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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos mensuales: octubre 2020

Los ojos bizcos del sol, de Emilio Bueso (Ediciones Gigamesh)

26 lunes Oct 2020

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Antisolar, Ediciones Gigamesh, Emilio Bueso, Los ojos bizcos del sol, Subsolar, Transcrepuscular

Hay libros que son un viaje, por la capacidad que tienen de llevarte a otros mundos, a otros universos, pero también por el viaje que proponen entre sus páginas y el que regalan a tus neuronas, que acaban girando en espiral intentando dibujar en tu cabeza todo lo que han visto: personajes, lugares, ciudades imposibles, simbiontes, seres habitados… Es el caso de la trilogía de Los ojos bizcos del sol, de Emilio Bueso (Castellón, 1974), que empezó con Transcrepuscular, siguió con Antisolar y ahora llega a su fin con Subsolar.

Ya se ha dicho en otros lugares que esta es una trilogía que busca jugar con un área del género, el sword and planet, para crear un híbrido entre la fantasía épica, la ciencia ficción, la aventura y el biopunk. Pero una cosa es leer los conceptos y otra cosa muy distinta es sumergirse en el mundo que ha pensado Emilio Bueso, original y un poco loco. Se trata de un planeta que está anclado a su estrella, que no rota sobre su eje y que, por lo tanto, tiene tres caras que nunca se mueven, que nunca cambian: una cara marcada por el sol, es decir, un desierto achicharrante; otra parte que habita en una noche aterradoramente helada, y la tercera, que es la región ecuatorial, en la que hay día y noche. En cada una de ellas el autor plantea distintas maneras de vivir, diferentes formas de distribución social y de poder, y también sutiles diferencias en los sistemas de creencias (templos, logias, hierofantes, misiones y otros lugares, sacerdotes e ideas, que son una forma de recordarnos la necesidad humana de creer que se tiene la verdad por encima de los otros).

Se trata de un mundo en el que los seres humanos conviven en simbiosis con organismos adheridos al cuerpo, una unión que amplía los sentidos humanos; una unión que también permite que se apoderen y penetren literalmente en ellos. Es una unión que puede ser sutil o brutal, a base de apéndices y tentáculos que van mucho más allá de la piel, que se convierten en parte integrante del cuerpo, que lo habitan. También es un mundo donde los seres humanos vuelan montados sobre libélulas y serpientes voladoras y en el que pueden cabalgar escarabajos acorazados; donde hay babosas traductoras, caracoles telépatas y muchos otros seres que irán apareciendo para crear un universo visual extraño y fascinante. Es un lugar en el que palpita el recuerdo de los Antiguos y sus artilugios, donde se mide el tiempo en horas caracol… En medio de la locura que supone un mundo como el que imagina Bueso, planean algunas preguntas que uno puede cazar al vuelo, si quiere, y puede intentar responder entre estas páginas. Porque sí, hay acción, un ritmo frenético en algunos momentos, pero entre los diálogos y los párrafos encontramos pequeñas reflexiones sobre la forma en que se comportan las culturas y sociedades, buscando su prevalencia, imponiéndose sobre los demás, discriminando a los otros, a los diferentes, a los que no se someten o aceptan nuestra manera de ver el mundo. En nuestra individualidad humana buscamos lo único, pero ¿lo somos? ¿Vivimos aislados, sin ningún tipo de simbiosis, sin ningún tipo de dependencia hacia otros seres o hacia otras creaciones? Si fuera necesario, ¿renunciaríamos a esa individualidad única a la que nos aferramos? ¿Pueden converger, integrarse y convivir diferentes especies en condiciones de igualdad o siempre habrá una que quiera someter a la otra?

Entre sus páginas encontramos naturaleza y tecnología, referencias a una cultura que reconocemos como propia en nombres y comportamientos, pero que después bebe de otras historias y otros conceptos que se nos escapan. La superioridad y la dependencia, la necesidad de gobernar, de dominar o de destruir se entremezclan con la trama que avanza a buen ritmo a través de los tres libros sin dar tregua a aquel que decida adentrarse en ellos.

