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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos de etiqueta: Sant Jordi

Santa Jordina, de Inés Macpherson y Pilarín Bayés

06 lunes Mar 2017

Posted by encuentosydesencuentos in Actualidad editorial, Cuentos

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conte, Inés Macpherson, La Galera, Pilarín Bayés, Sant Jordi, Santa Jordina, Tradicions

A las mujeres, desde pequeñas, nos dicen que debemos aspirar a ser princesas y que debemos soñar con príncipes. Nos dicen que, sin un hombre, no seremos felices, no estaremos protegidas, no estaremos completas. La sociedad ha creado unos estereotipos, tanto para hombres como para mujeres, que intentan encasillarnos, acotar nuestra forma de ser, nuestros sueños, nuestras relaciones. Pero las etiquetas están para borrarlas, romperlas, reinventarlas… Porque las mujeres podemos ser lo que queramos, incluso «caballeros».

¿Por qué digo esto? Porque, aprovechando que el miércoles 8 es el día internacional de la mujer, quiero anunciar que el 22 de marzo sale a la venta un libro muy especial. Normalmente, hablo de libros que he leído, pero esta vez lo hago de un libro que he escrito. Se trata de Santa Jordina, un álbum ilustrado por Pilarín Bayés, que publica La Galera en su colección Tradicions.

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Podréis encontrar más información en este link:

http://www.lagaleraeditorial.com/ca/santa-jordina-978-84-246-5850-2#.WL0McH9uKSo

¡Feliz lunes, felices cuentos y felices lecturas!

Inés Macpherson

Sant Jordi: Otro cuento para la princesa

23 sábado Abr 2016

Posted by encuentosydesencuentos in Cuentos

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Cuentos, dragones, princesas, Sant Jordi

Cuenta la leyenda que el caballero mató al dragón para rescatar a la princesa. Y que la princesa necesitaba ser rescatada porque había sido entregada como tributo a la bestia. Pero, ¿estamos seguros de que eso fue así? En aquella época, los que exigían tributos, pagos y diezmos eran los reyes, los señores feudales e incluso algún que otro caballero noble, por título, que no por carácter. ¿Era el dragón quien pedía que se le entregara a la muchacha, o eran los propios reyes, nobles y señores los que contrataban al dragón para deshacerse de las muchachas? Tengamos en cuenta que los que las enviaban a las garras de una muerte casi segura eran los mismos que las “devoraban”, pero de otra manera, obligándolas a someterse a una vida de matrimonios concertados, donde ante el primer síntoma de pensamientos o libertad eran consideradas brujas, hechiceras… Así que, ¿seguro que esa es la única visión de la historia? Al fin y al cabo, la historia siempre la cuenta el vencedor y, en este caso, el dragón fue el vencido. Y como nadie le preguntó a la princesa…

Pero, ¿qué pasaría si le preguntáramos a ella? Quizás descubriríamos que ella se fugó para buscar una vida distinta, para huir de los brazos de un príncipe pedante con quien se había visto obligada a casarse, y la encontró entre las escamas de un dragón, que a pesar de ser bestia, era mucho más humano que el que compartía el mismo techo con ella. ¿Y si el príncipe mató al dragón por celos? ¿Y si lo mató para que ninguna mujer más descubriera que se podía vivir de otra manera?

