y hemos ido retorciendo la cultura, conscientes de todos nuestros horrores, pero también ciegos, aunque esta vez de forma voluntaria, ante esos monstruos que creamos nosotros. Es una historia de amistad y una despedida, un recorrido literario y una forma increíble de acercarse a la muerte y al suicidio para hablar sin tapujos y sin miedo. Un retrato humano y canino que indaga en la vida y la muerte de forma extraordinaria.

Inés Macpherson
Reseña redactada originalmente para Anika Entre Libros

El Domingo de las Madres, de Graham Swift (Anagrama)

07 jueves Dic 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Editorial Anagrama, El Domingo de las Madres, Graham Swift, novela

Hay libros que son pequeños y perfectos engranajes literarios. El Domingo de las Madres, de Graham Swift (Anagrama, marzo 2017) es uno de ellos. Una historia sencilla pero llena de fuerza, hermosa y envolvente, como una caricia literaria.

El domingo de las madres

 

Argumento

Inglaterra, 30 de marzo de 1924. Es el Domingo de las Madres, una jornada en que es tradición que los señores den el día libre a sus criadas para que puedan festejarlo con sus familias. Y así lo hacen los Niven con sus dos criadas, Milly y Jane. Pero Jane Fairchild es huérfana, por lo que no tiene con quien celebrarlo. Podría emplear el tiempo en lo que quisiera, en ir en bici o pasarse el día leyendo, pero no hace nada de eso, porque justo antes de que los señores se vayan, recibe una llamada telefónica que le ordena ir a casa de los vecinos.

La llamada la ha hecho Paul Sheringham, el único hijo vivo de los vecinos, quien está a punto de casarse con una mujer de su misma clase social. Pero eso no impide que quiera ver de nuevo a Jane, con quien hace tiempo que queda en secreto. Ella sabe que ese será probablemente el último día que podrá estar con él, y lo disfruta. Lo disfrutan. Pero tras la despedida, algo ocurre. Algo que cambiará para siempre la vida de Jane.

Opinión

Sé que Graham Swift forma parte de una generación de novelistas británicos brillantes, como Ian McEwan, pero debo reconocer que esta es la primera vez que me adentro en su prosa. Y ha sido un verdadero placer.

La manera en que Swift nos regala la voz de Jane Fairchild es extraordinaria. Jane es una criada, y como muchas otras parece destinada a ser una especie de fantasma, la fuerza invisible que mantiene un hogar en funcionamiento. Pero ella no es simplemente eso. Pasa sus ratos libres leyendo, fascinada por las novelas de chicos, como dice el señor Niven al referirse a las novelas de aventuras, y fascinada por nada más y nada menos que Joseph Conrad. Quizás por su origen, por su trabajo o por su pasión lectora, ella acaba siendo mucho más que una criada. Se transforma en una observadora de las vidas ajenas, de los detalles, de lo que ocurre a su alrededor. Por eso, a sus 98 años, nos relata su vida… la vida de una escritora, y lo que significó para ella ese Domingo de las Madres.

Nos explica su historia, pero no en primera persona, sino en tercera, con una distancia cercana extraordinaria, saltando de un recuerdo a otro, dejando huecos, creando elipsis que le permiten ir desgranando y a la vez construyendo el pasado y el presente. La prosa que encontramos es suave, como una caricia literaria, donde la voz narrativa, poderosa y a la vez sutil, transmite una intensa carga emocional sin estridencias, sin grandes sentencias. Fluye como si fuera otra piel. Y es que la piel también tiene mucho que ver en esta historia: la piel desnuda de Paul y de Jane. Nunca entra en detalles, no se recrea en explicar el erotismo del roce, del tacto, y sin embargo la narración está impregnada de ese cálido aroma, de esa sensualidad pausada.

No sabría decir qué tipo de novela he leído. Cuesta ponerle una etiqueta para acotarla, porque no creo que deba acotarse. Es simplemente hermosa, conmovedora y envolvente; una historia pequeña pero llena de fuerza, llena de ideas, de pensamientos; un reflejo de la inquietud interior que puede llevarnos a arrancarnos esas etiquetas para construir unas nuevas. Una historia femenina pero universal, intensa, elegante y singular.

