Etiquetas

, ,

Durante muchos años ha circulado la contundente afirmación que aseguraba que la poesía y los cuentos eran géneros que no interesaban. Algunas editoriales han empezado a demostrar que esa afirmación está equivocada, ha quedado obsoleta. Y para muestra, un botón.

Este fin de semana he acudido a dos actos muy distintos, pero centrados precisamente en esos dos géneros que, según algunos, son menores, y según otros, están olvidados, no interesan. El primero fue en La Casa de los Cuentos, a cargo de una narradora que lleva 30 años de trayectoria y que consigue que la narración y los cuentos sean un arte múltiple, porque no sólo nos explica una historia, sino que la dibuja, la pinta y la canta. Se trata de Isabella Méndez. Era un viernes a las ocho de la tarde y la sala estaba repleta de adultos dispuestos a disfrutar de los cuentos, de la narración oral. Porque por suerte para los adultos, los cuentos también están pensados para ellos.

IMG_20180511_214055140

 

El otro acto tuvo lugar el sábado por la mañana, en la librería Nollegiu. Mircea Cartarescu estaba allí para la presentación de la traducción al catalán de Nimic, Res (Lleonard Muntaner Editor, abril 2018), una recopilación de poemas escritos entre 1988 y 1992 con un maravilloso prólogo de Sam Abrams, quien también estuvo en la presentación. No me he podido leer todo el libro, pero no pretendía analizar lo que hay únicamente en su interior, sino algo más. Hace unos meses, cuando acabé de leer Solenoide,  me pregunté en este mismo blog cómo era posible que pudieran caber tantos universos en la mente de un mismo hombre. Tras escucharle hablar el sábado, sigo haciéndome la misma pregunta, pero sabiendo que la respuesta es simplemente que es así. Ese hombre tiene universos en la mente, porque sabe observarlos, porque sabe observar.

Aunque estoy escribiendo en castellano, otra de mis lenguas maternas es el catalán. La charla fue en catalán, pero él habló en su idioma. No se expresó en inglés, no intentó buscar ese posible idioma común en el que probablemente no se hubiese sentido tan a gusto, tan fluido, tan él. Y lo que me fascinó, como catalanoparlante, fue que entremedio de aquellas palabras que no podía comprender, de vez en cuando surgía una que sí entendía, porque era hermana de mi lengua. Esa sensación, ese maravillarse ante la musicalidad de unas palabras que no son tuyas, pero tienen ecos en tu mente, creo que es uno de los regalos del lenguaje, su riqueza y, por supuesto, su diversidad. Disfrutar de ese placer, de ese descubrir cómo un poema puede ser el mismo, pero parecer totalmente diferente si se recita en su lengua original o se recita en el idioma a que ha sido traducido, es la magia de la palabra, sea hablada, escrita o cantada.

IMG_20180512_134412650_HDR

Cartarescu explicó el proceso que lo llevó a ese Nimic, a ese Res que pudimos disfrutar en vivo y en directo. Desnudarse de las pretensiones, de todo el maquillaje con el que a veces vestimos las palabras para que resuenen más, como si necesitaran llevar algo más encima para ser profundas. La sencillez o la profundidad, a menudo, residen en la mirada, en la capacidad que uno tiene para que lo que ve, lo que intuye, tome forma de frase, de universo contenido en papel. Como he dicho antes, creo que Cartarescu tiene universos en su interior porque observa. Y observa siempre, incluso en su propia presentación. Daba la sensación de que estaba escuchando con todo su cuerpo, con todo su ser, aunque lo que se dijera fuera en catalán. Porque la clave reside ahí, en saber captar, en dejar que la realidad y las palabras, sean en el idioma que sean, te traspasen. Por eso, cuando leí Solenoide tuve la necesidad de anotar, de intentar absorber algo de lo escrito, para que se quedara, para que no fuera simplemente un libro más. Porque no es un libro más. Como tampoco lo será este Res que me observa desde la estantería, esperando ser leído. Hay obras que uno puede ir leyendo en el metro, pasando las páginas. Hay otras que necesitan su tiempo, su espacio y estar del todo allí, presente. Ese tipo de lectura requiere más, pero también da más.

Así que, por favor, lean a este hombre. A veces es bueno atreverse a descubrir todos los mundos contenidos en las palabras.

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson