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En el siglo XIX se publicaban en Inglaterra los famosos “Horrores de penique” (Penny Dradful), publicaciones periódicas que se entregaban por fascículos, en los que el terror era el principal ingrediente. Uno de los más famosos es el de Varney the Vampire or The Feast of Blood, de Thomas Preskett, también atribuida a James Malcolm Rymer, y que, curiosamente, aparece mencionada en la serie televisiva de Showtime, Penny Dreadful. Esta serie bebe de esos horrores de penique y de muchas obras posteriores del horror literario, como el Frankenstein de Mary Shelley o el Drácula de Bram Stoker. Y siguiendo esa idea de las publicaciones periódicas, su creador, John Logan, nos ofrece ocho entregas de una hora de misterio, oscuridad y terror dosificado para que caigamos en sus garras. Si bien es cierto que no se trata de una sucesión constante de terror y horror, hay que decir que la atmósfera tétrica y la red de relaciones que los guionistas han conseguido atrae y genera un desasosiego que hace que, por unos minutos, naveguemos entre el universo de esos Penny Dreadful de la época.

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La trama principal es sencilla: la hija de Sir Malcom Murray (interpretado por el veterano Timothy Dalton) – curioso que el nombre de este perseguidor de criaturas sea similar al del nombre de uno de los autores a los que se le atribuye la creación de Varney – ha sido raptada por una criatura maligna. Esta joven desaparecida no es otra que Mina Murray, a la que todos conocemos por ser la mujer de Jonathan Harker y amada del conde Drácula en la novela de Bram Stoker. Sir Malcom cuenta con la ayuda de la enigmática y fascinante Vanessa Ives (interpretada magistralmente por Eva Green, especialmente brillante en el capítulo 7 de la primera temporada) para encontrar a su hija. Pero necesitan más ayuda, sobre todo ahora que están tan cerca de enfrentarse al monstruo. Por eso acuden al pistolero Ethan Chandler (un Josh Harnett que sorprende con una interpretación más trabajada de lo que estábamos acostumbrados), quien esconde un secreto que el espectador podrá ir descubriendo en los sucesivos capítulos. También acudirán al joven Dr. Viktor Frankenstein, que les ayudará a diseccionar a la criatura y revelar lo que ésta lleva en su piel: unas inscripciones egipcias que hacen referencia a la unión de Amon-Ra y Amonet como el detonador que traerá la oscuridad al mundo.

Pero aquí no se acaban las referencias literarias. Entre los personajes que se cruzarán en el camino de este cuarteto está el misterioso Dorian Gray (interpretado por Reeve Carney), creación del magnífico Oscar Wilde y que, en la serie, juega el papel de detonante: es uno de los elementos que hace que la oscuridad de los otros personajes salga a la luz. A su vez, nos encontramos con el profesor Abraham Van Helsing, un experto hematólogo que oculta una historia que entronca con la obra de Bram Stoker y que nos habla, por fin, de la existencia de los vampiros. Y si tenemos al Dr. Frankenstein, es de esperar que también aparezca su creación, un monstruo muy humano interpretado por Rory Kinnear y que descubrirá su vocación en el teatro de la mano de Vincent Brand, un actor de teatro interpretado por Alun Armstrong. Una curiosidad: este mismo actor, Alun Armstrong, ya estuvo relacionado con otra criatura del mundo del terror, pues interpretó al hombre que despertaba a La Momia en su segunda entrega.

Este cóctel de personajes está muy bien ligado y muy bien acompañado por una ambientación extraordinaria que nos arrastra a esos sótanos oscuros donde habitan los monstruos, a esas reuniones de espiritistas que intentaban contactar con el Más allá, tan típicas de la época, y a esas sombras tras las que los humanos intentan esconder sus secretos. Porque si algo tienen en común todos los personajes que aparecen en Penny Dreadful es que cada uno de ellos guarda un oscuro secreto que los persigue y los condena a ser lo que son. Si bien es cierto que son secretos que el espectador descubre con facilidad, otorgan a los personajes un aire de culpa y condena, de estar atados a un destino del que no pueden huir que le da un plus a la historia.

No estaría siendo del todo sincera si dijera que es una serie redonda. Algunos de los misterios no resultan tan misteriosos y, en ocasiones, parece que caigan en alguna contradicción al explicar su historia. Pero en general, y a pesar de sus altibajos, es una serie ideal para los amantes de esos “horrores de penique” que circulaban en el siglo XIX y que alimentaron el imaginario gótico y de terror que ha llegado a nuestros días. Su atmósfera oscura, su ambientación y la excepcional Eva Green hacen que quieras descubrir qué se oculta en esa oscuridad que transmite.