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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos de etiqueta: Mircea Cartarescu

El cuerpo (Cegador, 2), de Mircea Cărtărescu (Impedimenta)

22 lunes Mar 2021

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Cegador, El cuerpo, Impedimenta, Mircea Cartarescu

El cuerpo es el segundo volumen de la trilogía «Cegador» (1996-2007) que publicó Impedimenta en marzo de 2020. Es el cuerpo central de la mariposa que Mircea Cărtărescu escogió como imagen para este ejercicio que bucea en el yo, en la figura de la madre y del padre, pero también en la ciudad. Una ciudad que se observa desde la ventana, pero también a pie, aprendiendo a caminar, a bajar las escaleras, a descubrir el cuerpo de los edificios, del asfalto y todas las criaturas que lo habitan, reales o imaginadas, en un caleidoscopio que permite contemplar a su vez la compleja realidad del momento histórico en el que estaba sumida Bucarest y Rumanía. 

Con esta segunda entrega, Cărtărescu retoma su viaje, una arqueología emocional y vivencial de su familia y su ciudad, un viaje que va más allá del yo para contemplar un sinfín de historias que nos hablan del descubrimiento y el dolor, del silencio y la miseria, de los sueños y el deseo, la magia rota de aquellos que intentan volar, pero solo tienen alas imaginadas. Nos muestra la Bucarest de los años sesenta y setenta, una capital y un país marcados por la realidad política que se cuela entre las rendijas de su observación, de la narración que fluye a través de sus dedos, desde su cráneo que sabe leer lo que sus ojos retuvieron para guardarlo en forma de recuerdo. Todo va y viene, entre presente y pasado, pero también entre lo palpable y lo onírico, entre el yo y el otro. Es un retrato que se convierte en exploración, bajando las escaleras, seleccionando fragmentos de vidas y sueños que van tejiendo un cuadro complejo donde el cuerpo se torna cada vez más presente, consciente de un yo que es y no es.

Sobrecubierta

Quien ya haya leído a Cărtărescu, y se haya acercado al primer volumen de «Cegador», sabrá que adentrarse en su prosa es adentrarse en el asombro, en lo inesperado, en un viaje único que fluye a través de las páginas. Esta segunda entrega de la trilogía, de nuevo con una extraordinaria traducción de Marian Ochoa de Eribe, sigue ahondando en los recuerdos de la infancia, pero de una infancia que está abandonando el universo del niño para adentrarse en la adolescencia; un joven Mircea que, movido por la curiosidad, la de su cráneo y la de su cuerpo, bucea por la ciudad de forma más presente, observando no solo aquello que sueña, lo que resuena en su interior, sino lo real, la historia que palpita y transforma su mundo. Por eso no escatima en descripciones, mostrando la miseria y el desencanto que rezuman las casa y las calles. Porque aquí entramos en el cuerpo, en el humano, pero también en el de la ciudad: los edificios, los rincones, azoteas y escaleras tienen piel, carne… Y para que eso quede claro, nos ofrece descripciones que juegan con lo que vemos y lo que está más allá, buscando una simbiosis entre la carne y el cemento, entre la forma estática y el cambio, entre la luz y la oscuridad, mostrando la materia, las entrañas y las raíces de un edificio y una ciudad que, como cuerpos que son, pueden respirar y morir, ser destruidos o descubiertos.

En esta segunda parte, en este cuerpo central de la trilogía, la ciudad tiene una importancia quizá mayor, porque sin decirlo, nos muestra esa Bucarest sombría, marcada por la situación política que quizá esos ojos de niño empiezan a intuir. Quizá por eso la piel y el cuerpo, las terminaciones nerviosas y las entrañas del cuerpo y del cemento se confunden, se entremezclan en este extraño viaje. Pero entre la realidad encontramos un universo inmenso que se adentra en el laberinto de las calles y se cuela por las rendijas de esa fina línea que separa lo que vemos de lo soñado, de lo imaginado. Y el relato crece, fusionando el pasado y el presente para abrirnos la puerta entre las paredes de la ciudad, donde descubrimos historias fascinantes que destilan distintas capas de imposible: las alfombras que teje su madre, donde hay quien cree ver secretos de Estado; la niña María, a quien le crecen alas de mariposa y se eleva cada noche más allá de la ciudad, más allá de esta realidad tangible que nos liga a un cuerpo que no sabe mudar, o los hombres estatua que nos invitan a imaginar qué ocurriría si todos aquellos que fueron desde siempre estatua decidieran abandonar su inmovilidad.

El cuerpo es la parte central de la mariposa, de esa imagen escogida para hablar de la transformación, de aquello que cambia sin dejar de ser, sin abandonar lo que ha sido. El lenguaje fluye, pero entre las páginas de este libro nos vamos encontrando con muchas mariposas, todas ellas con una función simbólica y narrativa; con efectos cegadores que son como un flash de luz que nos sorprende entre frases, como si fuera un toque de atención, una forma de recordarnos que hay que mirar más allá de la palabra, de la piel, ver el esqueleto, lo que ocurre, esto que es y que se escapa en cuanto lo escribes. La palabra y el lenguaje son importantes en la obra de Cărtărescu, al igual que la mirada, como si se buscara recordar que los ojos crean una realidad, que todo lo que vemos, lo que escribimos, lo que decimos, pasa por un filtro, el nuestro, y que cuando volvemos hacia dentro, hacia la creación de la escritura, mundo ficticio y mundo real transitan por los espacios del cuerpo, del cráneo de aquel que emplea la palabra, la imaginación, la vista o la observación…  

Su prosa está marcada por su capacidad poética, por las imágenes que saben tejer una membrana donde cohabitan lo real y lo espectral, lo onírico y lo político, la carne y el pensamiento. Sus frases fluyen entre la descripción y la filosofía, entre la vida cotidiana y las reflexiones sobre la creación, salpicando de imposibles un relato bello y extraño, que se mueve entre lo histórico y auténtico para escaparse después a la fábula fantástica, las leyendas que construyen una cartografía personal.

El cuerpo es un libro extraño, abrumador; una muestra más del genio de Cărtărescu y su capacidad para moverse entre lo visible y lo invisible, lo real y lo irreal, la imaginación y la memoria como elementos para construir un cuerpo donde la historia y las historias sirven también para reflexionar sobre la vida y la muerte, la creación y el deseo, lo carnal y lo espiritual en un relato evocador, que nos muestra las alas y las entrañas, la oscuridad y la luz cegadora de una mariposa de la que nos queda por descubrir su ala derecha. 

Inés Macpherson

(Reseña escrita originalmente para Anika Entre Libros)

El ala izquierda (Cegador, I), de Mircea Cărtărescu(Impedimenta)

11 lunes Feb 2019

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Edicions del Periscopi, El ala izquierda, Impedimenta, Mircea Cartarescu

El ala izquierda, de Mircea Cărtărescu, es el primer volumen de la trilogía «Cegador» (1996-2007), que la editorial Impedimenta publicó en septiembre de 2018 (en catalán, Edicions del Periscopi). Es el ala izquierda de la mariposa que Cărtărescu ha escogido como imagen para este ejercicio de autoexploración literaria difícil de clasificar y cuyo argumento es casi imposible de acotar en un espacio reducido a líneas, pero que intentaremos explicar.

