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Encuentosydesencuentos's Blog

~ Un paseo entre cuentos y libros con Inés Macpherson

Encuentosydesencuentos's Blog

Archivos de etiqueta: Neil Gaiman

Edgar Allan Poe: 170 años de su muerte

07 lunes Oct 2019

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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contes, Cuentos, Edgar Allan Poe, Neil Gaiman, Quaderns Crema, Vincent Price

Hoy se cumplen 170 años de la muerte de Edgar Allan Poe. Quien más quien menos conoce este nombre e incluso ha leído alguno de sus cuentos o ha escuchado o recitado ese «Nevermore» que Vincent Price o Neil Gaiman saben pronunciar tan bien cuando recitan The Raven. Para mí, Poe es el escritor que lo cambió todo. De hecho, cambió muchas cosas en el terreno literario, pero hoy quería hablar desde un lugar un poco más personal.

Cuando tenía unos trece años, en clase nos hicieron leer una pequeña recopilación de Edgar Allan Poe. Era la traducción al catalán de Carles Riba editada por Quaderns Crema, y allí descubrí un lenguaje que entendía, pero que a su vez me resultaba extraño; un mundo que reconocía, pero que me hablaba de una oscuridad que me golpeó. Allá estaban «Hop-Frog», «La máscara de la muerte roja», «El pozo y el péndulo» o «El gato negro». Era una recopilación de clásicos. Una recopilación que todavía conservo y que acompaña a todas las otras ediciones que tengo de este autor: en castellano y en catalán, ilustradas o con prólogos magníficos y traducciones de Julio Cortázar.

Poe_Harry Clarke

Ilustraciones de Harry Clarke

¿Por qué supuso un cambio tan importante en mi concepto de lo que era la literatura? Pues porque por primera vez alguien hablaba de las sombras interiores, aquellas que yo intuía, y de los monstruos que generamos o en los que nos podemos convertir. Cuando desde pequeña tienes cierta tendencia a observar el lado oscuro, a mirar la muerte de frente y comprender que la vida no es tan simple ni luminosa como a veces nos quieren hacer creer, descubrir a alguien que habla de los monstruos que llevamos dentro, del horror interior, de la obsesión, del miedo, de la angustia vital que te puede llevar al límite, hace que comprendas que no eres tan extraña como te hacían creer. Cuando te dan permiso para leer historias donde la muerte está tan presente, te sientes un poco menos sola cuando escribes cuentos donde las ciudades se abren en canal para comerse a la gente o las casas te atrapan para que formes parte de las paredes o las ventanas, prisioneros para siempre en una frontera entre la vida y la muerte, observando el mundo, pero sin poder gritar para que alguien te vea. Yo escribía sobre los monstruos que construimos a nuestro alrededor como prisiones, encerrados entre cuatro paredes, interiores y exteriores, de las que no podemos salir o de las que creemos que no se puede salir. Nunca me había imaginado que se pudiera hablar desde el lugar desde el que lo hacía Poe, y me pareció extraordinario, por su manera de crear atmósferas, por la forma en que daba voz a la muerte y a los muertos, a los recuerdos, al olvido; por la manera en que te iba llevando hacia un clímax maravilloso y, a menudo, poético.

Después llegaron Bradbury y Dahl (a quienes descubrí gracias a las clases de inglés, porque a excepción de Poe, el resto de lecturas siempre fueron bastante clásicas), que son los otros pilares literarios que siempre me acompañan. Tres patas de una mesa que acabó por completar Gaiman, quien a veces tiende un puente entre Poe, Bradbury y él mismo, ofreciendo una magia que sabe jugar con la luz y las sombras. Pero, ¿qué tiene Poe que no tengan otros autores? Quizá simplemente me enamoré de su manera de escribir por el momento, por la edad, porque era algo que se alejaba de las típicas historias juveniles que nos hacían leer. Quizá se quedó conmigo porque abrió una puerta que nunca se ha cerrado. Pero, en el fondo, hay que tener en cuenta que Poe, más allá de lo que pudo suponer para mí, fue el primero en muchas cosas. Su Auguste Dupin abrió la puerta a Holmes y a toda una saga de detectives. Y fue el primero en dejar de lado los monstruos exteriores (sin olvidarse de ellos, porque había horrores más allá de la puerta), para adentrarse en el horror interior, los monstruos más humanos que no necesitan volver de la muerte para arañar-nos y vestirnos de angustia.