Inés Macpherson
Reseña redactada originalmente para Anika Entre Libros

Estridente y dulce, de Adam Thirlwell (Anagrama)

27 lunes Nov 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Adam Thirlwell, Editorial Anagrama, Estridente y dulce, novela

En febrero de 2017, Anagrama publicó Estridente y dulce, de Adam Thirlwell, una novela peculiar, cargada de humor, pero también de una profundidad existencial y crítica que deja un regusto extraño, una sensación de perplejidad difícil de clasificar.

Estridente y dulce

Argumento

Cuando el protagonista de esta historia despierta en la cama de un hotel junto a una mujer que no es su esposa, su mente empieza a preguntarse cómo ha llegado hasta allí y cómo debe actuar. Podría aprovechar que está durmiendo para irse y fingir que no ha pasado nada, pero la mujer que sigue en la cama es una amiga, tanto suya como de su mujer, y eso complica un poco las cosas. El problema es que, además, hay un pequeño o gran contratiempo, y es que hay sangre en las sábanas.

Con este episodio de sangre, como él mismo lo llama, se inicia el relato de la vida moral del protagonista. Y es él quien subraya el concepto de moral, porque habrá algo de eso a lo largo de todo el libro. No estamos ante una historia lineal de acontecimientos, sino ante una narración vital y relacional que va hilvanando hechos y reflexiones y nos va mostrando el extraño viaje personal que inicia el protagonista, un joven que llevaba una vida acomodada y sin preocupaciones, hacia los límites de lo establecido.

Opinión

En un momento del libro, el narrador y protagonista hace la siguiente reflexión: «Y es que desde siempre lo único que había querido era vivir. Y la verdadera vida ―y esto no es ningún nuevo descubrimiento mío―, la única que ha sido verdaderamente vivida, es aquella que uno observa en retrospectiva desde una especie de distante punto en las nubes. Este tipo de mirada podría describirse con la palabra “literatura”. O si no literatura, sí al menos discurso». Dicha reflexión me parece una buena manera de definir este libro: es un discurso literario, una narración que se va entrelazando de manera desordenada con monólogos existenciales, cavilaciones filosóficas y consideraciones sobre la moralidad propia y ajena, es decir, social, que rodea al personaje.

Adam Thirlwell se adentra con este libro en la vida de un joven consentido que ha crecido entre algodones, pensando que va a conseguir todo lo que quiera. Es, en cierto sentido, una concentración de distintos rasgos de una generación a la que se le dijo que lo podría tener todo y que, de hecho, parecía tenerlo todo; una generación eternamente joven que, muy a su pesar, se ha encontrado ante un mundo distinto del que esperaba. Por si eso fuera poco, además de esa extraña frustración y desencanto al que se llega cuando descubres que te han prometido algo que no es tan fácil como creías, el autor nos muestra los problemas que conlleva una sociedad en la que parece que los límites cada vez son más dispersos y difusos; un mundo donde se puede conseguir cualquier cosa con un click. Lo sé, parece contradictorio, pero ahí está la gracia: llenamos la vida de objetos que nos traen a casa en veinticuatro horas, mientras lo otro, aquello que no podemos comprar, se va deshilachando, disgregando, perdiendo forma, contorno y límites.

Pero el autor no se queda en las reflexiones, en los guiños críticos, sarcásticos y con un humor extraño. Mediante una voz narrativa fascinante y a la vez despreciable, analiza una generación y la sociedad que la ha gestado y que la rodea en la actualidad. Sí, habla de la infidelidad, pero va más allá del hecho en sí. Porque la infidelidad es sólo uno de los actos que lleva a cabo nuestro protagonista. ¿Es el detonante? Es posible. Pero después de eso aparecen otras brechas por las que seguir disfrutando sin pensar realmente en las consecuencias. Porque, como él insiste en recordarnos, lo que quiere es ser feliz y hacer felices a los demás. Pero, ¿a qué precio? Quizás con este constante recordatorio de la importancia de la felicidad, Thirlwell pretende señalar que, en el fondo, nuestra sociedad también parece estar obligada a ser feliz, algo que ya señaló hace tiempo Pascal Bruckner en su ensayo La euforia perpetua. La diferencia es que, en el caso de Thirlwell, esa supuesta felicidad a veces parece más una excusa para desconectar de la realidad que de vivir realmente.

A través de una mirada extrañamente personal y a la vez distante, el protagonista narra los acontecimientos y sus reflexiones, como si, a pesar de estar viviendo lo que cuenta, estuviera un tanto apartado. Y es ese punto de unión entre lo cercano y lo lejano lo que nos permite ser espectadores y a la vez protagonistas de escenas que recuerdan que hay límites que se pueden romper de manera consentida, sobre todo cuando implica a otra persona y su intimidad, pero otros que, si se rompen, tienen consecuencias. La gracia es que el autor no juega tanto con la preocupación del personaje ante lo que ha hecho como ante la idea que se pueda saber. ¿Es real si solamente lo sabe él? ¿Ha ocurrido realmente si nadie más se entera?

Estridente y dulce ahonda en el lado sórdido y morboso de la sociedad y las personas, pero sin abandonar esa sensación dulce y cálida del amor, de la necesidad; ahonda en las contradicciones éticas y vitales de una generación que iba a conseguirlo todo y que, en cambio, se ha visto limitada en una sociedad que no parece tener realmente límites. Se habla de sexo, de las relaciones de pareja, de las relaciones paterno-filiales e incluso de política y dinero, pero al final, cuando uno cierra el libro, no sabe exactamente qué ha leído. Es como un viaje, casi como si hubiéramos consumido alguno de los múltiples narcóticos que consume el protagonista, que nos muestra una posible espiral de acontecimientos que plantean algunas de las fisuras del mundo en el que vivimos, siempre con un toque de humor que lo hace más ameno.

Un libro curioso que te deja un regusto de perplejidad difícil de clasificar.

Inés Macpherson
Reseña original redactada para: http://www.anikaentrelibros.com

Futuros perdidos, de Lisa Tuttle (Ediciones Gigamesh)

12 lunes Jun 2017

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Celsius 232, Ediciones Gigamesh, Futuros perdidos, Lisa Tuttle, novela

Todo el mundo sueña. Y todo el mundo, por norma general, piensa en algún momento esa famosa frase que empieza con un «Y si…». Esos «y si…», esas posibilidades que baraja nuestra mente, que se dibujan ante nosotros como opciones, tienen dos direcciones: hacia delante o hacia atrás. Todos sabemos que con cada acción, con cada decisión, estamos escogiendo un camino y desechando un sinfín de otras rutas, de otras posibles vidas, de otros futuros… Y Lisa Tuttle recoge precisamente la idea de esos futuros perdidos y los convierte en el hilo conductor de una historia que se publicó por primera vez a principios de los años noventa y que Gigamesh publicó en castellano en octubre de 2016; novela que, por cierto, ha sido nominada a los premios Kelvin 2017 del Celsius 232, como mejor novela traducida.

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Futuros perdidos es una novela que destila la esencia de Tuttle por los cuatro costados. No he leído otras novelas de esta autora, pero sí sus relatos y, como en ellos, esta historia se adentra en la psique humana, en el peligroso juego de desear siempre lo que no se tiene, de desear escapar de la realidad como elección, pues la huida como existencia tiene sus peligros y sus trampas. La insatisfacción está en nuestra naturaleza. Se supone que, de hecho, esa insatisfacción puede llegar a ser el motor para el cambio, para que alguien con iniciativa decida hacer algo para transformar lo que no le gusta. Pero hay cosas que no se pueden cambiar. El pasado no se puede cambiar. Pero, ¿y si existieran realidades paralelas, esos universos cuánticos donde los acontecimientos del pasado fueran distintos? ¿Y si pudiéramos acceder a ellos? ¿Sería algo bueno o caeríamos en una trampa todavía más peligrosa? Cuando huimos, al menos seguimos conectados a este mundo, aunque no nos gusta. Pero, ¿qué pasa si lo hacemos hacia otros lugares que no sabemos si existen o no más allá de nuestra mente?

La vida de Clare Beckett es anodina. Lleva desde la adolescencia cargando con el peso de algo que ocurrió y que no puede cambiar. Desea con todas sus fuerzas poder cambiarlo y sueña con poder escapar a un mundo en el que las cosas hubiesen sido distintas, a un mundo donde ella hubiese podido ser distinta. Poco a poco, sus sueños son tan reales que ella empieza a confundirse, a perderse entre sus posibilidades, acumulando en su interior todas las vidas posibles sin saber cuál es real, a qué mundo pertenece…