Dándole vueltas a esta idea…

OTRO CUENTO PARA LA PRINCESA

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«Hace mucho tiempo, tanto que los nombres en los mapas del reino se han borrado, vivió una princesa que no era especialmente hermosa, pero tenía carácter. Su madre intentaba que se preocupara por los afeites y perfumes para acicalarse y resaltar alguno de sus encantos, y su padre insistía en que debía acudir a más bailes, como las otras princesas, para conocer a algún pretendiente que la quisiera cortejar y, en un futuro, hacerla su esposa. El problema era que a Nessa no sentía inclinación ni por los cosméticos ni por los trajes ni los bailes. Ella prefería pensar, hacerse preguntas sin respuesta, cabalgar sin rumbo fijo y soñar con traspasar las fronteras, tanto las del reino como las impuestas por sus padres, para descubrir otros mundos.
Pero como mujer que era, ella debía acatar las órdenes de su padre. Y llegada una edad, ya no pudo escaquearse más y tuvo que acceder a los bailes y a los pretendientes. Y lo hacía con mucha dignidad, sonriendo a todo el mundo y callando lo que realmente pensaba, porque si lo hubiese dicho en voz alta, probablemente sus padres la hubiesen enviado a la mazmorra más oscura del reino. Cuando se acababan los festejos, Nessa volvía a sus aposentos, cogía un libro y se sumergía entre sus páginas, intentando deshacerse del aburrimiento al que se había visto arrastrada por sus interlocutores. Los príncipes podían ser apuestos y podían ser valientes, pero no tenían nada que decir. O hablaban de caza o de guerra. No sabían lo que era un libro ni lo que era tener sueños. Ellos habían nacido con un mapa trazado de su destino y lo cumplían sin preguntarse absolutamente nada.
Durante un tiempo, Nessa pensó que quizás se había vuelto demasiado exigente, o que las otras princesas, más bellas y más sociables, se habían llevado a los mejores. Pero los príncipes casados tampoco tenían gran cosa en la cabeza.
Desesperada, decidió fiarse de los cuentos de hadas e intentó besar alguna rana. Pero ninguna brilló ni se transformó. Siguió siendo un animalillo, aunque un poco más asustado después de haber sido arrancado de su hábitat natural para ser besado por una humana loca. Viendo que aquello no daba resultado, Nessa pensó en algo más drástico. Quizás había otros príncipes en otros reinos lejanos, algún caballero con un poco más de fondo y no sólo forma. El problema era que, para llegar a él, tenía que ser importante, conocida, llamar la atención. Y la única manera de hacerlo era conseguir a un dragón. Si uno de aquellos animales monstruosos la secuestraba, quizás mejoraría su suerte.
Pero los dragones no secuestraban muy a menudo a las princesas. Así que tuvo que hacerlo ella.
Una noche, sin dejar nota alguna, se escabulló de su alcoba y galopó durante horas hasta llegar a las montañas rocosas, donde, según los libros que tantas veces había leído, vivían los dragones. Subió varias rocas y, cuando encontró una caverna, entró en ella.
Lo primero que vio fue la cola del dragón. Sus escamas fulguraban con una luz cálida que le daba a su color rojo un aspecto de sangre que, al principio, asustó a Nessa. Pero estaba decidida, y siguió avanzando por la gruta, contemplando las patas traseras, las alas descansando sobre el cuerpo… y la cabeza del dragón. Se quedó helada al ver las dimensiones de sus dientes y sus ojos, que la miraban con una intensidad dorada que habría fundido al más valiente de los hombres. Por un instante, temió que las leyendas fueran ciertas y que aquel ser se la comiera de un bocado. Pero no fue así. Cuando el dragón supo por qué Nessa había huido de su hogar (no le contó lo del rescate del príncipe, por si acaso), la invitó a quedarse con él el tiempo que fuera necesario.
Y poco a poco, la princesa descubrió que, a pesar de haber acertado en la ubicación de las guaridas de los dragones, el resto de lo que contaban los libros era mentira. Quizás fueran agresivos, pero sólo si era necesario. Y no eran brutos ni avariciosos. En su cabeza no cabía únicamente la caza o la guerra, sino que cabía la magia, las historias, los sueños y, sobre todo, los viajes. Nessa empezó a enamorarse de aquella vida, de aquel ser que, aunque bestia, tenía en su interior muchas más riquezas que cualquiera de los príncipes más ricos de todos los reinos.
Con el tiempo, Nessa comprendió que aquello que sentía no era sólo amor, sino libertad. Ansiaba aquella vida, deseaba poder ser tan libre como aquel ser, y sabía que junto a él, podría serlo. Nunca la ataría, nunca la obligaría a callar…
El problema fue que, antes de que ella pudiera confesar lo que estaba creciendo en su interior, un príncipe apareció por la cueva y, de forma cruel y sanguinaria, acabó con la vida del dragón, reclamando para sí la mano de la princesa quien, muda de espanto, empezó a llorar, no sólo por la pérdida, sino por lo que sabía que implicaba aquella sentencia.
Dicen que de la sangre del dragón muerto brotaron unas rosas. Pero probablemente crecieron y proliferaron por las lágrimas de la princesa, destrozada ante aquella injusta masacre. Y cuentan que, aunque el príncipe intentó llevársela por la fuerza, ella se aferró a su amigo. Y mientras lloraba, fue deshaciéndose lentamente hasta convertirse en río. Y sus lágrimas bañaron al dragón hasta convertirlo en monte, en prado, y así poder estar juntos en un último abrazo».