El narrador en primera persona de muchos de estos relatos te permitía ponerte en la piel del vengativo Montressor y bajar con él a las catacumbas; te permitía descubrir la voz del protagonista de «El corazón delator», quien decía no estar loco mientras podías imaginar como el tono de voz iba aumentando, latiendo más fuerte, como el corazón que había escuchado tantas veces de noche, «con un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón»; te permitía descubrir la angustia de quien sabe que ha perdido la cabeza bajo los efectos del demonio de la intemperancia y ha cometido un crimen atroz mientras intentaba cometer otro igualmente brutal. Poe nos ponía un espejo delante sin intención de desfigurar, sino para que pudiéramos tener presente que, a veces, somos como el personaje de «El extraño» de Lovecraft, y hasta que no nos vemos realmente no somos conscientes de todas las sombras que podemos tener dentro. Siempre es más fácil definir el mundo mediante una dualidad clara, con una frontera entre luz y oscuridad, bien y mal que no admita grises. Pero el terror que inició Poe y que llega a nuestros días nos habla precisamente de todo lo que hay entre medio, de la forma en que alguien que es como nosotros, los llamados normales, puede transformarse.

Cuando, años después, descubrí el placer de la narración oral, decidí dar voz a esas historias que me habían hecho la persona que era, que habían construido mi mundo literario interior y exterior, porque de ellas surgieron muchas otras pasiones en forma de libros. Como narradora, ponerse en la piel de estos personajes es extraordinario, porque necesitas vivir lo que dicen, lo que hacen. He escuchado a Vincent Price recitando a Poe, narrando sus cuentos; también a Neil Gaiman o, en castellano, a Juan Echanove. Lo hacen mucho mejor que una servidora, que simplemente es narradora, no actriz, pero si tuviera que escoger un único autor para narrar el resto de mi vida, probablemente sería Edgar Allan Poe, porque ya llevo muchas de sus historias y de sus palabras conmigo.

Por eso, hoy os dejo un cuento de Poe que narré hace unos años, porque, aunque haga 170 años de su muerte, su voz y sus historias siguen latiendo, como el corazón delator:

 

¡Feliz lunes y Poe-ticas lectures!

Inés Macpherson

Edgar Allan Poe: 170 anys de la seva mort

07 lunes Oct 2019

Posted by encuentosydesencuentos in Lecturas y reseñas

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contes, Cuentos, Edgar Allan Poe, Narracion oral, Neil Gaiman, Quaderns Crema, Vincent Price

Avui fa 170 anys de la mort d’Edgar Allan Poe. Qui més qui menys coneix aquest nom i fins i tot haurà llegit algun dels seus contes o haurà escoltat o recitat aquell «Nevermore» que Vincent Price o Neil Gaiman saben pronunciar tan bé quan reciten The Raven. Per a mi, Poe és l’escriptor que ho va canviar tot. De fet, va canviar moltes coses en el terreny literari, però avui volia parlar des d’un lloc una mica més personal.

Quan tenia uns tretze anys, a classe ens van fer llegir un petit recull de contes d’Edgar Allan Poe. Era la traducció al català de Carles Riba editada per Quaderns Crema, i allà vaig descobrir un llenguatge que entenia, però alhora m’era estrany; un món que reconeixia, però que em parlava d’una foscor que em va colpejar. Allà hi havia «Hop-Frog», «La màscara de la mort roja», «El pou i el pèndol» o «El gat negre». Era un recull dels clàssics. Un recull que encara conservo i que acompanya a totes les altres edicions que tinc d’aquest autor: en castellà i en català, il·lustrades o amb pròlegs meravellosos i traduccions de Julio Cortázar.

Poe_Harry Clarke

Il·lustracions de Harry Clarke

Per què va suposar un canvi tan important en el meu concepte del que era la literatura? Doncs perquè per primer cop algú parlava de les ombres interiors, aquelles que jo també intuïa, i dels monstres que generem o en què ens podem convertir. Quan des de petita tens certa tendència a observar el cantó fosc, a mirar la mort als ulls i comprendre que la vida no és ni tan simple ni tan lluminosa com a vegades ens volen fer creure, descobrir a algú que parla dels monstres que portem a dins, de l’horror interior, de l’obsessió, de la por, de l’angoixa vital que et pot portar al límit, fa que entenguis que no ets tan estranya com et feien creure. Quan et donen permís per llegir històries on la mort és tan present, et sents una mica menys sola quan escrius contes on les ciutats s’obren per cruspir-se a la gent o les cases t’atrapen perquè formis part de les parets o les finestres, presoner per sempre d’una frontera entre la vida i la mort, observant el món però sense poder cridar perquè algú et vegi. Jo escrivia sobre els monstres que construïm al nostre voltant com a presons, tancats entre les quatre parets, interiors i exteriors, d’on no es pot sortir, o d’on es creu que no es pot sortir. Mai havia imaginat que es pogués parlar d’es d’on ho feia Poe, i em va semblar extraordinari, per la seva manera de crear atmosferes, per la forma en què donava veu a la mort i als morts, als records, a l’oblit; per la manera en què t’anava portant fins a un clímax meravellós i, sovint, poètic.