Narrada con su habitual prosa tranquila y sencilla, Lisa Tuttle nos adentra en un laberinto argumental y mental para mostrarnos la angustia que supone no saber quién es uno mismo, pero también para mostrarnos la importancia que tiene ser consecuente con uno mismo. Estamos sometidos a un sinfín de conceptos vitales que nos marcan lo que debe ser la vida y, más allá de lo que ocurrió en el pasado, la insatisfacción de Clare va más allá de esa culpa, de esa tristeza, porque, en el fondo, se pregunta si su vida es plena, si ha hecho lo que quería. Intentar llenarla con sueños de vidas posibles, de futuros que se perdieron porque no tomó la decisión que otra posible Clare sí tomó, es sumergirse en un intrincado pozo que, en el fondo, es otra huida, otra forma de negarse, de no atreverse. Y al final, la vida es eso, atreverse.

Con pinceladas terroríficas que nos muestran la angustia de esa multiplicidad personal, de esas sombras que acechan y que no sabes de donde salen, quiénes son, si es que son reales, la novela avanza jugando con los conceptos de la física cuántica, los universos paralelos y el sinfín de posibilidades que tiene una vida, para retorcer a Clare y al lector, haciéndole recorrer una serie de caminos en los que esas vidas soñadas tampoco son lo que parecen, no porque lo que ella imaginaba feliz no lo sea, sino porque nunca nada es lo que parece cuando está pendiendo de un hilo tan frágil como el deseo, el sueño de otra realidad que no sea la nuestra. Si los «y si…» sólo sirven para anclarnos a las sábanas y maldecir la mala suerte que hemos tenido, para envidiar los futuros que hemos perdido y que imaginamos en manos de otras versiones de nosotros mismos, corremos el riesgo de quedarnos para siempre atrapados en una mente que no es vida, porque aunque respiremos, no vivimos.

Y creo que es por eso que me fascina Lisa Tuttle. Porque más allá de conseguir que te angusties y que se te encoja el corazón o se te erice la piel, te está hablando siempre de mucho más, observando el comportamiento humano, señalando la complejidad de la mente y los deseos, de lo que se supone que hay que hacer y lo que realmente queremos, mostrando el horror que puede desatarse cuando esos conceptos chocan y nos quedamos en medio, incapaces de movernos, incapaces de saber quiénes somos.

Os animo a adentraros en el universo de esta fascinante mujer. Tiene algo extraño y a la vez cercano que hace que sus historias sean siempre más de lo que parecen.

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

American Gods, de Neil Gaiman (Roca Editorial)

13 lunes Feb 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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American Gods, El Biblionauta, Neil Gaiman, novela, Roca Editorial

Ya lo dice Neil Gaiman en la introducción a la Edición X Aniversario de American Gods: «Con este libro no hubo medias tintas: a unos les encantaba y otros lo odiaban. […] Algunos se quejaban de que el libro no era lo bastante americano; otros decían que era demasiado americano…». Yo no sé qué opinar sobre este aspecto. No he viajado a Estados Unidos y lo que “sé” lo he descubierto a través de los libros y las películas, que no es mucho y parte casi siempre de la ficción, así que… Pero, sinceramente, no me importa si es o no americano. Sólo sé que es brillante, fascinante y una muestra de que Neil Gaiman sabe llevarte de viaje por un mundo conocido que, poco a poco, se va volviendo extraño, oscuro, mítico y casi mágico.

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Este libro estaba en mi estantería observándome desde hacía tiempo, pidiéndome ser leído. ¿Por qué ahora? No es tanto por el hecho de que vaya a aparecer en breve la serie, sino porque reconozco que leí una crítica en El Biblionauta (que podéis leer aquí: http://elbiblionauta.com/es/2017/01/30/american-gods-2001-neil-gaiman/), que me empujó a dejar de lado los libros que estaban a medias y sumergirme en este. Y es un problema, porque, después de leer American Gods, me está costando volver a las otras lecturas con la misma mirada.