Quizás la historia la entendimos al revés. Tanto tiempo creyendo que las princesas debían besar ranas para encontrar al príncipe azul, y quizás lo que tenían que hacer era besar dragones para transformarse de una vez en mujeres-dragón y dejar de ser mujer-florero, siempre esperando ser rescatadas, cuando ellas solitas podrían coger sus alas y salir volando… a vivir.

Por otro final para los cuentos. Feliz Sant Jordi.

Inés Macpherson

Por un Sant Jordi lleno de libros

22 miércoles Abr 2015

Posted by encuentosydesencuentos in Actualidad editorial, Lecturas y reseñas

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Alianza Editorial, Debolsillo, Ediciones Urano, Editrorial Destino, Fernando Iwasaki, Gamal Ghitany, James Dawson, John Green, Jordi Cantavella, Jordi Olloquequi, La Galera, Michael Ende, Nube de tinta, Puk, Richard Matheson, Rosa dels vents, Sant Jordi, Toni Hill, Valdemar, Víctor del Árbol

Si hay algo que se puede comprar durante todo el año, son libros. No son como la fruta de temporada (aunque eso hace tiempo que parece que tampoco existe y encontramos melocotones en invierno), sino que florecen todo el año en las librerías. Uno puede cogerlos prestados en las bibliotecas, pedírselos a un amigo para que le recomiende algo… Los libros están presentes los 365 días del año y son para todas las edades, colores, gustos y personalidades. Sin embargo, el 23 de abril es el día del libro, ese día en el que, al menos por estos lares, nos lanzamos a la calle a impregnarnos de la palabra escrita. Y aunque es difícil escoger entre todos los libros que uno ha leído durante los últimos meses, y aún más difícil no pensar en los que tiene pendientes en las estanterías, me gustaría hacer mi recomendación personal para estos días, por si alguien no sabe qué libro escoger. Porque Sant Jordi, además de una leyenda, es una fiesta de la literatura y eso siempre hay que celebrarlo.

Lobos_y_dragones-roger-olmos-213x300Empecemos con los libros de relatos. Podría enumerar una lista infinita de antologías de la editorial Valdemar para los amantes del relato de terror y gótico, pero el último que ha caído en mis manos ha sido Pesadilla a 20.000 pies y otros relatos insólitos y terroríficos, de Richard Matheson. La edición va con prólogo de Stephen King y en ella se puede encontrar una muestra del genio de este escritor, que consigue meterte en una atmósfera inquietante con escasas pinceladas, porque sabe que, entonces, ya te tiene atrapado. Otra recopilación de relatos, también con un toque oscuro, pero con un formato más escueto pero igualmente fascinante, es Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki (Páginas de Espuma). Son relatos cortos que nos adentran en el mundo del terror, el espanto y lo macabro, pero con un punto de un humor negro que los hace únicos. Y por último, en el terreno del relato, una joya extraordinaria: El espejo en el espejo, de Michael Ende, recientemente publicado por Cátedra. Una obra que une los relatos con la fantasía, la filosofía y la mitología por partes iguales.