Després van arribar Bradbury i Dahl (que vaig descobrir gràcies a les classes d’anglès, perquè excepte Poe, la resta de lectures sempre van ser força clàssiques), que són els altres pilars literaris que sempre m’han acompanyat. Tres potes d’una taula que va acabar completant Gaiman, qui sovint fa de pont entre Poe, Bradbury i ell mateix, oferint una màgia que sap jugar amb les llums i les ombres. Però, què té Poe que no tinguin d’altres autors? Potser simplement em vaig enamorar de la seva manera d’escriure pel moment, per l’edat, perquè era quelcom que s’allunyava de les típiques històries juvenils que havia llegit. Potser es va quedar amb mi perquè va obrir una porta que mai més s’ha tancat. Però, en el fons, cal tenir en compte que Poe, més enllà del que pogués suposar per a mi, va ser el primer en moltes coses. El seu Auguste Dupin va obrir la porta a Holmes i a tota una saga de detectius. I va ser un dels primers en deixar de banda els monstres exteriors (sense oblidar-se d’ells, perquè també hi havia horrors més enllà de la porta), per endinsar-se en l’horror interior, els monstres més humans que no necessiten haver tornat de la mort per esgarrapar-nos i vestir-nos d’angoixa.

El narrador en primera persona de molts d’aquests relats et permetia posar-te en la pell del venjatiu Montressor i baixar amb ell a les catacumbes; et permetia descobrir la veu del protagonista de «El cor delator», que deia no ser boig mentre podies imaginar com el to de veu anava augmentant en ritme, bategant més fort, com el cor que tants cops havia escoltat, «amb un so com el que un rellotge fa embolicat en cotó»; et permetia descobrir l’angoixa de qui sap que ha perdut el cap sota els efectes del dimoni de la intemperància i ha comés un crim atroç mentre intentava cometre un altre igualment brutal. Poe ens posava un mirall davant sense ànim de desfigurar, sinó perquè poguéssim tenir present que, a vegades, som com el personatge de «L’estrany» de Lovecraft, i fins que no ens veiem realment no som conscients de totes les ombres que podem tenir a dins. Sempre és més fàcil definir el món mitjançant una dualitat clara, amb una frontera entre llum i foscor, bo i dolent que no admeti grisos. Però el terror que va iniciar Poe i que arriba fins ara ens parla precisament de tot el que hi ha entremig, de la manera en què algú que és com nosaltres, els anomenats normals, pot transformar-se.

Quan, anys després, vaig descobrir el plaer de la narració, vaig decidir donar veu a aquelles històries que m’havien fet la persona que era, que havien construït el meu món literari interior i exterior, perquè d’ells van sorgir moltes altres passions en forma de llibre. Com a narradora, posar-se en la pell d’aquests personatges és extraordinari, perquè necessites viure allò que diuen, allò que fan. He sentit a Vincent Price recitant a Poe, narrant els seus contes; també a Neil Gaiman o, en castellà, a Juan Echanove. Ho fan molt millor que una servidora, que simplement és narradora, no actriu, però si hagués d’escollir un únic autor per narrar la resta de la meva vida, probablement seria Edgar Allan Poe, perquè ja porto moltes de les seves històries i les seves paraules amb mi.

Per això, avui us deixo un conte de Poe que vaig narrar ja fa uns anys, perquè encara que faci 170 anys que va morir, la seva veu i les seves històries segueixen bategant, com el cor delator:

Bon dilluns i Poe-tiques lectures!

Inés Macpherson

Buenos presagios, de Terry Pratchett & Neil Gaiman (Timunmas)

06 domingo Ene 2019

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Buenos presagios, Good Omens, Neil Gaiman, series, Terry Pratchett, Timunmas

Teniendo en cuenta el panorama político y social con el que se está vistiendo últimamente el mundo, que se estrene este 2019 la adaptación de Buenos Presagios, de  Terry Pratchett y Neil Gaiman (Timunmas, abril 2009; el original en inglés, Good Omens, es de 1990) no me parece mala idea  ¿Porque habla del fin del mundo? No, aunque es un aliciente. Es interesante por la reflexión que subyace, por el retrato de la humanidad, ese grupo de seres vivos que busca religiones, dioses o monstruos para establecer la dicotomía entre el bien y el mal, como si fuera algo externo y así poder justificarse. Pero, como Crowley dice a lo largo del libro, las mejores ideas para sembrar “el mal” no han sido suyas, sino de los hombres. No necesitamos ayuda para entrar en guerra o destruir el planeta. Con un par de excusas y un toque de avaricia podemos devorarlo todo, incluso a nosotros mismos.

