Cada vez son más los autores y autoras que muestran su interés por el género fantástico y todas sus posibilidades, la de vestirse con él completamente o la de utilizar lo fantástico para tensar la realidad, para deformarla, retorcerla y ofrecer una mirada inquietante que busca exponer las costuras humanas, las sombras que se pueden colar en nuestra realidad, en nuestros ojos, bajo la piel; en definitiva, los lugares en los que palpita lo extraño. Porque, como ya nos anuncia el título de esta recopilación de cuentos, y uno de los cuentos que encontramos en ella, la oscuridad es un lugar, y la luz también lo es. ¿Dónde queremos estar? ¿Sabemos diferenciarlos? Porque, a veces, esperamos que esos lugares oscuros sean lejanos, que estén al otro lado, como si hubiera una barrera que los separara y nos separase de los monstruos. Pero ¿qué pasa cuando la oscuridad es el lugar que habitas? ¿Qué pasa cuando lo monstruoso está ante tus ojos y no parece que haya otro lugar al que escapar?
La oscuridad es un lugar, el nuevo libro de Ariadna Castellarnau, publicado por Destino, nos propone un viaje por las relaciones y las heridas humanas donde lo extraño camina junto a lo cotidiano de forma sutil y la oscuridad adquiere distintas formas, reales o simbólicas. Los personajes y los vínculos que dibuja están marcados por dinámicas familiares asfixiantes, destructivas y autoritarias, pero también por cicatrices que no se curan, por heridas abiertas en canal por las que se pierde la humanidad y supura un vacío que lo impregna todo. El miedo, la culpa, la frustración o el odio anidan en los corazones de los individuos que transitan estas páginas; la maternidad, la soledad o las expectativas también se entremezclan en las distintas tramas, que juegan a menudo con finales que no son abiertos, pero tampoco cerrados. Acaban sin acabar, dejan que intuyas, que te dejes llevar por la atmósfera que se ha creado. De esa manera, la oscuridad queda suspendida en el punto final, observándote, preguntándote si la has visto, si ya has decidido en qué lugar quieres estar.
En el primer relato, que da nombre a la recopilación, encontramos a una niña y un bosque, una combinación que a muchos nos puede llevar a lo legendario, a lo mítico, al cuento popular. Y hay algo de eso, de niña que debe cumplir lo que le dicen, pero que quiere escapar, huir de una familia tóxica, con un padre autoritario, un hermano autoritario y una madre que no parece tener mucho que decir. La aparición de un joven en medio del bosque hace que de nuevo el imaginario colectivo se dispare, recupere todos esos bosques donde se ocultan las sombras. Pero, en este caso, ¿dónde está la oscuridad, en casa o en el bosque?
El segundo relato, «Calipso», nos presenta a un hombre que se encarga de secuestrar y llevar chicas a un prostíbulo de carretera. La trata de blancas, la esclavitud sexual, ya es en sí misma una historia de terror, y muy real, pero cuando la criatura a la que debe entregar es una niña, la tripa se regirá, porque aquí la realidad y lo que hemos leído en los periódicos palpita con fuerza. La oscuridad se respira, nos observa.
Otra relación familiar tóxica es la que encontramos en «Marina Fun», donde unos padres han convertido la peculiaridad de uno de sus hijos en un espectáculo empresarial, mientras obligan al otro a ser simplemente parte de ese circo, no parte de la familia. La lucha por el afecto, el odio fraternal o la negligencia paterna se combinan en un retrato humano que, a pesar de lo fantástico en la naturaleza del hermano, nos muestra una oscuridad que nos resulta creíble, cercana, real.
Las heridas de la pérdida quedan retratadas de manera magnífica en uno de los relatos más poéticos de la recopilación, «De pronto un diluvio». De la mano de un niño (hay muchos niños en estos cuentos; niños y jóvenes que observan la oscuridad, pero que también la traen), contemplamos a un padre que recoge los huesos de su hija muerta para reconstruirla, para que esté con ellos, como si pudiera llenar un vacío que va creciendo a su alrededor. También habla de la pérdida el relato «Los chicos juegan en el jardín», aunque lo hace de otra manera, a partir de tanatorios y jóvenes rapaces.
También encontramos extrañas relaciones familiares en el relato «Al mejor de todos nuestros hijos», aunque en este caso, la palabra hijo hace referencia a esa idea del hijo de un pueblo, ese famoso que vuelve a casa para ser homenajeado de una forma peculiar. Un niño que no parece real aparece en la puerta de la pareja de «La isla en el cielo», y cierra la recopilación «El Hombre del agua», un relato que habla de la relación padre-hija, de las expectativas, de la sensación de defraudar, hagas lo que hagas, y de la posibilidad de ser más allá de lo que todo el mundo cree que serás.
Una recopilación que explora lo extraño de manera sutil, con un lenguaje cuidado que no busca florituras, sino dibujar una atmósfera que te inquieta sin horrorizarte, poco a poco, mostrando esas pequeñas sombras que palpitan en los lugares, y en lo cuerpos, que habitamos.
¡Feliz lunes y felices lecturas!
Inés Macpherson