Y es que American Gods es un viaje increíble, físico y simbólico, por el presente y el pasado de un país que es muchos países en sí mismo, muchas culturas, razas, historias… Y es un viaje simbólico no sólo por lo que normalmente implica el viaje de descubrimiento de uno mismo, que lo es, sino por toda la carga que acompaña dicho viaje, lleno de referencias y de pequeñas reflexiones que dan pie a más de una lectura. Tenemos a Sombra, un nombre magnífico para un hombre que debe encontrarse y descubrirse y, por el camino, curiosamente, parece irse perdiendo, como una sombra, como alguien que está vivo, pero no del todo, como le recuerda Laura, su mujer, en un momento de la novela. Tenemos a Wednesday, un hombre enigmático que dice escoger su nombre porque el miércoles es su día, pero claro, encerrado en ese nombre hay mucho más que un día. Y en ese juego de palabras ya hay una declaración de intenciones. Mencionamos los días sin recordar que provienen de algo distinto. En castellano, miércoles nos recuerda que era el día de Mercurio, como el martes lo era del dios Marte. En inglés, Wednesday proviene del dios nórdico Odín, como Thursday del dios del trueno, Thor… Y así sucesivamente.

Ese olvido del origen es clave en este libro. Porque nos encontramos en un país creado por distintas culturas: inmigrantes, viajeros y exploradores que se adentraron en esas tierras para quedarse y para dejar parte de su ser y de sus creencias, de sus mitos. Con ellos llegaron los dioses y los dejaron allí. Durante un tiempo los hombres y mujeres siguieron creyendo, practicando sus ritos, recordando los mitos, las historias, hasta que poco a poco fueron mezclándose con el polvo y el silencio, relegados, olvidados y, actualmente, machacados y pisoteados por otros dioses de metal y cables, los dioses de la tecnología.

La manera en que Gaiman intercala el viaje del presente con otros viajes, estos del pasado, para explicar cómo llegaron a América ciertos dioses, es magnífica. Vamos contemplando su llegada y, después, contemplamos su declive, convertidos en maleantes, prostitutas, adictos y seres perdidos, que se van difuminando a pesar de seguir siendo dioses. Pero, ¿qué los hace dioses? ¿Sus poderes o que la gente creyera en ellos? ¿De dónde provienen los dioses, si van con nosotros? De nuestra cabeza, de nuestras creencias y esperanzas; nosotros los forjamos, por necesidad normalmente, para dar respuestas, para buscar protección, seguridad; los invocamos, los llamamos para que aparezcan y nos ayuden. Y ellos vienen, toman forma, nos acompañan y después… los olvidamos, los relegamos a meros recuerdos en forma de historia sin poder, convertidos en iconos vacíos y sin sentido. Hay un momento en que Sombra hace una reflexión extraordinaria al respecto:

«La gente cree ―pensó Sombra―. Eso es lo que la gente hace: creen. Y luego no se responsabilizan de sus creencias; invocan cosas, y no confían en sus invocaciones. La gente puebla la oscuridad con fantasmas, dioses, electrones, cuentos. La gente imagina y cree: y es esa creencia, esa creencia firme como la roca, la que hace que las cosas sucedan».

Probablemente haya páginas y páginas de críticas y comentarios sobre esta novela. En 2002 ganó el premio Hugo, el Locus, el Nébula y el Bram Stoker a mejor novela, así que creo que, con eso, se puede presentar por sí misma. Es hábil, con personajes extraordinarios que van apareciendo poco a poco, seduciéndote a seguir viajando con ellos, a adentrarte en su presente y en su pasado, para comprenderlos, para perderte tú también, como Sombra, en ese universo que nos va grande y, sin embargo, en el que encajamos a la perfección. Debo reconocer que mi fascinación por la mitología ha ayudado a que me enamore de estas páginas. La forma en que van apareciendo las distintas culturas, los distintos dioses, hace que tengas ganas de coger una libreta e ir apuntando las referencias que desconocías, que son unas cuantas.

Sólo puedo decir que vale la pena leerlo. Por supuesto, no se trata de una novela realista, ni de un estudio de mitología o del origen de los Estados Unidos a nivel histórico. Es un viaje magnífico en compañía de unos personajes para enmarcar que hacen que creas, no sé si en los dioses, pero sí en la capacidad de la literatura para crear y hacerte soñar. Y eso ya es mucho.

Inés Macpherson

Claus y Lucas, de Agota Kristof (El Aleph Editores)

03 lunes Oct 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Agota Kristof, Claus y Lucas, El Aleph Editores, novela

Hay libros a los que uno se acerca por el autor, por alguna crítica que ha leído o alguna recomendación. Claus y Lucas, de Agota Kristof, llegó a mis manos por una recomendación de alguien que lo había comprado por una razón muy sencilla: la portada. No sabía nada de la autora ni había leído la contraportada, pero la mirada de aquellos dos niños era hipnótica y desasosegante, y no pudo resistirse. Y la portada no engañó: esos dos niños, los protagonistas de las tres novelas que se reúnen bajo sus nombres, Claus y Lucas, son desasosegantes, hipnóticos, salvajes, hermosos… y crueles.

