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Agatha Christie, Edgar Allan Poe, Editorial Acantilado, El perro canelo, Georges Simenon, inspector Dupin, Maigret, Poirot, Seabury Quinn, Sherlock Holmes
La editorial Acantilado, que hace pocas semanas publicó El caso de Charles Dexter Ward, de Lovecraft, está rescatando clásicos en su catálogo. Es el caso también de las novelas de los casos de Maigret, que escribió Georges Simenon. Hoy nos ocupamos de El perro canelo (Acantilado, noviembre 2012).
ARGUMENTO
El inspector Maigret llega a la localidad costera de Concarneau para investigar el intento de asesinato de uno de los prohombres del pueblo. Asiduo al café del Hotel de l’Amiral, Monsieur Mostaguen es disparado en el vientre desde el portal de una casa abandonada cercana al hotel. ¿Era él el blanco o el asesino estaba esperando a otra víctima en la oscuridad?
Mientras el inspector Maigret investiga el disparo efectuado contra Monsieur Mostaguen, otros sucesos que implican a algunos de los amigos de la víctima parecen indicar que hay algo más oculto tras el primer crimen. ¿Una venganza colectiva? ¿Una cortina de humo para ocultar el verdadero motivo de los crímenes?
Lo único que todos los crímenes tienen en común es un perro canelo que nadie había visto antes en el vecindario. ¿Será la clave para resolver el misterio?
OPINIÓN
Georges Simenon fue uno de los grandes escritores del siglo XX en lengua francesa, no sólo por su extensa obra, sino por la calidad de la misma. Existe cierta tendencia a considerar que si un autor escribe un número abundante de obras, éstas carecen de calidad. Pero autores como Guy de Maupassant o el mismo Georges Simenon demuestran lo contrario, pues incluso las que se podrían considerar como novelas de entretenimiento o menores por la temática que tratan, son precisas y destilan una prosa sencilla y acertada.
El perro canelo es una muestra de esto. Esta segunda obra de los casos del inspector Maigret publicada por Acantilado condensa, en poco más de 150 páginas, una trama impecable llevada con precisión y escrita con una prosa concisa. Las descripciones que emplea el autor para mostrar tanto los personajes como los lugares en los que sucede la acción son minuciosas, pero nunca recargadas. Parece que el autor sepa calcular el número de palabras exacto para crear una imagen y mantener el misterio. No hay rodeos. El narrador sabe trazar el camino del inspector y observar a los otros personajes sin revelar ninguna de las sospechas que deambulan por la mente de Maigret.
Como el Poirot de Agatha Christie, el inspector Maigret es uno de esos personajes observadores que va apuntando mentalmente lo que ve y lo que sospecha, para revelar al final del libro, en una reunión con todos los implicados en los crímenes, sospechosos o no, quién es el verdadero culpable. Es curioso descubrir que los detectives creados décadas atrás eran capaces de descubrir crímenes gracias a la observación. Actualmente, acostumbrados a las nuevas tecnologías, a los hackers y a la acción trepidante, esta parsimonia con la que actúa un investigador como Maigret o Poirot puede llegar a resultar lejana, extraña. Y sin embargo, entraña un realismo y un aura de misterio mucho más interesante que los trepidantes y complejos casos de investigaciones actuales. Son sencillos, con motivos sencillos y con resoluciones sencillas, pero sin perder la tensión y, sobre todo, el misterio.
Es cierto que un libro como El perro canelo no absorbe la atención del lector hasta el punto que no puede soltar la novela hasta que se ha resuelto. Primero de todo por sus escasas 150 páginas. Y segundo porque es una literatura pausada, que recuerda en cierta medida a esos inspectores minuciosos y observadores creados por algunos de los escritores de cuentos de finales del XIX, principios del XX, como Seabury Quinn, quien creó un investigador del estilo Poirot o Maigret, pero especializado en los casos sobrenaturales, y que a su vez recuerda al inspector Dupin de Edgar Allan Poe; sin olvidar, por supuesto, a ese otro gran investigador que es Sherlock Holmes, quien juega en otra liga distinta a la de Maigret o Poirot.
En definitiva, hay que felicitar y agradecer a la editorial Acantilado que recupere la obra de Georges Simenon y que nos obsequie con esa literatura precisa y comedida que supo crear el autor. Una lectura entretenida, calmada e, igualmente, absorbente.
Inés Macpherson
FUENTE: ANIKA ENTRE LIBROS (http://www.anikaentrelibros.com/)