Por eso, cuando alguien me pregunta cómo es posible que en mi estantería puedan convivir libros clásicos como La Divina Comedia con las obras de Neil Gaiman o Terry Pratchett, reconozco que me sorprendo. ¿No se pueden valorar obras completamente distintas por lo que cada una de ellas aporta? ¿Existe únicamente una literatura válida? De la misma manera que sabes que, cuando abres un libro de Mircea Cartarescu, vas a adentrarte en un universo literario poético, onírico y profundo que requiere que leas con los cinco sentidos y probablemente alguno más, sabes que al abrir uno de Gaiman o Pratchett vas a viajar a un lugar donde poder desconectar y disfrutar. Son contadores de historias. Y las historias pueden tener todas las formas y colores que uno les quiera dar. Puedes quedarte con la lectura superficial, la que te empuja a pasar páginas y sonreír cuando el autor sabe que vas a sonreír, o puedes aprender a mirar siempre un poco más allá, incluso entre las líneas de libros que, teóricamente, no pretenden nada más. Porque, al final, casi siempre hay algo más si te apetece buscar.

buenos presagiosEs el caso de Buenos presagios (Good Omens). Divertida, con momentos absurdos, de enredos, de encuentros y desencuentros, de planes torcidos y personajes variopintos, es una novela que avanza a buen ritmo, que te seduce y te atrapa en los intentos de unos y otros por controlar lo inevitable… o no. El color que saben darle Pratchett y Gaiman a todos los que habitan estas páginas es extraordinario, porque incluso los que podrían parecer personajes más planos acaban teniendo una esquina imprevista, un momento que te hace sonreír y los convierte en personas. ¿Es alta literatura? Probablemente no. Pero es una historia perfectamente montada, que sabe conducirte, sin necesidad de perderte, por un camino que los autores conocen y disfrutan. Porque disfrutan. Y tú con ellos.

Por otro lado, creo que, teniendo en cuenta el éxito de la película Bohemian Rhapsody, se merece una mención especial lo que ocurre con las cintas de música que hay en el coche de Crowley: cualquier cinta que pasa más de dos semanas dentro del coche se convierte en éxitos de Queen. Da igual que sea Mozart. Al darle al play, suena una canción de Queen. Y entremedio, aparece la voz del portavoz del Infierno para comunicarse con él. ¿Por qué? Eso habría que preguntárselo al Diablo, porque parece que tiene buen gusto.

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Y también han tenido buen gusto los creadores de la serie al seleccionar a los actores que interpretan a Crowley y Azirafel, David Tennant y Michael Sheen respectivamente. Pero, mientras no llega la serie, lean el libro, señoras y señores, porque observar el fin del mundo a través de la pluma de Gaiman y Pratchett es un placer, divertido, entretenido y muy humano.

¡Feliz lunes y felices lecturas!

Inés Macpherson

 

La vista desde las últimas filas, de Neil Gaiman (Malpaso)

12 martes Jun 2018

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La vista desde las últimas filas, Malpaso, Neil Gaiman

Hay libros que son mucho más que eso porque, en el fondo, son una carta de amor a la literatura en todas sus facetas. Es el caso de La vista desde las últimas filas, de Neil Gaiman (Malpaso, 2017). He leído a Gaiman y me fascina. Me fascina de la misma manera que me pueden fascinar muchos otros autores que se enfrentan a la creación desde perspectivas completamente distintas. No es comparable a un Mircea Cartarescu o a un Enrique Vila-Matas – tampoco creo que lo pretenda –, pero es un escritor honesto,  sincero; sabe imaginar mundos y darles forma, sabe cómo mezclar la luz y la oscuridad, y, sobre todo, sabe transmitir con sus palabras una pasión por la literatura difícil de encontrar en otros lugares.

La vista desde las últimas filas

En un mundo donde hay cierta tendencia a sentar cátedra cada vez que hablamos, a querer estar por encima de los demás para demostrar lo bueno que se es, Neil Gaiman hace todo lo contrario. En esta recopilación de reflexiones, escritos, introducciones y conferencias, habla de su obra, pero sobre todo habla de la obra ajena, y siempre desde el respeto y la admiración. Da la sensación de que estamos ante alguien que sigue siendo el mismo joven lector que se enamoró de la literatura a pesar de haber llegado a ser, él mismo, creador de libros, cómics o guiones de éxito. Escribe sobre esos libros con la misma pasión y las mismas ganas que podría tener cualquiera ante una obra o autor por descubrir. Y eso hace que tengas ganas de anotar esos títulos de los que habla y devorarlos, porque ese canto a la fantasía y a la imaginación que desprenden sus palabras te empapa.