Si nos adentramos en el mundo de la novela, hay un sinfín de opciones. Pero como se trata de hacer una selección, intentaré acotar un poco. Para aquellos a quienes les gusta la novela negra y policiaca, la trilogía de Toni Hill (El verano de los juguetes muertos; Los buenos suicidas; Los amantes de Hiroshima), publicada por Debolsillo, pero en un formato un poco más grande que el habitual, es una apuesta magnífica. Alejándose de este género, encontramos a Víctor del Árbol, un autor que sabe crear unas redes de personajes perfectamente hiladas, algo que demuestra tanto en Respirar por la herida (Debolsillo, mayo 2014) como en Un millón de gotas (Destino, mayo 2014).

Para aquellos que prefieren la lectura pausada, la que permite degustar los paisajes, los simbolismos y el paisaje tanto físico como espiritual de una novela, podrán encontrar todo eso en La llamada de poniente, de Gamal Ghitany (Alianza Editorial, octubre de 2014).

Y si se prefiere una novela con toques históricos, El brigadista, de Jordi Cantavella (Rosa dels Vents), es una manera magnífica de adentrarse en el universo de las Brigadas Internacionales.

Y por último, algunas recomendaciones de novela juvenil, aunque la primera que haré no es estrictamente novela. Hace poco, la editorial Urano estrenó nueva imagen para Puk, su sello juvenil, y lo hicieron publicando un libro arriesgado pero muy interesante: Este libro es gay, de James Dawson. Una obra que habla sin tapujos, de forma directa y sincera, sobre la distintas orientaciones sexuales y todo lo que las rodea. Por otro lado, como la lectura no está reñida con el aprendizaje, La Galera ha seguido apostando por la literatura juvenil con un toque de ciencia. Si La puerta de los tres cerrojos, de Sónia Fernández-Vidal, se adentraba en la física cuántica, EXO, de Jordi Olloquequi, lo hace en el mundo de la biología con una novela que mezcla el amor, el rock y algún que otro viaje espacial (y que conste que no solo me refiero al espacio exterior, sino al internior…).  Y ya para acabar, no podía faltar John Green, un autor que durante un tiempo pasó desapercibido pero que, gracias a Bajo la misma estrella, consiguió hacerse ver. Nube de Tinta ha seguido publicando sus libros y, aunque todavía no he leído Buscando a Alaska, sí que puedo recomendar Ciudades de papel, una novela sobre la amistad, sobre ese maldito momento en que te das cuenta que te toca crecer y decidir, sobre los sueños que cada uno perseguimos… y sobre la capacidad de ver más allá del papel, del maquillaje que todos llevamos.

Y por hoy, se acabaron las recomendaciones. Espero que disfrutéis de un feliz día del libro y que sigáis descubriendo lo que  ocultan los libros durante todo el año. Porque todos, incluso los dragones, queremos que nos cuenten una historia.

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Inés Macpherson

Un Sant Jordi de libros… y cuentos

22 martes Abr 2014

Posted by encuentosydesencuentos in Actualidad, Lecturas y reseñas, Sesiones de cuentos

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alfaguara, Ediciones Siruela, Editorial Atalanta, Editorial Salamandra, Edward Hogan, Federico Axat, H. P. Lovecraft, Julio Llamazares, Sant Jordi, Sofi Oksanen

Como cada año, el día de Sant Jordi llega, y con él, las recomendaciones, las quinielas sobre cuál será el libro más vendido… Y como cada año, yo hago mi pequeña aportación a la ristra de recomendaciones literarias. Sin embargo, este año hay una novedad… Porque además de libros, el día de Sant Jordi y los sucesivos estarán plagados de cuentos. Pero primero lo primero.

La primera recomendación es uno de esos libros que tanto pueden leer jóvenes como adultos. Se trata de La noche que nunca acaba, de Edward Hogan (Siruela). Es uno de esos libros entrañables, fáciles de leer y con un personaje principal creíble y dispuesto a crecer junto al lector.

La noche que nunca acabaSi nos adentramos en el género de la novela negra, cabe destacar Muerto el perro, de Carlos Salem (Navona Negra), uno de esos autores que saben decir las cosas sin tapujos, tanto en sus novelas como en su poesía.

Para los amantes del género fantástico y de terror, Acantilado ha publicado dos de las novelas cortas de H. P. Lovecraft: El caso de Charles Dexter Ward y En las montañas de la locura, dos pequeñas joyas en una nueva edición que ofrece el estilo inconfundible de este genio de la literatura de terror, creador de atmósferas y personajes inquietantes que siempre dejan huella.

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Y después, mis tres favoritos de estos últimos meses (y cuyas críticas podéis encontrar en el blog):
El pantano de las mariposas, de Federico Axat (Destino), del que, por cierto, podéis escuchar un fragmento aquí: http://youtu.be/bpGvhhw6SWo
Cuando las palomas cayeron del cielo, de Sofi Oksanen (Salamandra)
Las lágrimas de San Lorenzo, de Julio Llamazares (Alfaguara)

Y para dar pie a los cuentos, algunas recomendaciones muy especiales:

Dos antologías de la editorial Atalanta
Antología universal del relato fantástico, VV.AA (edición y prólogo de Jacobo Siruela), un exhaustivo paseo por el género de la mano de autores de renombre.
Vampiros, VV.AA (edición y prólogo de Jacobo Siruela), una antología dedicada a esta figura mítica de la literatura fantástica y de terror, donde encontrar relatos míticos como «La muerte enamorada«, de Theóphile Gautier, «No despertéis a los muertos«, de Johann Ludwig Tieck, «El Conde Magnus«, de M.R. James o «La habitación de la torre«, de Edward Frederick Benson, entre otros.

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Y una pequeña joya que me recomendaron hace poco: Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki (Páginas de espuma): relatos cortos pero intensos.

Y entrando de lleno en los cuentos, el día de Sant Jordi hay una cita con la narración oral. El miércoles 23, a las 21:00, Jam de contes, con Rubén Martínez en el Centre Civic Parc Sandaru de Barcelona.

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Y para los que no puedan acercarse el mismo día de Sant Jordi, no os preocupéis. El jueves 24, a las 21:30, los Contes a l’Astrolabi han preparado un especial post Sant Jordi en el que diversos narradores, como Arnau Vilardebó, Rubén Martínez o Merche Ochoa, explicarán historias donde estará presente el amor, en todas sus posibles acepciones.

Un amor de contesY por si os quedáis con ganas de más cuentos, el viernes podréis escuchar a Toña Pineda en el ciclo de cuentos Històries del Cercle Roig, del Ateneu Roig. Y el sábado, cuentos en el Harlem Jazz Club.

Porque Barcelona está llena de cuentos, de libros, de historias… Y siempre es un placer leerlas, o escucharlas…

Bon Sant Jordi!

 

Un cuento para Sant Jordi

22 lunes Abr 2013

Posted by encuentosydesencuentos in Cajón de sastre, Cuentos

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Isabel Alba, Sant Jordi, Un dragón para una princesa

UN DRAGON PARA UNA PRINCESA
De Isabel Alba. Ilustraciones de Jesús Gabán
©LIBRAIRIE LAROUSSE
EDI, 6, S.A. – 1982

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(imatge de http://bzonamarta.blogspot.com.es/2008/04/sant-jordi-malgrat-el-pas-del-temps.html)

Había una vez, hace muy poco tiempo, en un país lejano, un anciano rey que acababa de tener una hija.
La vieja corte gobernada por aquel rey conservaba sus antiguas costumbres; por eso necesitaban, para el bautizo de la niña, un par de hadas. Cuando el rey y la reina eran jóvenes se encontraban hadas, buenas y malas, por todas partes: en las cocinas, en las caballerizas, en los bosques… Hasta en los cuartos de la plancha. El mundo estaba repleto de hadas. Pero ahora que había tan pocas princesas ya no quedaba casi ningún hada. La mayoría se habían marchado a lejanas tierras en busca de nuevos trabajos; otras habían preferido estudiar, dedicarse al deporte o hacerse estrellas de cine.
Los reyes mandaron emisarios por todo su reino en busca de hadas; hasta se ofrecieron inmensas recompensas a quien encontrara alguna. Al fin, una mañana, se presentaron dos: una buena y otra mala, como debía ser.
Los reyes, contentísimos, lo prepararon todo para el bautizo. Hicieron invitaciones para sus amigos, organizaron un enorme banquete y compraron una cuna nueva a la princesita para tan importante día.
Las pobres hadas, aunque conocían perfectamente cuál era su obligación, estaban muy asustadas. Hacía tanto tiempo que no se dedicaban a su oficio que ni siquiera tenía ya varita mágica. Los reyes intentaron animarlas. Su trabajo era sencillo: sólo debían expresar un deseo cada una y ese deseo se tenía que cumplir por encima de todo. A eso se reducía la ceremonia.
Y llegó el gran día.
En el salón de palacio se habían reunido, desde horas antes de la fijada para el bautizo, todos los personajes importantes de la corte. Los reyes, sentados en sus tronos y con la cunita de la princesa a sus pies, esperaban muy emocionados el momento en que deberían aparecer las dos hadas.
Cuando éstas entraron en la habitación se hizo un profundo silencio. Había llegado la hora en que se decidiría el futuro de la princesa. Ambas hadas se acercaron a pasitos lentos a la cuna de la niña. Una vez allí, el hada mala, que sabía muy bien lo que tenía que decir porque lo había leído muchas veces en los cuentos, anunció en voz muy alta para darse más importancia:
-Yo, la única hada mala que queda en este reino, declaro que esta niña, al cumplir los quince años, será raptada por un terrible dragón.
A continuación todos esperaron las palabras del hada buena. Pero ésta, que ya era muy viejecita y estaba algo sorda, no sabía que le tocaba hablar.
El hada mala intentó hacérselo comprender por medio de varios codazos y, como no lo conseguía, le gritó:
-¡¡Te toca a ti!!
-¡Ah, sí! – dijo el hada buena -. Un príncipe rescatará a la princesa y se casará con ella.
Y por si acaso no lo habían oído, repitió muchas veces:
-¡Se casará con un príncipe! ¡Se casará con un príncipe!

La princesa creció feliz hasta los quince años. Era muy inteligente y hermosa y esperaba impaciente el momento en que debería raptarla el dragón.
Pero pasaron los meses y ningún dragón venía a buscarla. Luego pasaron los años, y el dragón continuaba sin aparecer. El rey y la reina estaban desesperados. Si no encontraban pronto un dragón que quisiera secuestrar a la princesa, ningún príncipe vendría a salvarla. La princesa no tendría otro remedio que quedarse siempre en el castillo, soltera y aburridísima.
El problema era que en el mundo ya no quedaban dragones. Por más que habían buscado, no habían encontrado ninguno. Los habitantes de aquel país, que querían mucho a los reyes y a la princesa, se pusieron a pensar y a pensar para encontrar una solución a tan grave problema. Por fin decidieron que, si ya no existían dragones, lo único que se podía hacer era fabricar uno. La técnica estaba muy adelantada, no sería difícil hacer un robot-dragón. Y dicho y hecho. Escribieron a una importante fábrica de robots y ésta les envió las instrucciones sobre «cómo hacer un dragón moderno en su propia casa». El pueblo entero se puso manos a la obra y en menos de un mes había fabricado el dragón más asombroso que jamás se ha visto sobre la tierra. Se trataba de un robot-dragón gigantesco, con mando a distancia. No echaba fuego por la boca como los antiguos dragones pero tenía todas las ventajas modernas. Era capaz de lavar en pocos minutos la ropa sucia del país y repartirla casa por casa limpia y seca en menos de una hora. Llevaba incorporado un despertador electrónico, un radio cassette y hasta televisor en color, y diversos videojuegos para que la princesa no se aburriera mientras tuviese que estar con él en espera de que el príncipe la rescatara. Además, sabía cantar, bailar, tocar el violín y la guitarra eléctrica y hacer fuegos artificiales.
El pueblo estaba encantado con él. En pocos días, no sólo había raptado a la princesa, sino que también había ayudada a las amas de casa en sus trabajos, había entretenido a los niños y había dado tres conciertos en la plaza. Sólo faltaba que el príncipe viniera a rescatar a la princesa.
No muy lejos de allí vivía un rey que tenía un único hijo llamado Penduro. El rey estaba tan harto de la inutilidad de su hijo – que era bastante bruto – que, al enterarse de que al fin la princesa había sido raptada por un dragón, no dudó un minuto y envió a Penduro a salvarla. Casarle con la princesa sería una gran suerte.
Penduro llegó una mañana al país vecino dispuesto a matar a su temible enemigo. Llevaba armadura, espada y escudo. Cuál no sería su sorpresa al encontrarse con que el reino estaba de fiesta. El dragón paseaba por las calles llevando sobre su lomo a la hija del rey. Todos le aclamaban a su paso. Nunca en aquel país había reinado de tal forma la alegría ni se habían divertido tanto como desde la fabricación del robot-dragón.
La aparición de un príncipe dispuesto a terminar con el dragón desagradó hasta a los mismos reyes. Solamente la princesa estaba contenta. Al fin un príncipe, un príncipe de verdad, había venido a rescatarla y a casarse con ella. El combate entre el dragón y su futuro esposo debía celebrarse lo antes posible.
No hubo manera de convencerla de lo contrario; además, no se podía contradecir a las hadas que, cuando ella nació, habían decidido su destino. La lucha se fijó para la mañana siguiente. Pero había un problema. El dragón era de hierro y el príncipe jamás podría vencerlo. Había que buscar un tipo de lucha más igualada. Al fin, alguien tuvo una idea: se jugarían a la princesa al ajedrez. El dragón era un gran jugador de ajedrez y el príncipe tampoco lo hacía mal.
A la mañana siguiente todo el pueblo acudió a la plaza. Allí, en presencia del rey, la reina y la princesa, que estaba muy emocionada, se celebraría el combate. La partida fue reñida. Al principio iban igualados. Luego, el dragón, para darle mayor emoción al juego, permitió al príncipe que le ganara durante un ratito para vencerle al final.
Los habitantes de aquel país eran felices. Su robot-dragón había ganado. El príncipe no tendría más remedio que irse y dejarles en paz. Todo volvería a ser como en los últimos días. Para celebrarlo, tiraron serpentinas e hicieron una fabulosa fiesta.
Pero la princesa no estaba satisfecha. No había derecho a que por culpa de aquel dragón tuviera que quedarse sola y aburrida para siempre. Las hadas habían asegurado que se casaría con un príncipe y no podían equivocarse. El príncipe tampoco era feliz. Le gustaba la princesa y jamás podría volver a su reino sin ella. Su padre se enfadaría con él y le echaría de palacio. Por eso, decidió quedarse durante unos días en aquel país para ver si daba con alguna solución. Y la solución no se hizo esperar.
Una mañana, cuando la reina fue a despertar a la princesa, vio que ésta no estaba en su cama. La buscó por el palacio; la buscó por el jardín; la buscó por todo el pueblo y no la encontró.
Miles de mensajeros fueron de un lado a otro preguntando por ella a todo el mundo. Alguien tenía que haberla visto por alguna parte.
Una mañana apareció un pastor que sabía dónde estaba la princesa. Penduro, el príncipe, se la había llevado a lomos de su caballo blanco en dirección a su reino. El rey y la reina escribieron al padre de Penduro y éste les contestó que la princesa y su hijo se habían casado y vivían felices en su palacio. Los reyes y todos sus súbditos quedaron muy satisfechos. Las cosas se habían solucionado al gusto de todos:

Ellos tenían su dragón y la princesa tenía su príncipe.

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