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En marzo de 2016 la editorial Destino publicó La última salida, de Federico Axat. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de sumergirme en esta lectura y por fin lo he hecho y, como siempre que uno se deja llevar por la prosa de este autor argentino, el resultado es magnífico. Te adentras en el laberinto que va tejiendo ante ti y, sin darte cuenta, ya te has perdido, desconfías de todo lo que ves, de todo lo que piensas, y con razón, porque sabe cómo llevar al lector por sus propias trampas.

La última salida

Ya en El pantano de las mariposas demostró saber jugar con los prejuicios instalados en el subconsciente personal y cultural del lector, pero en este caso demuestra que sabe incluso jugar con los “tópicos”. Me explico. Ante muchas novelas negras, policíacas, de misterio o de investigación, el lector acostumbrado a este tipo de géneros intuye, hace sus apuestas, y a veces acierta y otras no, pero normalmente sabe por dónde va a llevarle el narrador. En este caso no. En este caso, uno intuye, hace apuestas y, cuando cree que van a ser confirmadas, el narrador da una vuelta y te das de morros con algo que no esperabas. Y, como siempre, aunque creas que ya has llegado al final, no lo has hecho, porque como ya hizo en El pantano de las mariposas, nos aguarda una pequeña sorpresa en la última página, que nos deja, como lectores, en un estado de desconcierto maravilloso.

El argumento empieza de la siguiente manera: Ted McKay está a punto de pegarse un tiro en su despacho cuando llaman a la puerta. ¿Por qué quiere suicidarse? Se supone que es un hombre que lo tiene todo: familia, amor, respeto, dinero… Pero lo curioso no es eso, sino que el hombre que hay en la puerta sabe lo que está a punto de hacer y tiene una propuesta difícil de rechazar. A partir de aquí, Ted entra en un juego extraño que le manipula a él y nos manipula a nosotros, los lectores.

La prosa de Axat es limpia, sabe darle importancia a los detalles que deben tenerla y sabe crear unas escenas y unas imágenes que se quedan contigo al cerrar el libro. Me encantaría detallar algunas, pero temo poder desvelar elementos que es mejor ir descubriendo a medida que uno va avanzando en la lectura. Estamos ante un libro que te atrapa y te hace querer más, descubrir más, intentar desenredar la trama e imaginar la resolución, aferrándote a cada uno de esos detalles como si fueran la clave. Y muchos lo son, pero no en el sentido que uno espera. Por eso comentaba lo de los tópicos, porque cuando uno cree estar entrando en una historia clásica de trampas psicológicas, donde no sabemos qué es real y qué está en la mente del personaje, acertamos, pero sin acertar, porque siempre hay una capa más, un elemento que encaja pero que se bifurca hacia otro lugar distinto, para que volvamos a creer que estamos yendo en una dirección clara cuando, en el fondo, estamos caminando por un laberinto muy bien construido.

La última salida es un libro que empieza pareciéndose a la película The Game, de David Fincher, pasa a deambular por la mente de David Lynch, se adentra en los entresijos de la psique humana haciéndonos dudar hasta de nuestra sombra, y acaba dejando al lector en una especie de suspensión similar a la de Origen, de Christopher Nolan. Casi nada.

Así que, teniendo en cuenta que las librerías siguen teniendo un montón de libros deseando ser leídos a pesar de que ya no sea Sant Jordi, esta es una magnífica opción para que una tarde de fin de semana pase sin que te des cuenta.

¡Feliz martes y felices lecturas!

Inés Macpherson