Puede no gustar lo que crea. Es posible que haya quien considere que sus historias son muy sencillas, o que no aspiran a otra cosa que distraer. Pero a veces lo que uno necesita es abrir un libro y perderse en mundos que te arrancan de la realidad. Por supuesto que, en otros momentos, puedes necesitar leer algo que retrate el lado más salvaje del ser humano, una historia que te ponga un espejo ante los ojos para que te des de bruces con el horror, y no en el sentido que dominaron Poe o Lovecraft, sino ese horror que está compuesto por monstruos de carne y hueso que no necesitas invocar. Pero no hay nada malo en dejarse llevar por universos fantásticos, por lugares donde la magia puede atraparte, herirte o hacerte respirar.

Leer, escribir, forma parte del ser humano. Contamos historias. Llevamos siglos haciéndolo. Algunas tienen forma de mitos, leyendas o cuentos de hadas, y evolucionan, se entremezclan, se rompen para ser cosidas de nuevo con otras manos, con otros ojos… Esas historias también forman parte de la literatura que crea Gaiman, pero también de la que lee, la que anima al lector a descubrir. Porque esto es casi un compendio de recomendaciones: autores, libros, películas o cómics que forman parte del universo de Neil Gaiman y de los que él intenta que nos enamoremos. Pero es mucho más que eso, porque entremedio encontramos anécdotas, fragmentos de la vida de Gaiman; fragmentos que van unidos a los descubrimientos de un autor, de un ilustrador… Nuestra vida está llena de historias que se entrelazan y que nos hacen ser como somos. Cuando lees La vista desde las últimas filas, comprendes que la vida de Gaiman no sólo está hecha de historias, sino de libros, de una pasión abrumadora por los mundos que uno puede encontrar entre las páginas escritas.

Optimista, apasionado, creativo y un poco alocado. Así podría describirse al libro, y quizás al autor. O se podría describir de muchas otras maneras. Lo cierto es que, mientras lo leía, me olvidaba de todo, podía desconectar de la ristra de desgracias y de obscenidades que salpican a diario las noticias, y podía recordar por qué tengo estanterías repletas de libros, por qué tengo tantas libretas con historias, con ideas, con palabras… Porque supongo que yo también estoy hecha de historias.

 

Inés Macpherson

American Gods, de Neil Gaiman (Roca Editorial)

13 lunes Feb 2017

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American Gods, El Biblionauta, Neil Gaiman, novela, Roca Editorial

Ya lo dice Neil Gaiman en la introducción a la Edición X Aniversario de American Gods: «Con este libro no hubo medias tintas: a unos les encantaba y otros lo odiaban. […] Algunos se quejaban de que el libro no era lo bastante americano; otros decían que era demasiado americano…». Yo no sé qué opinar sobre este aspecto. No he viajado a Estados Unidos y lo que “sé” lo he descubierto a través de los libros y las películas, que no es mucho y parte casi siempre de la ficción, así que… Pero, sinceramente, no me importa si es o no americano. Sólo sé que es brillante, fascinante y una muestra de que Neil Gaiman sabe llevarte de viaje por un mundo conocido que, poco a poco, se va volviendo extraño, oscuro, mítico y casi mágico.

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Este libro estaba en mi estantería observándome desde hacía tiempo, pidiéndome ser leído. ¿Por qué ahora? No es tanto por el hecho de que vaya a aparecer en breve la serie, sino porque reconozco que leí una crítica en El Biblionauta (que podéis leer aquí: http://elbiblionauta.com/es/2017/01/30/american-gods-2001-neil-gaiman/), que me empujó a dejar de lado los libros que estaban a medias y sumergirme en este. Y es un problema, porque, después de leer American Gods, me está costando volver a las otras lecturas con la misma mirada.