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La novela, publicada por El Aleph Editores en 2007 (en 2014 sacaron la versión en bolsillo) y traducida de forma magistral por Ana Herrera y Roser Berdagué, está compuesta por tres novelas cortas. La primera, El cuaderno, narra la historia de dos gemelos, Claus y Lucas, a los que su madre deja en casa de su abuela para que estén lejos de la ciudad y la guerra. Una premisa como esta podría parecer el inicio de una historia mágica o simbólica, pero lo que nos narra Agota Kristof dista mucho de ser mágico. La abuela, una mujer analfabeta y cruel, los trata como animales. Pero ellos, lejos de dejarse humillar, lejos de hundirse en la tristeza y la desesperación, aprenden. Y escriben. Narran sus historias en un cuaderno, el del título, que esconden aunque la abuela no sepa leer. Seguimos su aprendizaje a base de golpes, de sufrimiento y de crueldad, una crueldad que va en aumento, pero que, a veces, parece mostrar una extraña humanidad salvaje.

La segunda novela, La prueba, narra la separación de los dos hermanos. Lucas, privado de una parte de sí mismo, debe aprender de nuevo a vivir. Podría adentrarme en el argumento de esta novela, pero creo que es mejor no dar muchos detalles, ya que lo interesante de esta especie de trilogía es ir descubriendo las sombras, los engaños, las mentiras y las realidades que poco a poco se van desvelando. Eso sí, si en la primera novela había una crueldad sin velo, una crueldad que podía llegar a ser desagradable, en esta segunda novela subyace una crueldad velada, sutil, que se puede intuir, pero no se muestra hasta que, al final, la bofetada te da de pleno. Y en las páginas finales de esta segunda novela empieza a desatarse La tercera mentira, la tercera parte de la trilogía, que te empuja a formularte un sinfín de preguntas que, poco a poco, se van resolviendo. ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál es la historia real y cuál la mentira? ¿O todas ellas son verdad, pues han sido vividas, aunque de distinta manera?

Es cierto que, tras la sacudida que el lector siente con la primera de las novelas, El cuaderno, las siguientes son más suaves, tormentas menos salvajes, pero igualmente hirientes. Y como muestra, un botón:

«Más adelante leí yo las cartas a los que no sabían y me pedían que lo hiciera. Por lo general les leía lo contrario de lo que decían las cartas.
(…)
El chico al que le leía la carta me decía:
— La enfermera me ha leído la carta de otra manera.
Yo decía:
— Te la ha leído de otra manera porque no quería disgustarte. Yo te he leído lo que está escrito.
Creo que tienes derecho a saber la verdad.
Él decía:
— Tengo derecho, pero la verdad no me gusta. La carta era mejor antes. Ha hecho bien la enfermera leyéndomela de otra manera.
Y se echaba a llorar».

Una escena seca, limpia y brutal donde se muestra una crueldad menos animal, pero quizás más retorcida, quizás más humana. Por eso vale la pena leer estas tres novelas, tanto por separado como en conjunto, porque hablan de un pedazo de nuestra historia, de la crueldad que crece y se alimenta en tiempos de guerra, en tiempos de posguerra. Pero también nos habla de la soledad, de la separación y la pérdida; de la necesidad de crear un mundo propio para sobrevivir, para respirar, mientras se espera y se desespera. Nos habla de las heridas y el miedo, de la sensación de fracaso y el odio visceral e inevitable que puede nacer cuando te dicen constantemente que no eres nada, que hay alguien que lo haría mejor que tú, y te conviertes en sombra, en animal, en monstruo.

Existe cierta tendencia, entre algunos autores, a relatar cada acto, a decorar cada escena para hacerla más visual. Agota Kristof demuestra que puede traspasarse la piel, la retina y llegar a impactar en el cerebro de manera visual sin necesidad de florituras. Su escritura es directa, seca, brutal y perfecta. No le sobra ni una sola coma, ni una sola palabra, que está tejida para ir desgarrando de distintas maneras. Porque lo cierto es que cada una de las tres pequeñas novelas desgarra, cada una con su estilo y con su historia.