Con Transcrepuscular, nos presentó este mundo y sus personajes, un grupo completamente dispar que se ve obligado a emprender un viaje para recuperar una reliquia robada por un ser que nunca han visto y que consigue ir más allá del Agujero del Mundo. Un grupo que va sumando elementos a media que avanzan los libros y que tiene en sus miembros uno de los puntos fuertes de la trilogía. Ninguno encaja, podrían matarse en cualquier momento, pero encuentran la manera de funcionar. En un principio tenemos a un aguacil que se ve arrastrado a un viaje que no ha buscado, pero que decide emprender con todo lo que tiene (y lo que no tiene o tendrá después); una regidora un tanto soberbia; un anciano astrólogo que es más de lo que aparenta, y un bandolero que habla a través de un títere o un Trapo parlante y faltón que se acopla a su amo para poder pasárselo en grande y soltar de vez en cuando un «putamente» maravilloso.

Y viajan y luchan. Hay duelos, tiros, ostias, picos, espadas, insultos, momentos con un toque de horror, sobre todo cuando describe algunos de los seres habitados con los que se topan. Y se adentran en un mundo que no conocen, decididos a encontrar respuestas, aunque quizá no sepan ni siquiera las preguntas.

Con el segundo libro, Antisolar, el lector y los personajes entran en la parte oscura del mundo, donde hay ciudades vacías y frías, donde las profundidades aguardan dispuestas a abrir sus fauces. La evolución de la trama aquí encuentra un equilibro magnífico con el universo descrito y con la forma en que Bueso organiza los capítulos, ágiles, rápidos, con una voz narrativa cada vez más libre y sólida. Los protagonistas han dejado un mundo más o menos conocido para chocar con una civilización tecnológica, de la que poco a poco vamos descubriendo pinceladas, pero de la que no entienden gran cosa. Es un choque interesante, porque se puede ver cómo cada uno de ellos cree ser poseedor de la verdad, algo que convierte al otro en un salvaje. Por otro lado, se presenta a nuestros ojos otra realidad más orgánica, que no entiende de cables, sino de carne, de conexión mental, de colonia, lo que nos permite explorar las distintas vertientes de la idea del colono, del imperio, del poder y su capacidad para someter sin que uno crea que lo están sometiendo. Serpientes, calamares, sombras, hielo, submarinos y unas relaciones cada vez más íntimas e intensas entre cada uno de los miembros del grupo, que sigue creciendo.  

Y llegamos a Subsolar, donde nos adentramos en el desierto, con un sol que lo abrasa todo, donde a muchos de los del grupo les cuesta respirar, aclimatarse. Parece que la misión y la aventura llega a su fin, hay un objetivo claro, o como mínimo la Regidora tiene uno. Y para conseguirlo, el grupo vuelve a crecer, se detiene en asentamientos y poblaciones a cada cual más peculiar. Volvemos a encontrar una realidad donde cada lugar contiene sus peculiaridades; hay algo único a pesar de estar teóricamente sometidos a un mismo clima, a unas condiciones similares e incluso a unas creencias parecidas. Pero las creencias varían, y las formas de adaptarse o de sobrevivir se transforman: hay quienes creen en la vida nómada y quienes funcionan con una vida militar, rígida y marcada por un reloj que señala unas horas nocturnas que no existen. Tormentas, eclipses salvajes, brujas del desierto, escorpiones gigantes… Una casa muerta, una ciudad viva, de carne… Porque aquí la carne, lo corporal y lo visceral están muy presentes. Quizá no a lo largo de todo el libro, pero sí en momentos puntuales que hacen que la imaginación se quede aturdida ante semejante creación.