Y es que American Gods es un viaje increíble, físico y simbólico, por el presente y el pasado de un país que es muchos países en sí mismo, muchas culturas, razas, historias… Y es un viaje simbólico no sólo por lo que normalmente implica el viaje de descubrimiento de uno mismo, que lo es, sino por toda la carga que acompaña dicho viaje, lleno de referencias y de pequeñas reflexiones que dan pie a más de una lectura. Tenemos a Sombra, un nombre magnífico para un hombre que debe encontrarse y descubrirse y, por el camino, curiosamente, parece irse perdiendo, como una sombra, como alguien que está vivo, pero no del todo, como le recuerda Laura, su mujer, en un momento de la novela. Tenemos a Wednesday, un hombre enigmático que dice escoger su nombre porque el miércoles es su día, pero claro, encerrado en ese nombre hay mucho más que un día. Y en ese juego de palabras ya hay una declaración de intenciones. Mencionamos los días sin recordar que provienen de algo distinto. En castellano, miércoles nos recuerda que era el día de Mercurio, como el martes lo era del dios Marte. En inglés, Wednesday proviene del dios nórdico Odín, como Thursday del dios del trueno, Thor… Y así sucesivamente.

Ese olvido del origen es clave en este libro. Porque nos encontramos en un país creado por distintas culturas: inmigrantes, viajeros y exploradores que se adentraron en esas tierras para quedarse y para dejar parte de su ser y de sus creencias, de sus mitos. Con ellos llegaron los dioses y los dejaron allí. Durante un tiempo los hombres y mujeres siguieron creyendo, practicando sus ritos, recordando los mitos, las historias, hasta que poco a poco fueron mezclándose con el polvo y el silencio, relegados, olvidados y, actualmente, machacados y pisoteados por otros dioses de metal y cables, los dioses de la tecnología.

La manera en que Gaiman intercala el viaje del presente con otros viajes, estos del pasado, para explicar cómo llegaron a América ciertos dioses, es magnífica. Vamos contemplando su llegada y, después, contemplamos su declive, convertidos en maleantes, prostitutas, adictos y seres perdidos, que se van difuminando a pesar de seguir siendo dioses. Pero, ¿qué los hace dioses? ¿Sus poderes o que la gente creyera en ellos? ¿De dónde provienen los dioses, si van con nosotros? De nuestra cabeza, de nuestras creencias y esperanzas; nosotros los forjamos, por necesidad normalmente, para dar respuestas, para buscar protección, seguridad; los invocamos, los llamamos para que aparezcan y nos ayuden. Y ellos vienen, toman forma, nos acompañan y después… los olvidamos, los relegamos a meros recuerdos en forma de historia sin poder, convertidos en iconos vacíos y sin sentido. Hay un momento en que Sombra hace una reflexión extraordinaria al respecto:

«La gente cree ―pensó Sombra―. Eso es lo que la gente hace: creen. Y luego no se responsabilizan de sus creencias; invocan cosas, y no confían en sus invocaciones. La gente puebla la oscuridad con fantasmas, dioses, electrones, cuentos. La gente imagina y cree: y es esa creencia, esa creencia firme como la roca, la que hace que las cosas sucedan».

Probablemente haya páginas y páginas de críticas y comentarios sobre esta novela. En 2002 ganó el premio Hugo, el Locus, el Nébula y el Bram Stoker a mejor novela, así que creo que, con eso, se puede presentar por sí misma. Es hábil, con personajes extraordinarios que van apareciendo poco a poco, seduciéndote a seguir viajando con ellos, a adentrarte en su presente y en su pasado, para comprenderlos, para perderte tú también, como Sombra, en ese universo que nos va grande y, sin embargo, en el que encajamos a la perfección. Debo reconocer que mi fascinación por la mitología ha ayudado a que me enamore de estas páginas. La forma en que van apareciendo las distintas culturas, los distintos dioses, hace que tengas ganas de coger una libreta e ir apuntando las referencias que desconocías, que son unas cuantas.

Sólo puedo decir que vale la pena leerlo. Por supuesto, no se trata de una novela realista, ni de un estudio de mitología o del origen de los Estados Unidos a nivel histórico. Es un viaje magnífico en compañía de unos personajes para enmarcar que hacen que creas, no sé si en los dioses, pero sí en la capacidad de la literatura para crear y hacerte soñar. Y eso ya es mucho.

Inés Macpherson

Odd and the Frost Giants, de Neil Gaiman y Chris Riddell

25 viernes Nov 2016

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Chris Riddell, Ediciones Salamandra, La joven durmiente y el huso, Neil Gaiman, Odd and the Frost Giants

En 2015, la editorial Salamandra publicó una pequeña joya: La joven durmiento y el huso, un acercamiento distinto a dos cuentos populares de la mano de Neil Gaiman, capaz de reunir a Blancanieves y la Bella Durmiente en un mismo cuento y sin príncipe azul que tenga que salvarlas con un beso. La historia en sí ya desprende cierta magia especial, marca de la casa, pero acompañada por las ilustraciones de Chris Riddell adquiere una fuerza increíble.