En algún momento del libro, uno de los personajes dice que «por muy triste que sea un libro, nunca puede ser tan triste como la vida». Pero parece que, en este libro, la autora intenta llevarle la contraria a su personaje.

Un libro imprescindible, tanto por su estilo como por lo que narra, que no deja indiferente.

Inés Macpherson

El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov

30 lunes May 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Alianza Editorial, El maestro y Margarita, Mijaíl Bulgákov, novela

Normalmente, soy de las que desgranan argumentos e intentan hacer un análisis del argumento del libro del que hablo en los posts. En este caso, he decidido no hacerlo, o al menos, no de la manera habitual. Y es que El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov es una novela en la que, según mi parecer, es mejor entrar a ciegas.

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En el momento en que abrí la primera página, sólo sabía lo que aparecía en la contraportada, es decir, que se trataba de una novela que narraba las peripecias del Diablo y su séquito por Moscú; peripecias que servían para radiografiar las debilidades humanas y criticar la sociedad del momento. ¿La novela es sólo eso? No, es mucho más. Es un viaje fantástico, cargado de ironía, humor y magia por partes iguales, con personajes memorables, escenas fascinantes y una idea que subyace: dependiendo de quién sea Dios, quizás es mejor seguir al Diablo… Sobre todo si es esta increíble criatura imaginada por Bulgákov, que sabe desnudar el alma humana para dar un escarmiento a ciertos vicios y a unas cuantas falsedades; una criatura con un séquito completamente hilarante, que provoca momentos inolvidables. Un aparte merece Margarita, un personaje fuerte, decidido y lleno de magia, que sabe lo que quiere y lo persigue, cueste lo que cueste; un personaje entrañable, dulce y salvaje, hada y bruja, que hace de contrapunto a la locura de Voland, Asaselo, Koróviev y Popota, y a la vez se sumerge en ella.

Podría decir mucho más. Hay análisis de la obra, comentarios extensos sobre las razones de su censura, lo que pretendía con su novela el autor… Esta vez, yo me quedo con la sensación que me ha dejado: un viaje increíble que vale la pena hacer sin estar preparado; dejarse llevar, sumergirse en sus páginas y confiar.

Si queréis leer alguna curiosidad sobre el manuscrito original y el paralelismo con el manuscrito del que se habla en la novela, podéis descubrirlo en este artículo de El País: http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/07/actualidad/1396876234_497467.html

Yo simplemente os animo a descubrir esta joya, donde hay gatos que hablan, magia negra, y donde incluso los trajes pueden seguir escribiendo sin sus dueños.

Inés Macpherson

Trabajo sucio, de Larry Brown

01 martes Dic 2015

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Etiquetas

Dirty Works, Guerra Vietnam, Larry Brown, novela, Trabajo sucio

Hace ya tiempo que se oyen rumores de que el mundo del libro está en crisis, de que las grandes superficies están matando a las librerías de toda la vida, al igual que las grandes editoriales están devorando a las pequeñas. Y es posible que haya casos que lo demuestran, pero también hay casos que contradicen esa afirmación. Desde hace unos años, en Barcelona van apareciendo librerías de barrio llenas de ganas, con un fondo cuidado y una agenda cultural envidiable (ejemplos como Casa Usher, Nollegiu o la librería Pere Calders, o más recientemente Barra/Llibre). Y van apareciendo editoriales que quieren demostrar que, a pesar de ser pequeñas, se puede tener un catálogo impresionante. Ejemplos de ello son Males Herbes, que ya llevan un tiempo ofreciendo joyas en forma de libro, o Dirty Works, la editorial que ha publicado precisamente Trabajo sucio, de Larry Brown.

brown_libro

ARGUMENTO

Walter y Braiden son dos veteranos de la Guerra de Vietnam. Walter es un hombre blanco con la cara completamente desfigurada; Braiden, un hombre negro al que le amputaron brazos y piernas. Ambos coinciden en un hospital de veteranos y, postrados en cama, comprenden que solo tienen al otro para poder lidiar con sus propias sombras.