Podría decirse que es un viaje, una arqueología emocional y vivencial de su familia y su ciudad. Es el retrato de un mundo, a veces real, a veces mítico e incluso místico, donde indagar en el pasado, en la infancia y la adolescencia, pero también en la figura de la madre, en la construcción de la vida, del árbol que nos une a la familia y a un tiempo. Mariposas gigantes, sectas, viajes alucinantes y alucinados por Bucarest, Nueva Orleans… Leyendas y hechos, la mezcla con la que construimos nuestro universo y nos construimos a nosotros mismos; una forma de navegar entre lo visible y lo invisible, lo que pensamos, lo que soñamos, lo que tenemos. Algo inabarcable, cegador. Y esta es únicamente el ala izquierda…

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Entrar en contacto con la obra de Cărtărescu normalmente implica aceptar que hay libros que no se pueden clasificar. Se escapan. Van más allá de cualquier molde, de cualquier intento de contener el flujo mental que se expande por su cerebro y por sus páginas, siempre dispuesto a escalar por los árboles hasta observar el universo; siempre dispuesto a ahondar, a escarbar hasta llegar a lo más profundo, más allá del ombligo, del propio ser, por los túneles subterráneos de las ciudades, las personas y los pensamientos.

Quizás para emular la división externa que ha realizado en la trilogía, quizás porque quería recordar que se puede jugar con la idea de inicio, nudo y desenlace sin poner realmente en práctica lo que presuponen dichas etiquetas, el autor establece tres partes en esta ala izquierda, en este viaje laberíntico por la mente, la ciudad y el tiempo. Empezamos de la mano de su persona, ese joven adolescente que observa por la ventana, con los pies en el radiador. Y no solo observa lo que ve, sino todo lo demás, esa angustia que nace al preguntarse quién eres, qué sucede a tu alrededor, cómo es posible que haya llegado aquí. ¿Podría haber nacido de otra manera, convertido en gusano o en algún otro ser? ¿Y seguiría siendo yo? Ese yo que a cierta edad se va tejiendo y que en este caso tiene una capacidad evocativa y metafórica que abruma y te arrastra hacia ese caleidoscopio de imágenes que forman el recuerdo, la vida y la persona.

La segunda parte está más centrada en la figura de la madre. Y en cierto sentido sirve para retratar una época y un país, con fragmentos de historia. Pero poco a poco, la historia se mezcla con relatos que se tiñen de mito, de leyenda, con un simbolismo salvaje y aterrador: muertos atacando a los vivos, vivos huyendo en un gran éxodo a través de una tierra cada vez más extraña, donde las mariposas tienen un gran protagonismo. De hecho, las mariposas van apareciendo, sobre la piel, como amuletos, como anillos o alimento. Una presencia constante que nos indica que no es simplemente una imagen, un animal más en el trayecto que nos ofrece Cărtărescu. A nivel simbólico, la mariposa tiene algo de ligereza, de tránsito entre mundos, de alma. Pero también de metamorfosis, un vínculo entre lo que es y lo que no, lo que está aquí y lo que está más allá, al otro lado de la membrana, del velo, del sueño… No sé si es lo que pretende el autor, pero allí están siempre sus alas, observándonos desde distintos lugares, sobrevolando la escena o prendidas de una pierna, una mancha en la piel que une en un mismo lugar todas las posibilidades, las crisálidas, los aleteos que nos permiten viajar entre la realidad y lo onírico. Y es que hay también algo onírico en este libro, viajes y relatos alucinados y alucinantes, donde lo místico y lo tangible, la carne y el espíritu se entremezclan y nos llevan de Bucarest a Nueva Orleans para devolvernos a la calidez del hogar o la extrañeza de una calle familiar que, de repente, deja de serlo.

Existe una temporalidad, aunque quizás no pueda dibujarse una línea entre capítulos ni acontecimientos. El tiempo aquí es algo sólido, con presencia, como los edificios, como la ciudad, cuyas entrañas son un lienzo y un personaje más. También lo es el hospital, y esa enfermedad que va apareciendo y que también nos habla de la parálisis de un lado. Lateralidad, arriba y abajo, un universo interno que se repite fuera, pero también en nuestro interior, invertido.

Y así podría seguir, enumerando escenas, momentos, ideas en una red que podría parecer inconexa, pero que fluye a la vez; un enjambre construido a base de una arqueología familiar, emocional y personal, donde los sueños y las dudas, las preguntas más profundas y las escenas más carnales se van mezclando, demostrando que estamos hechos de tantas cosas que no nos caben ni en el cuerpo. Pero en algún momento habrá que poner el punto final, así que únicamente añadiré esto: estamos ante un libro difícil, que te exige. No está pensado para ir pasando páginas. Hay que penetrar en él, dejarse arrastrar por las catacumbas neuronales y oníricas de Cărtărescu para salir, otra vez de su mano, a una pregunta que no te lanza, pero te encuentras: si esto era únicamente el ala izquierda, ¿cómo será el resto de la mariposa?

Inés Macpherson
Reseña original redactada para Anika Entre Libros

Res, de Mircea Cartarescu, en la Nollegiu

14 lunes May 2018

Posted by encuentosydesencuentos in Actualidad editorial, Lecturas y reseñas, librerías

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La Casa de los Cuentos, Mircea Cartarescu, Nollegiu

Durante muchos años ha circulado la contundente afirmación que aseguraba que la poesía y los cuentos eran géneros que no interesaban. Algunas editoriales han empezado a demostrar que esa afirmación está equivocada, ha quedado obsoleta. Y para muestra, un botón.

Este fin de semana he acudido a dos actos muy distintos, pero centrados precisamente en esos dos géneros que, según algunos, son menores, y según otros, están olvidados, no interesan. El primero fue en La Casa de los Cuentos, a cargo de una narradora que lleva 30 años de trayectoria y que consigue que la narración y los cuentos sean un arte múltiple, porque no sólo nos explica una historia, sino que la dibuja, la pinta y la canta. Se trata de Isabella Méndez. Era un viernes a las ocho de la tarde y la sala estaba repleta de adultos dispuestos a disfrutar de los cuentos, de la narración oral. Porque por suerte para los adultos, los cuentos también están pensados para ellos.

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El otro acto tuvo lugar el sábado por la mañana, en la librería Nollegiu. Mircea Cartarescu estaba allí para la presentación de la traducción al catalán de Nimic, Res (Lleonard Muntaner Editor, abril 2018), una recopilación de poemas escritos entre 1988 y 1992 con un maravilloso prólogo de Sam Abrams, quien también estuvo en la presentación. No me he podido leer todo el libro, pero no pretendía analizar lo que hay únicamente en su interior, sino algo más. Hace unos meses, cuando acabé de leer Solenoide,  me pregunté en este mismo blog cómo era posible que pudieran caber tantos universos en la mente de un mismo hombre. Tras escucharle hablar el sábado, sigo haciéndome la misma pregunta, pero sabiendo que la respuesta es simplemente que es así. Ese hombre tiene universos en la mente, porque sabe observarlos, porque sabe observar.

Aunque estoy escribiendo en castellano, otra de mis lenguas maternas es el catalán. La charla fue en catalán, pero él habló en su idioma. No se expresó en inglés, no intentó buscar ese posible idioma común en el que probablemente no se hubiese sentido tan a gusto, tan fluido, tan él. Y lo que me fascinó, como catalanoparlante, fue que entremedio de aquellas palabras que no podía comprender, de vez en cuando surgía una que sí entendía, porque era hermana de mi lengua. Esa sensación, ese maravillarse ante la musicalidad de unas palabras que no son tuyas, pero tienen ecos en tu mente, creo que es uno de los regalos del lenguaje, su riqueza y, por supuesto, su diversidad. Disfrutar de ese placer, de ese descubrir cómo un poema puede ser el mismo, pero parecer totalmente diferente si se recita en su lengua original o se recita en el idioma a que ha sido traducido, es la magia de la palabra, sea hablada, escrita o cantada.

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Cartarescu explicó el proceso que lo llevó a ese Nimic, a ese Res que pudimos disfrutar en vivo y en directo. Desnudarse de las pretensiones, de todo el maquillaje con el que a veces vestimos las palabras para que resuenen más, como si necesitaran llevar algo más encima para ser profundas. La sencillez o la profundidad, a menudo, residen en la mirada, en la capacidad que uno tiene para que lo que ve, lo que intuye, tome forma de frase, de universo contenido en papel. Como he dicho antes, creo que Cartarescu tiene universos en su interior porque observa. Y observa siempre, incluso en su propia presentación. Daba la sensación de que estaba escuchando con todo su cuerpo, con todo su ser, aunque lo que se dijera fuera en catalán. Porque la clave reside ahí, en saber captar, en dejar que la realidad y las palabras, sean en el idioma que sean, te traspasen. Por eso, cuando leí Solenoide tuve la necesidad de anotar, de intentar absorber algo de lo escrito, para que se quedara, para que no fuera simplemente un libro más. Porque no es un libro más. Como tampoco lo será este Res que me observa desde la estantería, esperando ser leído. Hay obras que uno puede ir leyendo en el metro, pasando las páginas. Hay otras que necesitan su tiempo, su espacio y estar del todo allí, presente. Ese tipo de lectura requiere más, pero también da más.

Así que, por favor, lean a este hombre. A veces es bueno atreverse a descubrir todos los mundos contenidos en las palabras.

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

 

Solenoide, de Mircea Cartarescu (Impedimenta)

26 lunes Feb 2018

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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Impedimenta, Mircea Cartarescu, Solenoide

Aprovechando que hace unos días se anunció que el escritor Mircea Cartarescu ha sido galardonado con el Premio Thomas Mann de Literatura 2018, recupero la reseña que realicé sobre su maravilloso Solenoide (Impedimenta, septiembre 2017) para Anika Entre Libros.

SOLENOIDE

Argumento

Volcadas sobre una serie de diarios, las palabras de un escritor frustrado nos dejan ver su infancia, adolescencia y vida adulta en una Bucarest gris, devastada y fría. Una ciudad supuestamente anodina que, bajo sus cimientos, oculta un universo alucinado y alucinante que va salpicando la vida del personaje.

Este profesor de Rumano que da clases en un instituto de barrio, narra sus idas y venidas, sus trayectos rutinarios de casa a la escuela y de la escuela a casa, esa ventana a la realidad gris y mortecina de la existencia de un sinfín de seres humanos. Pero en su casa en forma de barco, por la que a veces se pierde, como también ocurre en la escuela o en otros edificios, laberintos reales o existenciales del protagonista, hay algo más, algo oculto en las tripas de la construcción: un solenoide. Y un sillón de dentista que alberga junto a él un tablero de mandos imposibles.

A través de sus recuerdos y de la reconstrucción de su vida, la pasada y la presente, iremos descubriendo a una serie de personas que irán abriendo caminos diversos en la vida de este hombre que deambula por el mundo y por su cráneo dispuesto a enfrentarse a la amarga realidad de la existencia, al dolor y el horror de la vida en sí misma, a encontrar una puerta… o una huida.

Opinión

En el posfacio de Marius Chivu, e incluso en la contraportada de la novela, se nos anuncia a los lectores que Solenoide es probablemente la piedra de toque en torno a la que gravitan el resto de ficciones de Cărtărescu. Pero, ¿qué ocurre cuando, como en mi caso, este es el primer libro que lees de este fascinante escritor rumano? ¿Qué ocurre cuando esas referencias a las que sí podrían dirigirse otros lectores te son desconocidas? Pues que te quedas sin palabras, porque cuesta encontrar la forma de describirlo, de hablar de esta obra. Haré lo posible. Por ahora diré que en la vida había leído algo así, y he leído mucho.

La prosa de Cărtărescu es extraordinaria. De una belleza lírica precisa y envolvente, sabe caminar por el realismo descriptivo más exacto y por los universos oníricos, fantásticos y fantasmagóricos más inimaginables. Y como eco de esa prosa, o a la inversa, su personaje tiene dos caras: la del profesor que, de día, crea un surco entre su casa y la escuela, de tantas veces que hace el mismo recorrido, y el que, de noche, abre las puertas a un universo extraño, una dimensión paralela donde el sueño y la realidad abandonan la frontera que los separa, y la muerte, el horror y el miedo humano toman una forma alucinada, alucinante, pero a la vez palpable, que sirve como espejo y metáfora de una reflexión que surca las 800 páginas y que nos enfrenta a la existencia y al abismo que supone ser consciente de la misma y de su finitud.

Este lenguaje poético, cargado de imágenes y de una profundidad filosófica que te deja atado al asiento y al libro, intentando captar toda la esencia, intentando apropiarte, ni que sea por un instante, de la desgarradora reflexión que expone, hace que no sólo sigamos la historia que nos va narrando, sino que nos adentremos en esa voz interior que va soltando sobre el papel y que va abriendo en canal su existencia y la de la humanidad en general.

A través de la exposición de sus anomalías, de la extrañeza de ciertos episodios de su vida, el narrador va creando una extraña balanza entre lo real y lo increíble, entre lo palpable y lo imposible, pero siempre con la intención de mostrar las entrañas: las de la ciudad, pero también las de la humanidad, que va vertiendo en ella su dolor, su sufrimiento, alimentando el vacío de una existencia abocada a la muerte, a la nada. Nos habla de la literatura, de esas puertas pintadas en las paredes, o en los cráneos, para intentar huir sin conseguirlo, pues sólo son engaños, maneras de escapar momentáneamente de la condición humana.

Las imágenes recurrentes que se van repitiendo a lo largo del libro incomodan y fascinan por partes iguales, pues parecen estar pensadas para acercarnos al dolor, pero envueltas en una capa de lo fantástico que pueden recordar a Kafka, a Ende y a otros autores que supieron deambular por esa frontera, enseñándonos que el espejo de la fantasía puede dejarnos ver la realidad desde una perspectiva más profunda. La presencia constante del sillón del dentista, cuyas descripciones recuerdan, como apunta en el posfacio Marius Chivu, al universo de H. R. Giger, sirve como eje de unión entre las partes del libro, que son los distintos cuadernos, los distintos diarios en los que nos sumergimos, como en un laberinto.

Solenoide es un viaje, un laberinto vital por el que perdernos, por el que dejar que la existencia nos golpee. Hay una angustia vital que transpira por los poros de las diferentes historias que nos cuenta este escritor frustrado, una sensación de búsqueda y a la vez de cierta resignación que se ve convulsionada por el mapa que poco a poco se va creando en su interior y en la ciudad, que es otro personaje, otro espejo en el que mostrar la decadencia, la ruina humana que necesita volar para tomar perspectiva, para buscar esa manera de ir más allá de sí misma.

Hay en este libro un sinfín de historias, de retazos, de fragmentos de vida unidos por las costuras de unas reflexiones preciosas y a la vez duras; referencias literarias, matemáticas y científicas que pueden parecer extrañas, pero que tienen siempre un sentido, pues cada uno de los elementos que aparecen forman parte del puzle, de ese mapa laberíntico que nos enreda pero no nos pierde. Alucinante, de una fuerza literaria brutal, esta novela es inclasificable. Es Literatura en mayúsculas. Y es un libro que, al cerrarlo, hace que te preguntes cómo es posible que quepan tantos universos en la mente de un único hombre.

Para aquellos que se hagan esa pregunta u otras sobre el autor, aquí os dejo el link a una entrevista al autor realizada por Letras Libres: http://www.letraslibres.com/espana-mexico/literatura/entrevista-mircea-cartarescu-he-escrito-un-panfleto-contra-el-sistema-literario

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson
(Reseña redactada originalmente para Anika Entre Libros)

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