Lo cierto es que se trata de una trilogía que fluye a lo bestia. Es ágil, tiene buen ritmo y su estilo y su lenguaje encajan con el universo creado y, sobre todo, con los personajes. No busquéis florituras, no las hay. Es directo, como si la voz narrativa lo estuviera soltando todo tal cual, como viene, creando un punto que, aunque quizá no sea del todo natural, sí que le da un aire distendido de crónica, relatada desde un yo que no se anda con miramientos ni pretende esconder nada. Cada personaje tiene su forma de hablar y eso es magnífico, porque con un par de frases ya te creas una imagen mental sin necesidad casi de descripciones; sus palabras, su ritmo y sus coletillas otorgan una personalidad potente y visual. Un apunte aparte merece el Trapo, su agilidad y sus «putamente», que se adhieren a la piel como una babosa.  Por supuesto, habrá a quien ese estilo no le guste por su rapidez, por sus frases a veces cortantes, pero por suerte no nos tiene que gustar a todos lo mismo, porque si fuera así, las estanterías de las librerías serían un aburrimiento uniforme y todos leeríamos libros idénticos y eso empobrecería el universo literario y la capacidad imaginativa de escritores y lectores.

Dicho esto, no sé si esto es una recomendación en sentido estricto. Es el viaje de alguien que ha devorado tres libros del tirón, disfrutando de cada bicho, de cada diálogo y agradeciendo que haya quien pueda imaginar mundos tan fascinantemente chalados como este. Si os apetece un viaje similar, ya lo sabéis.

¡Feliz lunes y felices lecturas! Y recordad, el Trapo sabe… Y si vosotros queréis saber, tendréis que leer.

Inés Macpherson

Inventari de coses perdudes, de Judith Schalansky (Més Llibres)

23 viernes Oct 2020

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Inventari de coses perdudes, Judith Schalansky, Més Llibres

Hi ha una casa a primera línia de mar. És antiga. Ja no hi viu ningú, però durant anys, va estar plena de vida. No necessito entrar-hi per recórrer les seves habitacions. Era la casa dels meus avis. Si tanco els ulls, em puc veure de petita pujant les escales, passant alguna setmana allà, perquè els pares havien de marxar. Puc sentir les olors, obrir els calaixos, sentir la veu d’aquells que ja no hi són. No sé si aquesta casa seguirà molts anys allà, esperant, guardant la meva infantesa i la de tants altres. Potser la tiraran a terra i faran pisos. Potser deixaran que mori de vella, oberta per les cicatrius que van apareixent a les parets, esgarrapant-la per dins i per fora. No ho sé. Si desapareix, la guardarem en algunes fotos, en la memòria, en les anècdotes que es van explicant de generació en generació. Però les vivències a vegades es difuminen, es transformen amb el temps, s’obliden. I aquesta certesa ens recorda la finitud, la mort, l’absència, la nostra, la dels altres, la de tot.

La pèrdua forma part de la vida. Perdre gent, però també coses, objectes, cases, fins i tot records. Pot quedar constància de la seva existència, però potser les històries que bategaven dins d’aquella persona, d’aquella casa, d’aquell bosc, desapareixen i només queda un nom, un dibuix, una nota a peu de pàgina, res més. Potser per això trobem en el record una forma de mantenir viu el que ja no hi és, aquells que ja no hi són. Però qui recordarà allò que només viu al nostre cervell, els fragments, les fotografies i vivències seleccionades que habiten la nostra memòria?

Alguna cosa de tot això batega entre les pàgines de l’Inventari de coses perdudes, de Judith Schalansky, publicat per Més Llibres. Com el seu títol indica, aquí trobem un inventari (una selecció) de coses perdudes, d’objectes, animals, illes, quadres, llocs que ja no hi són, que s’han perdut, que van deixar un rastre d’existència que es pot seguir fins el moment en què desapareix. La intenció de l’autora, com ella mateixa exposa al seu magnífic pròleg, és deixar alguna cosa que perduri, «de fer present el passat, d’evocar el que ha caigut en l’oblit, de donar paraula al que ha emmudit i plorar el que s’ha perdut». És cert que a través de la paraula, sigui oral o escrita, no es pot recuperar res, però es fa tangible, es deixa constància d’una existència que va ser, i això és el que fa Schalansky: crear un museu de coses que ja no tornaran, però que podem veure gràcies a la seva prosa, on combina història, records personals i ficció.