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El otro día descubrí, en un estante de la librería Gigamesh, otra joya de esta pareja: Odd and the Frost Giants. No sé si Salamandra lo publicará en castellano en breve, pero siempre es un placer pasear por una librería y encontrar algo que no esperabas encontrar.

Todavía no me lo he leído, pero pronto lo haré.

¡Feliz viernes y felices lecturas!

Inés Macpherson

 

La joven durmiente y el huso, de Neil Gaiman (Ed. Salamandra)

22 lunes Jun 2015

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Chris Riddell, Ediciones Salamandra, La joven durmiente y el huso, Neil Gaiman

LA JOVEN DURMIENTE Y EL HUSO, de Neil Gaiman (Ediciones Salamandra)
Ilustraciones de Chris Riddell

¿Qué nos atrae de un libro? A veces el autor, otras el título o la portada… Hace unos meses, estando en una librería de Londres, me fijé en un libro. Estaba expuesto en solitario en una estantería, por lo que era difícil no reparar en él. Me llamó la atención su cubierta de papel vegetal con unas espinosas rosas enmarcando el título y, bajo él, el dibujo de una mujer de cabellos largos. Me fui acercando y pude leer: La joven durmiente y el huso (The Sleeper and the Spindle). Por deformación profesional, las historias que tienen que ver con los cuentos populares siempre me despiertan la curiosidad, sobre todo ahora que muchos autores, tanto en libros como en televisión, han decidido basarse en dichas historias para crear nuevas versiones. Pero cuando leí el nombre del autor, supe que ese libro debía ser mío. Y es que no era otro que Neil Gaiman. Habiendo leído El libro del cementerio, ese homenaje y reinvención personal de El libro de la selva, imaginé que cualquier cosa que hiciese con la historia de La Bella Durmiente sería digna de leer. Y no me equivocaba. La gracia aquí es que no solo nos encontramos con la Bella Durmiente, sino con otro personaje de cuento: Blancanieves.

IMG_20150621_184010480Siempre es un placer leer una historia de Neil Gaiman, sin importar el género o el público al que va dirigida. En este caso, como decía, tenemos delante un relato que bebe de dos de las historias más clásicas recogidas por los Hermanos Grimm: Blancanieves y la Bella Durmiente. Sin embargo, aquí no aparece ningún príncipe salvador que tenga que rescatar a las damas con un beso. Un beso, por cierto, que se da sin pedir permiso y que las ata a dicho galán de por vida, porque, ¿cómo vas a rechazar al hombre que te ha despertado de una maldición? Además, siendo mujer, ¿por qué ibas a querer otra cosa que casarte con un príncipe guapetón y ser su sombra el resto de tu vida? Se han analizado largo y tendido ambos cuentos y muchos otros: desde perspectivas psicoanalíticas, desde una lectura feminista que critica la figura de esas muchachas desvalidas que están atadas a la casa y luego al marido… Podría añadir algunas más desde mi punto de vista, pero creo que la revisitación que ha hecho Gaiman de este relato ya da mucho de qué hablar por sí mismo, pues aquí es la mujer la que toma las riendas de su vida. La que elige, la que decide qué camino tomar tanto al inicio como al final de la aventura.

Por poner al lector en situación, diremos que la protagonista es una reina, que no es nada más y nada menos que Blancanieves. Los enanos, tres en este cuento, siguen siendo sus fieles compañeros, y la avisan de lo que está ocurriendo en el reino vecino: una maldición del sueño (idea que nos retrotrae a la Bella Durmiente, pero también a la propia Blancanieves, pues ella también padeció una maldición similar), que fue lanzada hace décadas, se está extendiendo y amenaza con traspasar fronteras. Blancanieves, que está a punto de casarse, decide emprender un viaje hacia lo desconocido para salvar a su gente y pospone la boda… que tampoco parece hacerle mucha gracia, pues parece más una obligación que una decisión. Y hasta aquí puedo leer. Lo que ocurre al entrar en el reino dormido es algo que es mejor que descubra el lector, pues tiene una atmósfera fascinante y unos elementos que, aunque siguen siendo propios de un cuento, tienen el aire algo macabro que sabe darles Neil Gaiman, capaz de buscar el equilibrio perfecto entre la belleza y la oscuridad. Porque esto, a pesar de tener 72 páginas, es un cuento, narrado desde esa voz distante, pero elegante, que tienen todas las historias clásicas, y como tal, necesita todos sus elementos: el viaje, el desafío, el aprendizaje… Y si eso lo haces adentrándote en un reino donde todos llevan dormidos más de cincuenta años, lo que puede ocurrir es mucho más interesante que la versión de los Grimm, no digamos la de Walt Disney.