Poco a poco, y gracias a un buen surtido de cerveza y marihuana, van explicándose su vida. Rememoran dolorosas experiencias, pero no solo de la guerra, sino de la época previa, pues ambos comparten un pasado de miseria, de problemas y violencia. Aprovechando el silencio de la noche, se hacen confidencias, revelan secretos, sueños incumplidos y que nunca se podrán cumplir, y descubren sus miedos. Y en el proceso de confesar la propia vida, cada uno de ellos se ve tocado por la historia del otro de forma irreversible.

OPINIÓN

«Llueve mierda y a veces te cae encima. O le cae al tío que tienes al lado», piensa el personaje de Walter. Y, mal nos pese, es una verdad como un templo. Y, aunque también nos duela reconocerlo, como el propio Walter piensa a continuación, siempre deseamos que la mierda le caiga al de al lado. Pero, ¿qué pasa cuando también te da a ti? El sufrimiento es algo que existe, por mucho que insistamos en mirar hacia otro lado. En el caso de Braiden y Walter, el problema es que aunque miren a otro lado, el sufrimiento les devuelve el reflejo, porque ellos lo llevan grabado en el cuerpo: Walter en su cara y Braiden en su cuerpo sin extremidades.

Trabajo sucio es la primera novela que publica una nueva editorial, Dirty Works, y, ante todo, debo darles las gracias por haber apostado por esta historia. Debo reconocer que es la primera vez que me encuentro con este autor, al que no conocía. También es cierto que, hasta la aparición de esta traducción, su obra solo se había podido encontrar en una recopilación de relatos del autor titulada Amor malo y feroz (Bartleby Editores). Eso sí, tras sumergirse en su universo, uno tiene ganas de leer más, de adentrarse en es brutal y humana realidad.

Porque lo que narra Brown es una realidad muy humana: la del sufrimiento, la de la desesperación, la de la amistad y la compasión. Esos dos soldados comparten un pasado en muchos sentidos. Y en vez de centrarse en las diferencias raciales, se centran en lo que los une: el dolor y, curiosamente, el humor. Porque a veces hay que utilizar el sarcasmo y el humor negro para poder sobrevivir. Y porque, a veces, tienes que confiar en la persona que tienes al lado de forma ciega. Lo hicieron como soldados, confiando su vida al hombre que tenían al lado; y ahora, veinte años después, Braiden y Walter deciden confiar en el otro, exponer sus entrañas y sus miedos. Cada uno de ellos narra su historia al otro, y nos la narra a nosotros. Porque además del diálogo entre ellos, nos sumergimos en sus pensamientos; en los sueños de Braiden, donde habla con Dios o donde se imagina lo que podría haber sido su vida en otra realidad, y en las cavilaciones de Walter, consciente de lo que Braiden quiere, pero incapaz de aceptar la propuesta.

Brown tiene una prosa directa, cruda y fascinante, pues sabe deslizarse por la zona poética de los sueños que imagina Braiden, pero también se sumerge en la descripción cruda de la guerra, de la sangre, de la violencia y el dolor de saber que no tienes más futuro que el de seguir atado a una cama el resto de tu vida. Lo curioso es que, a pesar del sufrimiento, Brown no se recrea ni se ceba en ello; sabe dosificar perfectamente cada elemento y regarlo con un humor negro que te golpea de forma más directa que una imagen, porque uno puede imaginar de dónde nace esa brutalidad y sinceridad al hablar. Su lenguaje, bruto y ágil, puede recordar en algún momento a Bukoswki, pero lo cierto es que tiene un estilo particular que sabe llevarte por ese diálogo entre dos hombres rotos que saben que, de la guerra, nunca se vuelve igual.

Trabajo sucio, además, tiene un pequeño regalo extra para el lector. Y es que, tras finalizar la novela, encontramos «Cómo me convertí en escritor. Un comienzo tardío», un fragmento de una charla que ofreció el propio Larry Brown en una conferencia de literatura sureña en 1989, donde explica cómo se convirtió en escritor y qué lo empujaba a escribir de aquella manera, sobre aquellos temas: para encontrarse con los personajes reales del mundo real. Porque, aunque algunos se hayan olvidado, una de las funciones de la literatura es plasmar la realidad, mostrar las entrañas, las sombras y los monstruos que habitan la realidad, aunque duela mirarles a la cara. Y Brown sabe hacerlo de forma magnífica en este relato que, a pesar de su crudeza, es un canto a la sensibilidad, a la humanidad y a la compasión.

Inés Macpherson
FUENTE: Anika Entre Libros (http://www.anikaentrelibros.com/)

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