El primer fragment d’història que trobem ens porta a una illa, que l’autora no coneixia (i la que escriu aquestes línies tampoc, com moltes de les coses que s’exposen en aquest museu): l’illa enfonsada de Tuanaki. És interessant que la primera cosa perduda que apareix se’ns presenti en el format d’una recerca personal, d’una fascinació que ens convida a entendre el procés mental de l’autora per saber, per entendre, per imaginar i recollir un relat que ens porta de viatge sense abandonar mai els ulls de qui està dibuixant i recreant el trajecte, i el descobriment, amb paraules.

Després visitem l’antiga Roma per retre homenatge al Tigre del Caspi. Com en cada entrada, l’autora ens fa una petita introducció històrica i ens explica per què va desaparèixer. Aquí el narrador se situa a l’arena on els animals són espectacle, i recrea una possibilitat on la mirada es passeja pels humans, però sobretot es fixa en la bèstia, en el seu moviment, en la seva presència, en la seva acció. Ens parla, ens anima a observar el destí, el futur que ja coneixem, perquè som conscients des d’un principi de la seva desaparició.  

Els éssers màgics, la seva possibilitat o impossibilitat tenen també presència en aquest museu de la mà de l’unicorn de Guericke. En aquest cas, la veu narrativa té quelcom de personal i alhora de ficció, de natura màgica, simbòlica i alhora palpable, propera i real, de fred i d’ombres, de relat i de recerca, però també de conte.

I així es va omplint el museu, de retrats d’arquitectures on l’autora imagina una història, la mirada d’aquell que pinta, d’aquell que observa o d’aquell que busca un record en forma de pedra. En alguns casos hi ha apunts històrics que lliguen amb el relat, però també trobem una carta, una reflexió d’algun personatge a qui ella ha imaginat parlant, vivint allò que no sabem si es va viure. En el cas dels cants de Safo hi ha un estudi molt interessant sobre la seva figura, el que es va dir, el que es diu, allò que es conserva. La realitat, el mite, el record i les paraules s’uneixen i ofereixen un curiós quadre que va més enllà de la seva persona i la seva obra.

En cadascun dels retrats d’aquests objectes perduts, oblidats, desapareguts, trobem una prosa acurada, que sap utilitzar els diferents gèneres, els diferents punts de vista que cada entrada li permet. Primeres persones que recorden finestres, cementiris i els espais que van habitar durant la infantesa; primeres persones que recorden la pròpia vida i també n’imaginen una altra. La mort, les preguntes que desperta. La idea de desaparèixer. Algú que busca, algú que es posa en la pell d’aquells que potser ho van viure. Vides imaginades que es barregen amb la història, amb la recerca i l’assaig per convidar-nos a fer un viatge curiós i interessant que ens recorda allò efímer. Som finits. Desapareixerem, ens oblidarem, ens oblidaran… Però, com diu l’autora en un moment del pròleg, «en certa manera, el món és l’arxiu il·limitat de si mateix, i tota la matèria de la Terra, ja sigui viva o inerta, constitueix el document d’un sistema d’escriptura insòlit…».

Bon divendres i bones lectures!

Inés Macpherson

El càstig, de Guillem Sala (L’Altra Editorial)

14 miércoles Oct 2020

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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El càstig, Guillem Sala, L'Altra Editorial

Hi ha cicatrius que es veuen i d’altres que no, marques que l’ull no pot percebre ni al cos d’una persona ni a la pell d’una ciutat, d’una societat, que delimita barris i estableix fronteres que són invisibles, però que a vegades són molt difícils de superar. Les de la Sandra, una de les protagonistes de la nova novel·la de Guillem Sala, El càstig (L’Altra Editorial), en té de les dues. A l’interior de la cuixa en té cinc, paral·leles. I això ja ens ofereix una pista de la seva personalitat, perquè no són cicatrius d’una ferida natural; són ferides buscades, les d’algú que necessita aquest ritual, que va acompanyat de vòmits, com si necessités netejar-se, buidar-se sencera, desfer-se d’ella mateixa, de la seva merda, del seu passat, del seu dolor. Perquè també en té d’invisibles, d’aquelles que van molt més al fons i que tenen forma d’una relació familiar complexa i difícil que fa de la Sandra una dona que per fora viu, però que per dins sembla en una lluita constant amb ella mateixa.

Les altres cicatrius de les que parla el llibre són més subtils i circulen pels barris i pels carrers. Guillem Sala ha plantejat una història que transita pels barris menys cèntrics de Barcelona, aquells barris que estan deixant clar, des de fa temps, que tenen tanta vida o més que els altres, i tantes coses a explicar com la resta. Aquesta ubicació li permet a l’autor jugar amb les similituds i les diferències, amb la diversitat de mirades i de vides que podem trobar a un mateix espai, i també amb la llengua, alternant el castellà i el català en els diàlegs i fins i tot en alguns pensaments, perquè quan pensem, sovint acabem utilitzant la llengua materna, i aquesta pot ser el català, el castellà o una barreja de les dues. La fluïdesa i la naturalitat amb què les dues llengües es van enllaçant entre les pàgines demostren l’habilitat de l’autor, però també són una forma de destacar una realitat que és molt present a la ciutat comtal i rodalies i que també denota una mena de frontera invisible que a vegades s’enquista, però d’altres fluctua i desapareix amb naturalitat.

Però El càstig no és únicament la història de la Sandra, de la seva relació amb l’Albert o amb la seva família i el seu passat, sinó que també ens parla de l’Izan, un dels seus alumnes a l’institut. És un nano despert, però el seu comportament envers les noies i la sexualitat és peculiar i això comporta situacions difícils de gestionar. És complicat parlar de segons quins aspectes del llibre sense entrar en detalls, però el que passa amb l’Izan ens obre una finestra que ens deixa veure la complexitat dels actes, de les emocions i de les seves conseqüències; ens sacseja i ens situa en un espai incòmode que convida a reflexionar. A més, algunes d’aquestes conseqüències ens permeten observar una altra cara del barri, on es fan reflexions sobre aquesta mena de cadena que mai es trenca, d’aquestes generacions que van passant i sembla que no es puguin moure, simplement anar canviant la forma de fer el mateix, perquè sembla que allò de la igualtat d’oportunitats és veritat només a mitges i segons en quins llocs (hi ha una conversa entre un professor i una alumna que exemplifica perfectament això i que genera una incomoditat diferent a la que provoquen certs actes de l’Itzan o de la Sandra).

Amb un panorama social força ben plantejat, en Guillem Sala ens presenta la trama en quatre parts o actes que fan referència a un curs escolar, i que reben com a títol els tres trimestres i les vacances. A través d’aquests quatre moments veiem l’evolució de la Sandra i de l’Izan, la forma en què cadascun d’ells segueix un camí que no és amable. Veiem el que implica la soledat, la recerca d’una vida que encaixi en el que toca, però que mai acaba de funcionar; les famílies trencades, les que intenten sobreviure com poden, portant els fills a uns extrems que poden ferir sense ni tan sols veure-ho. Ferides que són doloroses, però que l’autor sap exposar des d’una veu narrativa que no busca ni el dramatisme ni el victimisme. Retrata, amb fluïdesa i posant el dit a la llaga quan toca, i ofereix un viatge íntim i social intens, conegut per a algunes persones, molt real per a d’altres moltes persones, i que et deixa amb una sensació estranya en acabar la lectura, perquè ha estat fascinant, però alhora colpidor. Un llibre ple de vida i dolor, i amb uns quants temes que conviden a parlar-ne i que ja podeu trobar a les llibreries.

Bon dimecres i bones lectures!

Inés Macpherson

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