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Además, las ilustraciones de Chris Riddell son un acompañamiento perfecto, pues encajan de forma precisa con la historia y consiguen plasmar en imágenes el universo creado por Gaiman. Sus figuras, y sobre todo esas rosas que han ido creciendo alrededor del castillo, peligrosas y hermosas a su vez, hacen que la historia tenga más cuerpo si cabe, convirtiéndola en una tela de araña magistralmente tejida (nunca mejor dicho, ya veréis por qué), que te atrapa y te sorprende.

Inés Macpherson

«El libro del cementerio», de Neil Gaiman

03 lunes Sep 2012

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El libro del cementerio, Neil Gaiman

El libro del cementerio de Neil Gaiman e ilustrado por Dave McKean (Roca Editorial; primera edición en febrero 2011) es uno de esos libros que transforma tu imaginario, como en definitiva lo hace cualquier obra de Gaiman. Una pequeña joya para paladares dispuestos a descubrir la belleza y la magia que esconden los cementerios y las pequeñas historias que se ocultan tras sus muros.

ARGUMENTO

Contra todo pronóstico, sobre todo teniendo en cuenta su corta edad, un bebé se escapa de la cuna en medio de la noche y huye del hogar guiado por un instinto que le hace comprender que lo que está ocurriendo en su casa no es nada bueno. Perseguido por el hombre Jack, quien ha acabado con toda su familia y ahora quiere acabar con él, el pequeño se aleja de su casa hasta llegar a un cementerio, donde los espectros deciden protegerle. El siniestro hombre Jack no da con él y desiste, aunque sabe que tarde o temprano volverá a encontrar al pequeño y acabará la tarea que le fue encomendada. Mientras tanto, en el cementerio, los difuntos que habitan el camposanto deciden quedarse con el pequeño y cuidarle. Como padres adoptivos, los señores Owens deciden darle un nombre al niño: Nadie Owens. A partir de ese momento, Nadie vivirá en el cementerio, ajeno al funesto destino que le espera más allá de las verjas que mantienen el mundo exterior alejado de él. Pero, ¿por cuánto tiempo?

OPINIÓN

Cuando Neil Gaiman decide reinventar la historia de Mowgli y El libro de la Selva, El libro del cementerio es el resultado: un libro fascinante donde la selva se transforma en un camposanto y los animales que cuidan del niño pasan a ser espectros de siglos pasados. En un mundo donde la noche y las sombras de los difuntos se alargan para cuidar del pequeño Nadie, el cementerio se convierte en un lugar familiar y fascinante. Esta novela, ganadora de la Medalla Newberry 2009, es una pequeña joya para disfrutar del mundo imaginario de Gaiman.

Narrada con un lenguaje sencillo y directo, con las palabras justas y las imágenes perfectamente perfiladas, Gaiman recorre el mundo de los fantasmas con una delicadeza cuidadosa, quizás movido por la pasión que le ha transmitido, como comenta en los agradecimientos, la gran Audrey Niffenegger, enamorada del cementerio de Highgate. Las descripciones de las tumbas y de las inscripciones en las lápidas, con las que Nadie Owens aprende a leer, son la manera que tiene Gaiman de transportar al lector a ese universo concreto que habita entre las criptas y los sepulcros que guardan en su interior siglos de historia.

La ristra de personajes que acompañan a Nadie, desde el misterioso Silas, que es el único habitante del cementerio que puede abandonarlo a placer, hasta la pequeña Scarlett, una niña viva que juega en el cementerio vestida de colores y que se hace amiga del niño, todos y cada uno de ellos tiene algo que aportar a la historia, sea como educador de Nadie, como amigo o como reto. Porque en el cementerio en el que vive Nadie hay oscuros secretos ocultos más allá de la tierra consagrada, donde moran los más viejos del cementerio o aquellos a quienes no se les permitió descansar en tierra consagrada, como Liza, la pequeña bruja sin lápida. Y no sólo en esa zona habitan los secretos. Entre las lápidas se ocultan puertas a mundos que los vivos desconocen y que Nadie tendrá que ir descubriendo para sobrevivir entre los muertos.

El libro del cementerio es, en definitiva, una pequeña ventana a la magia oculta en los cementerios, esos lugares que por un lado producen un respeto reverencial y, por otro lado, despiertan la curiosidad y la fascinación por la belleza que oculta el silencio de las piedras y la historia que una vez vivieron aquellos que descansan bajo ellas. Un libro que tanto puede gustar a jóvenes como a adultos con ganas de sumergirse en el descubrimiento del mundo a través de los ojos de Nadie Owens.

INES MACPHERSON

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